domingo, 30 de enero de 2011

HANS KÜNG: DOCTOR HONORIS CAUSA POR LA UNED


           
           La Universidad Nacional de Educación a Distancia española ha distinguido al famoso, prolífico y polémico teólogo suizo Hans Kung con el doctorado honoris causa por parte de su Facultad de Filosofía.
            El citado teólogo suizo, que fue uno de los consultores más jóvenes del Concilio Vaticano II, junto con Joseph Ratzinger, sin embargo a diferencia de este último, que ha llevado una ascendente carrera eclesiástica al punto de llegar a ocupar la “Cátedra de Pedro” en Roma, sin embargo Küng ha tenido sus polémicas con la ortodoxia vaticana, al punto de considerarle como “teólogo no católico” y retirarle de la docencia que venía desempeñando en la Universidad alemana de Tubinga, sin perjuicio del respeto que Benedicto XVI le profesa como compañero de estudios y teólogo, en mérito a lo cual, siendo Papa mantuvo una entrañable audiencia privada, de más de cuatro horas, con Küng en el Vaticano.
            Küng asumió la delicada decisión del Vaticano, y retirado de la docencia teológica continuó con su obra teológica realizando profundos estudios sobre el cristianismo, el judaísmo y el islám, como religiones que comparten un mismo tronco común (“religiones del Libro”), estableciendo un auténtico diálogo teológico con ellas. Su preocupación por la manera de entender el cristianismo, según sus estudios y convicciones lo plasmó en otro libro importante de su producción “Ser cristiano”; no faltándole incursiones antropológicas sobre el origen de la fe, en las distintas religiones más seguidas, de oriente y occidente. Buscando en su estudio del “hecho religioso” el conocimiento de “lo otro”, lo diferente, lo distinto, para llegar a un acercamiento ecuménico, que propicie el entendimiento, el diálogo y por ende, la paz.
            Siendo de destacar, igualmente, su importante fundación teológica y filosófica, propia de los teólogos de formación alemana, por cuanto a los planteamientos teológicos unen su planteamiento filosófico para dialogar sobre la fe desde la razón, en combinación con la revelación, siendo importante en este ámbito su fundamental obra (“¿Existe Dios?”, a la que responde con una triple afirmación) en que dialoga con las diferentes corrientes filosóficas sobre la fe, procurando su acercamiento y descubrimiento desde un punto de vista racional, siguiendo el camino de “entender para creer”.
            De igual forma, ha sido – y sigue siendo- un hombre realmente comprometido con su tiempo, implicándose por la paz, en una plataforma fundacional que ha creado para facilitar su ocurrencia, desde el conocimiento y la divulgación de lo diferente, viendo la religión como manifestación de las diversas creencias en una deidad creadora, que nos debe de llevar a la contemplación del Misterio, al respeto de las diferentes creencias, al diálogo, y en consecuencia a la paz, en vez de abatir por la fuerza al disidente y al diferente.
            Peculiar es su eclesiología, en la que entra en conflicto con la visión jerárquica oficial católica –que Küng considera más histórica, y por tanto coyuntural, que propiamente evangélica-; pese a lo cual, se ha mantenido obediente en las determinaciones disciplinarias que Roma tomó contra él, pero no ha silenciado su profética voz, en lo que en conciencia y según su ciencia ha considerado inadecuado, precisamente para bien de la misma Iglesia. De ello da testimonio en sus dos volúmenes dedicados a sus memorias, cuya serena lectura pone en la pista de lo que ha sido una vida de estudio, trabajo y entrega a la teología desde la perspectiva del encuentro y de la sencillez, frente a planteamientos dogmáticos y recriminaciones del “poder temporal”, apelando a la difícil coherencia evangélica desde el propio testimonio personal y eclesial, cuya ubicación es más obra de la Gracia que propiamente humana.
            Por consiguiente, un gran acierto de la Universidad española, por el personaje –de auténtica categoría intelectual y moral-, y por la propia temática, ya que lejos de planteamientos modernistas que suelen dar la espalda al fenómeno religioso, so pretexto de un laicismo no siempre bien entendido, han tenido el acierto de dar entrada a la teología en el ámbito de la Universidad moderna, lo que supone el reconocimiento del importante trabajo intelectual de esta área del saber, tan ligada a la existencia humana, y a la cosmología que el hombre siempre ha necesitado hacerse para darle sentido a su vida.

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