miércoles, 17 de diciembre de 2014

DE LA OPCIÓN ECLESIAL POR LOS POBRES

                        El P. Joaquín Sánchez acompañando a una desahuciada

La opción eclesial por los pobres está en la esencia del Evangelio de Jesús, de estar del lado de los pobres, de los que sufren, de los oprimidos, a los que el mundo no les hace justicia, para acompañarlos, asistirlos, ayudarlos, reducirles el sufrimiento, y practicar la auténtica caridad, que va más allá de “la limosna de la beatas”, de la mera retórica que llega a justificar hasta cátedras.
La opción eclesial por los pobres supone ver en el pobre, en el humillado, en el fracasado, en el que sufre al “otro Cristo”, al hermano sufriente, ante el que no cabe ponerse de perfil, mirar para otro lado, o recogerse en un espiritualismo inhumano y egoísta alejado de Cristo por más que desde el quietismo espiritual se le invoque.
La opción eclesial por los pobres supone también repensar la Iglesia estructural, jerárquica, autoritaria, de privilegios, clericalia antigua e hipócrita que dice amar a Dios –al que no ve- con los labios, pero le niega con el corazón.
Una Iglesia que ha de reconsiderar su camino en este mundo, como está siendo señalado por la autenticidad de no pocos de sus miembros, encabezados por el Papa Francisco, que ya dijo que en esta situación de grave crisis económica, de gente desahuciada de sus hogares, de inmigrantes sin techo, de crecientes desigualdades, tendría que abrir las puertas de conventos y lugares eclesiales para acoger toda esa pobreza desamparada. Algo que, desgraciadamente no ha sido acogido con carácter general en el seno eclesial, salvo honrosísimas excepciones como el acondicionamiento de un seminario vacío en Cataluña, o parecidas disposiciones generadas en Ávila, entre otras significativas medidas de auténtica caridad cristiana, de una Iglesia que es auténtica en medio de la inautenticidad.
Una Iglesia que ha de hacer denuncia profética de cuantas injusticias percibe en un mundo egoísta, inhumano, enloquecido por el consumo y la codicia, para buscar la justicia social entre todos los hombres, creados como hermanos por Dios, para lo que ha de ser valiente, pero también ha de ser auténtica abandonando posesiones, privilegios y signos de poder. Pues Jesús nació pobre, vivió y murió pobre.
Esa Iglesia que ha de clamar por unas leyes más justas, contra el desahucio bancario de casas de familias malogradas económicamente por el paro, de las que el Estado se desentiende, frente al poder de la banca a la que no reconduce en sus legítimos derechos de acreedora para obligarles a pactar alquileres sociales, o dotarse de mecanismos para que el Estado o las demás Administraciones Públicas se hagan cargo de esas familias facilitándole un hogar social, que haga efectivo el derecho constitucional a la vivienda.
La misma Iglesia que ha de acompañar y acoger a esos nuevos pobres y que ha de denunciar públicamente unas condiciones económicas globales injustas, facilitadoras de la especulación, la esclavitud humana y el fraude.

Al tiempo que debería de dar a conocer en toda su extensión las consecuencias morales del Evangelio de Jesús, en su ámbito individual y social, para que realmente se conozca con autenticidad el cristianismo, y lo que supone seguir a Jesús. Volviendo así a la frescura actual de un cristianismo primitivo netamente evangélico, cuyo resumen concretó Jesús en las Bienaventuranzas.

sábado, 6 de diciembre de 2014

EL PAPA FRANCISCO DA IMPORTANTES AVANCES TESTIMONIALES EN EL ECUMENISMO


La actitud sencilla, serena y abierta del Papa Francisco  está logrando acercamientos en el diálogo interrreligioso y en el proceso de acercamiento ecuménico, como lo muestran sus recientes viajes a Turquía y anteriormente a Tierra Santa.
En uno y otro viaje ha puesto de manifiesto su cercanía respecto de los hermanos separados, especialmente con las Iglesias de Oriente, para lo que ha contado con la inestimable comprensión y convergencia del Patriarca ortodoxo Bartolomé I, que tanto en el anterior viaje de Francisco a Jerusalén, como ahora en Turquía, se ha mostrado de acuerdo con el planteamiento de Francisco, por la unidad de los cristianos. Algo que aunque haya de tardar su tiempo, pues los tiempos de la Iglesia suelen ser lentos, en las actitudes de los máximos representantes de las Iglesias oriental y católica romana está patente.
Atrás quedaron las mutuas excomuniones, las intransigencias doctrinales, en definitiva el fundamentalismo fruto de la soberbia humana, que tanto daño reportó como pecado mutuo a ambas Iglesias que siguen a Jesucristo de forma no muy conforme con su mandato de amor y de unidad.
Por tanto, este aspecto, del que son conocedores Francisco y Bartolomé, no pasará desapercibido en sus orientaciones a las respectivas Iglesias para ir convergiendo progresivamente, en vez de vivir ignorándose en un público pecado que ha venido escandalizando históricamente a la humanidad.
Así, dado que las diferencias teológicas y doctrinales son mínimas, e incluso apenas perceptibles en la actualidad, más allá de las diferentes liturgias y comportamientos culturales, lo esencial es la comunión de espíritu que ambos dignatarios religiosos han manifestado y mantienen, por lo que supone un gran paso en el ámbito ecuménico hacia el muto entendimiento, comprensión y respeto; y acaso las diferencias puedan sostenerse, más como aspectos culturales (de oriente y occidente, respectivamente), que finalmente puede ser presentado como una diversidad dentro de la unidad de fe que en esencia se comparte, pudiendo perfilarse como un especial perfil carismático, o modo de peculiar de entender y vivir la fe en uno y otro ámbito.
De igual forma, también han sido exitosas las palabras de Francisco en Jerusalén ante el mundo judío e islámico, en relación con sus respectivas creencias religiosas, acogidas en tono de respeto, en la línea que el Concilio Vaticano II señaló como semillas del Verbo que también asisten y fecundan otras religiones, que siendo distintas a la nuestra, también participan por esas semillas en algunos de los valores humanos fundamentales de la fe de Cristo, especialmente en el judaísmo –que fue la fe en la que nació y vivió Jesús-, de la que el cristianismo consideramos que es la Nueva Alianza, que ratifica y perfecciona aquella Antigua Alianza de Dios con Moisés. En tanto que del islam Francisco ha llegado a decir que el Corán es un libro profético de paz, lo que no ha sido óbice para que repudiara el fundamentalismo islámico y especialmente su intransigencia y su violencia.
Finalmente, la visita al Parlamento Europeo del Papa Francisco ha sido una interesante experiencia en razón a la interesante alocución que les dirigió a los políticos de la UE postulando la defensa de la justicia social y de la paz, apremiándoles a acabar con las injusticias en el mundo; por consiguiente, este acercamiento al mundo gubernamental laico europeo ha sido otro importante logro de Francisco para posicionar a la Iglesia católica en la defensa de los valores de la persona en particular y de la humanidad en general, en demanda de la justicia que corresponde a toda persona en tanto que hija de Dios y digna de ello.

Por consiguiente estos viajes del Papa Francisco, que no resultan nada fáciles de acometer en un mundo complejo y convulso por las diferencias políticas, económicas, religiosas y sociales que lo fragmentan y dividen, son decididas acciones de distensión y cohesión que el mundo ha de reconocer al Papa en la importancia y alcance que tienen, al tiempo que para la Iglesia católica supone abandonar el puesto privilegiado de poder del viejo orden mundial, para mostrarse agente activa de la paz y la concordia que el Evangelio de Cristo le impone.

sábado, 29 de noviembre de 2014

EL TRIGO Y LA CIZAÑA


                La conocida parábola que expuso Jesús a sus seguidores hablándoles del trigo y la cizaña, que refiere el Evangelio de Mateo (Mt. 13, 24-43), con la subsiguiente explicación del Maestro, tiene plena actualidad desde siempre en la Iglesia, como resulta de los lamentables sucesos de escándalos de clérigos y religiosos sobre abusos sexuales a menores, o a cierta vida disoluta, como mala administración de los bienes terrenales, y el mal ejemplo, por la incoherencia manifiesta con el estado clerical, religioso, o simplemente creyente y seguidor de Jesucristo, en contra de los valores evangélicos que El predicó.
                Así por numerosos y lamentabilísimos que sean los escándalos, no es nada extraño a la condición humana, que ya previó Jesús con la advertencia que lanza en la conocida parábola evangélica, para advertirnos que no es oro todo lo que reluce, como tampoco hay que desecharlo todo, pues junto al pecaminoso –y hasta ilegal actuar- de algunos miembros de la Iglesia está la enorme cantidad de gente que ha dado la vida por los demás, desde las misiones en países paupérrimos, exponiendo la salud y la propia existencia, pasando por el testimonio abierto, claro y valiente de los que testimonian las exigencias evangélicas de justicia, de fraternidad y de verdad en ambientes hostiles a esos valores, que les suponen la persecución, a veces con castigos carcelarios, detenciones injustas, e incluso crímenes contra estos.
                El ejemplo lo tenemos los cristianos en la vida de Jesús, en su Evangelio, que todo seguidor del Maestro de Nazaret ha de asumir como itinerario de vida ordinaria para poder alcanzar la Bienaventuranza prometida, cooperando a la venida del Reino de Dios a este mundo, que cambie la faz de la tierra, de un modo de vida materialista, consumista, hedonista, hipócrita, egoísta con el hermano, y falaz en sus postulados.
                Pero especialmente, en la actualidad apreciamos que –en medio de la tormenta no estamos solos- la Providencia nos ha enviado un Pontífice que con clara determinación está corrigiendo rumbos torcidos, hablando claro sin ambigüedades para que todo el mundo lo entienda, pero sobre todo volviendo al lenguaje y testimonio del Evangelio de Jesús, que en no pocas ocasiones ha quedado opacado por el ritual eclesiástico, por la ley de la iglesia o de una moral no bien concebida, y por ciertas prácticas inconexas con el auténtico mensaje cristiano, e incluso con la realidad existencial circundante. Pero sobre todo, por el dominio absoluto estamental de una institución eclesial que se ha mostrado muchas veces inclinada hacia los privilegios e intereses terrenales, exhibiendo un poder temporal que encajaba mal con el encargo espiritual, que ha hecho gala de extraordinario poder de una cúpula eclesial sacerdotal que ha ignorado tradicionalmente al pueblo de Dios, salvo para ejercer el mando sobre este.
                Por eso, no podemos dejar de reconocer la extraordinaria e impagable labor que el Papa Francisco está haciendo a la misión de la fe en Cristo, y a la Iglesia, por cuanto está clarificando una turbia realidad enquistada por el silencio cómplice que apostaba por la impunidad y la negación de la realidad indeseada. Sólo desde el reconocimiento de la verdad, desde la apertura y desinfección de la herida, se puede empezar a hablar de curación, con drásticas y ejemplares medidas que eviten que la cizaña asfixie al trigo.

                Y para ello, no cabe dudar sobre la ejemplaridad de medidas de drástica ejecutividad, apartando a los victimarios, a sus cómplices y encubridores de las labores de confianza sobre la grey que les ha sido encomendada, pues no se puede dejar “el rebaño al cuidado de los lobos”. Dicho lo cual, hay que reconocer también que no todo el monte es orégano, y que la Iglesia y sus miembros han realizado y siguen haciéndolo una benemérita labor por la humanidad en el ámbito social, amén de  la misión espiritual, de guía de conciencias en los auténticos valores del Evangelio que tan alto aporte de humanidad y convivencia fraternal suponen si se ponen en práctica con autenticidad.

domingo, 9 de noviembre de 2014

EN MEMORIA DEL PÁRROCO DE BULLAS Y LOS FELIGRESES QUE LE HAN ACOMPAÑADO

            
    En la mañana de hoy domingo, día de la Virgen de la Almudena, ha llegado la noticia del fallecimiento de Miguel Conesa, presbítero y párroco de Bullas, junto con catorce feligreses que venían juntos de Madrid de visitar la tumba de la Madre Maravillas, Carmelita Descalza de Bullas, donde desde hace poco más de do meses Miguel fue destinado como párroco por el Obispo de Cartagena.
                A la tristeza por tan luctuoso suceso, por las víctimas y por el dolor de sus familias, se une el dolor por la pérdida de Miguel Conesa, al que tuve ocasión de conocer y tratar –aunque no en profundidad- en su etapa de coadjutor en la Parroquia de S. Bartolomé de Murcia,  años pasados.
                Miguel era una persona excepcional, educado, cordial, acogedor, muy humano, con una clara disposición de servicio, en la parroquia ayudó considerablemente al entonces párroco, Juan Sánchez –actualmente canónigo honorario de la Catedral de Murcia-, al que estaba muy unido y le era muy leal.
                Miguel estaba siempre dispuesto a atender a quien lo requiriera, desde el confesionario, desde la conversación y el consejo amistoso y cercano, hasta la petición de cualquier servicio litúrgico, pues Miguel era un gran sacerdote, con un profundo sentido cristiano de la vida y una recia espiritualidad.
                En las manifestaciones que han hecho a los medios de comunicación los ciudadanos y feligreses de Bullas, han referido el agrado que le tenían, la simpatía que se había granjeado Miguel en el poco tiempo que llevaba entre las gentes de Bullas, que reflejan su actitud de servicio, acogida y acompañamiento que mantenía habitualmente sobre la feligresía, el pueblo cristiano y las personas en general. Era una persona de gran humanidad.
                Lamentamos mucho este desenlace, por todas la víctimas y sus familias, y en particular porque no volveremos a coincidir con Miguel en esta vida, aunque tenemos la esperanza, sustentada en la fe en Cristo –como la tenía Miguel- de la vida eterna, de la que esta vida es la antesala, un paso previo, en la que seguro que están Miguel y los que el Señor ha llamado con él en este trágico suceso, de manera que le haya concedido llevar a su grey a su presencia divina, como la condujo por este mundo. Y sobre todo, la esperanza del reencuentro de todos ante Dios por toda la eternidad.

                ¡Descansen en paz!.

sábado, 1 de noviembre de 2014

TENSIONES ECLESIALES EN EL ÚLTIMO SÍNODO DE LA FAMILIA


En el Sínodo sobre la Familia convocado por el Papa Francisco, para escuchar a la Iglesia sobre la actual situación de la familia en el mundo, y la posible adaptación eclesial a alguna de las nuevas realidades familiares, se ha producido un profundo y polémico debate, que pone de manifiesto importantes diferencias en el propio seno de la Iglesia en cuanto a determinadas concepciones del depósito de fe y su aplicación a nuevas realidades humanas.
Algo que el Papa Francisco ya sabía desde su convocatoria, y que probablemente por ser consciente de esas diferencias de percepción y criterio, convocó el referido Sínodo en la necesidad de reflexionar en el interior de la Iglesia sobre las nuevas realidades familiares, que han de motivar un análisis y debate para su acometida y acercamiento pastoral.
Sabido es que resultan cuestiones complejas, desde el punto de vista humano –con el consiguiente sufrimiento, que conlleva cualquier ruptura matrimonial, ruptura del amor y fracaso del proyecto matrimonial y familiar concreto, con rostros de personas sufrientes, muchos de ellos hermanos en la fe-, pero no menos complejas desde el punto de vista doctrinal, si se quiere apostar por una línea de infalible ortodoxia, que lleva quizá a deshumanizarse, y por paradoja, a descristianizarse. Acaso por aquello que la perfección no es humana, aunque hayamos sido llamados a la perfección en Cristo, por su gracia y puro don de su liberalidad, pues sin El, nada somos, como dijo el apóstol Pablo.
Pero no es menos cierto, que junto con el nuevo mandamiento del Amor, Jesucristo infundió una ética de misericordia a todo el comportamiento cristiano, se reunió con pecadores, no rehusó el conflicto con la legalidad, apelando al Espíritu, frente a la letra de la ley, sin por ello necesariamente derogar la ley, sino como bien dijo, a darle pleno cumplimiento, en el marco del Amor a Dios y a los hombres, en un marco de misericordia y de perdón.
Resulta pues, considerar el tema en ese contexto (de misericordia, de perdón, de acompañamiento, de no rechazo, de no juzgar, de aliviar sufrimientos al hermano que los padece, de evitar que se pierda). Por consiguiente, en ese contexto entendemos al Papa Francisco, que ante todo se siente Pastor de sus ovejas (las que Dios le ha entregado) para que no se pierda ninguna, y así ha decidido de forma valiente abordar un tema vidrioso y difícil como es la consideración de las nuevas realidades familiares, y en particular de los divorciados vueltos a casar, cuya situación de irregularidad nadie ignora, pero frente a la posición legalista de reprobación, e incluso rechazo farisaico, el Papa Francisco y la mayoría de los padres sinodales asumiendo tal situación, hacen primar la consideración de la misericordia y del amor, invitando a no juzgar al prójimo sino a cuidarlo, quererlo y acompañarlo, sea quien sea, y esté como esté, a facilitarle que pueda acercarse a la “Casa del Padre” a “curar sus heridas” de las dificultades de la vida, y a implorar el perdón de Dios.
En esta situación, ¿quién legítimamente está en condiciones de negarle su participación en la “Mesa del Padre”?, ¿sobre qué pretexto de pureza moral y espiritual se le niega la convocación a la “Mesa paterna”, cuando el mismo Jesús nos dijo que lo impuro no es lo que nos hace daño (lo que viene de fuera), sino lo que tenemos en el corazón cada persona?, ¿quién se atreverá a lanzar la primera piedra, asumiendo estar libre de pecado, juzgando y condenando en el nombre de un Dios que es Amor y Misericordia?.
Por tanto, este valiente y decidido gesto del Papa Francisco en hacer reflexionar a la Iglesia sobre estas difíciles cuestiones, que se mueven en sutiles líneas de pensamiento y obra, no es sino uno de los primeros pasos para volver a la Iglesia ante Cristo, para conocerle mejor, y seguirle mejor. Esta Iglesia del S.XXI tiene que volver sobre Cristo y dejar el legalismo farisaico, y el doctrinarismo de la falsa seguridad que posterga la humanidad sufriente de Cristo.

Naturalmente, toda reflexión sobre cuestiones complejas que afectan a replanteamientos de vida y doctrina, suelen ser no menos complejos, e incluso a no pocos les genera el vértigo de la duda ante un cambio de rumbo o tratamiento de determinadas cuestiones que se reconsideran de forma distinta, pero esa angustia de la incertidumbre, de la inseguridad, el cristiano ha de llevarla a la oración, primando la misericordia y mostrándose criatura ante el Amor de los Amores, que nos sostiene y nos muestra su camino. Por lo que no debe de escandalizarnos, ni preocuparnos que haya algunos padres sinodales inquietos y conmovidos con novedosos abordajes que no acaban de compartir o ver. El Señor se los irá haciendo ver, e incluso nos mostrará a todos el camino con el discurrir del tiempo, hasta su manifestación definitiva, según nuestra fe y nuestra esperanza.

domingo, 19 de octubre de 2014

BEATIFICACIÓN DE PABLO VI


                 El Papa Francisco, que recientemente promovió las canonizaciones de sus antecesores Juan XIII y Juan Pablo II, ha dispuesto la beatificación de Pablo VI, que ha tenido lugar en una solemne y multitudinaria ceremonia litúrgica presidida por el Papa en la plaza de San Pedro del Vaticano.
                Giovanni Battista Montini, nacido en Concesio, provincia italiana de Brescia, el 26 de septiembre de 1897, desde joven cursaría estudios eclesiásticos, ordenándose sacerdote en 1920, continuando estudios de Derecho Canónico en los que se doctoraría, entrando a formar parte de la Secretaría de Estado de la Santa Sede en 1922, con 25 años de edad, en donde realizó gran parte de su carrera eclesiástica en la diplomacia vaticana, con alguna estancia en nunciaturas como la de Polonia para volver a Roma en 1931 como profesor de la Academia Pontificia para diplomáticos, ascendiendo progresivamente en diversos puestos diplomáticos de la Santa Sede, destacando en su misión durante el gobierno de Musollini –que lo reprobó en varias ocasiones- así como su labor durante la II Guerra Mundial a favor de los refugiados  y prisioneros de guerra, llegando más tarde, a principio de los años cincuenta del pasado siglo, a ser estrecho colaborador del Papa Pío XII, que lo nombró arzobispo de Milán en 1955, pasando de la burocracia vaticana a un oficio pastoral directo, que tanto agradeció, gustando tener reuniones con intelectuales y artistas. Accediendo al cardenalato en 1958, y en 1961 el Papa Juan XXIII le nombrará para Comisión Prepraratoria Central del Concilio, para lo que le pidió se trasladara al Vaticano, lo que así hizo, teniendo una importante participación en la preparación y desarrollo del Concilio Vaticano II, que aunque lo convocara su antecesor, hubo de concluirlo como Papa Pablo VI – tras su elección en cónclave de 1963- .
                Pablo VI fue un intelectual de formación ilustrada, abierto al diálogo, serio, introspectivo, pero eminentemente respetuoso, que tenía fama de progresista en la Iglesia católica de su tiempo, haciendo un intento de profunda divulgación de la doctrina católica en todos los foros de actividad social, económica, laboral, etc; destacándose por su especial interés y dedicación al apostolado de los laicos. Concluyó el complejo Concilio Vaticano II con unas prioridades centradas en: una mejor comprensión de la Iglesia, la renovación eclesial, la restauración de la unidad de los cristianos, y el diálogo con el mundo contemporáneo. Logrando una puesta al día de la Iglesia, en la línea del señalado aggiornamento por parte de Juan XXIII.
                Así fue fundamental en su pontificado la reforma de la liturgia eclesial, consecuencia del Concilio Vaticano II y de la propia Iglesia, su apuesta por el diálogo ecuménico  e interreligioso, la reforma de la Curia Vaticana con la instauración del Sínodo de Obispos, y el diálogo con toda la humanidad como medio de encontrar la verdad, desde la consideración de respeto e igualdad de todos los participantes en el diálogo, para entre todos lograr la verdad.

                Por consiguiente, con esta beatificación, se logra ensalzar la figura pastoral y pontifical de Pablo VI, como lo han sido los procesos de canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, que han sido pontificados de enorme relevancia en la Iglesia contemporánea, y en especial de ponerla al día al tiempo que volver a las raíces evangélicas de Cristo, en la línea de desarrollo conciliar del Vaticano II, que refleja el fino talante de reconstrucción evangélica del pontificado de Francisco.

domingo, 12 de octubre de 2014

LOS SCOUTS CATÓLICOS DE MURCIA EN ACTIVIDAD


El grupo Loyola de los Scouts Católicos de Murcia ha iniciado sus actividades del curso 2014-2015 con una concentración de sus componentes y familiares en el Santuario de Ntra. Sra. de la Fuensanta de Murcia, en cuyas inmediaciones hicieron la presentación de actividades del nuevo curso, y llevaron a cabo una mañana de convivencia en un sábado otoñal murciano.
Los Scouts Católicos son un grupo específico de la familia de los Scouts de España, los conocidos como exploradores, que han querido marcar el contenido de sus actividades infantiles y juveniles bajo la modalidad católica del cristianismo, pretendiendo llevar a las nuevas generaciones de infantes los valores de compañerismo, actividades en la naturaleza, convivencia y apoyo –propios de los exploradores juveniles- compaginándolos con los valores evangélicos del cristianismo, en su modo de vivirlos católico, de forma que desarrollan una importante labor de formación infantil y juvenil en valores humanos y cristianos, con la consiguiente acción pastoral y evangélica sobre los mismos y sobre los núcleos familiares de sus pequeños miembros.

También procuran integrar a los padres y madres de familia en la labor formativa, tanto de sus hijos, como propia, propiciando un calendario formativo de charlas y coloquios para todos sus miembros.

Esta labor que está elaborada conforme al pensamiento y acción de los grupos de Scouts Católicos se desarrolla en plena comunión con la jerarquía eclesiástica, que en la diócesis murciana de Cartagena se lleva a cabo con el beneplácito episcopal, y en concreto el grupo al que hace referencia la presente crónica, el grupo Loyola viene siendo acogido y asistido por los PP. Jesuítas en Murcia, en concreto por el P. Justo Prieto, en el Centro Loyola de Murcia, sito en la calle del Arco de Sto. Domingo,  2ª planta, a la que pueden dirigirse todos los que estuvieran interesados en este tipo de actividad, y bien en dicho centro o en otros más próximos a sus domicilios podrían integrarse en esta benemérita actividad social y pastoral.

LOS FRANCISCANOS SEGLARES TIENEN NUEVO CAPÍTULO


La fraternidad de la Orden Franciscana Seglar(OFS) en Murcia ha celebrado nuevo Capítulo habiendo renovado las responsabilidades y servicios en su seno,  con la elección de un nuevo Consejo de la misma.
La OFS mantiene así su dinamismo y actividad en la Región de Murcia y provincias vecinas, como la tiene en el resto del orbe, agrupando a seglares franciscanos que siguen el Evangelio de Cristo según el carisma de Francisco de Asís, con especial preferencia a la oración, contemplación, asistencia a los hermanos más necesitados, y servicio a la Iglesia, con el sentido de minoridad y austeridad que Francisco aconsejó a sus seguidores, como él lo practicó en vida.
La OFS, también conocida como la Orden Tercera Franciscana, vino a completar con su erección por S. Francisco a las dos primeras órdenes creadas por el santo de Asís (la Orden primera o de los frailes menores – OFM-, la segunda Orden – de las damas de la pobreza, o clarisas, por su cofundadora: Clara de Asís- que recogió a las religiosas) y que de esta forma acogía a aquellos laicos que se acercaban a la familia franciscana a tratar de seguir a Cristo, según los consejos y la forma de imitarlo de S. Francisco, que en una primera fase fue puramente penitencial, y que con el devenir del tiempo y las sucesivas adaptaciones de su regla (independiente de la de los frailes y las monjas) ha dado la posibilidad de incorporarse a los seglares, y aún a algún instituto religioso que ha seguido la misma.

En la provincia de Murcia existen fraternidades en Murcia capital, en la Iglesia de la Merced; en Lorca, en el Santuario de la Virgen de las Huertas; en Cehegin, en el convento franciscano; en Cieza; en Jumilla, en Sta. Ana del Monte; en Yecla, Cartagena y Mula.

domingo, 5 de octubre de 2014

RECORDANDO A SAN FRANCISCO



Otro cuatro de Octubre nos recuerda a San Francisco, uno de los santos más auténticos de la cristiandad, en el día de su encuentro con el Padre Eterno, que ocupa en el santoral la memoria del santo patrón de Italia, para la onomástica de los numerosísimos Franciscos y Franciscas que llevan el nombre del Serafín franciscano.

Francisco, que como otras personas llamadas por Dios para un especial seguimiento, comenzó joven a cuestionarse su destino, su vida y sobre todo el seguimiento de Cristo, y el cumplimiento de la voluntad de Dios. Algo en lo que, fruto de su profunda conversión al Evangelio de Cristo, le posibilitó romper con los lazos de afectividad familiar, que tenían un proyecto de vida para el joven Francisco muy distintos de los que tenía el propio Señor en cuya plena confianza, Francisco esperó con su total entrega, y ruptura con esos lazos familiares, especialmente el paterno –que pese a su buena voluntad humana, no entendió el camino de su hijo en pos de Cristo-.

La conversión de Francisco conllevó una profundidad y una hondura en el rumbo que dio a su vida en el seguimiento de Cristo, que le propició el seguimiento de numerosos hombres y mujeres de todos los tiempos posteriores al santo de Asís, en un peculiar y profundo carisma cristiano de fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta, sobre la base de la oración, la contemplación y adoración del Misterio divino, cuyo reflejo supo verlo en la misma creación, y expresarlo bellamente en el canto de las criaturas en alabanza plena a Dios.

Su total entrega a la Providencia divina, su especial sensibilidad en la práctica de la caridad con todos, su particular dedicación a los pobres, y su praxis vital desde la pobreza y la minoridad, llegaron al “núcleo esencial del Evangelio”, que Francisco trató de llevar a su vida, para seguidamente llevar su vida al Evangelio, en una unidad de acción incontestable.

A ello hubo de añadir la gracia que Dios le otorgó, dándole hermanos, muchos de los cuales también vivieron dando testimonio de santidad, como la Iglesia lo ha reconocido elevándolos a los altares. Siendo de especial relieve la figura de Clara de Asís, contemporánea de Francisco, que en su seguimiento fundó las “hermanas pobres” (actuales “clarisas”), como rama femenina del franciscanismo, con especial dedicación a la oración y contemplación en clausura. De tal manera que nacieron las órdenes religiosas franciscanas, que inicialmente se vertebraron en tres:

-     La orden de frailes franciscanos (que posteriormente se articuló en “conventuales”, por un lado, “menores”, por otro, y “capuchinos”, según particularidades en la interpretación de la regla franciscana.

-     La orden de religiosas franciscanas, que fueron las “clarisas” (dando lugar también a grupos de religiosas “capuchinas”, “concepcionistas”, etc.) que siguen el carisma franciscano femenino, de Clara de Asís.

-     La orden tercera especialmente dedicada a seglares para vivir el cristinanismo según el carisma franciscano. Esta última regla ha sido tomada en la Iglesia, no sólo por seglares, sino también por algunas congregaciones de religiosas, como forma de vida de sus respectivos Institutos religiosos.

En definitiva, toda una estela de grandes frutos de fe, testimonio evangélico y trabajo por la Iglesia el que dejó, como legado San Francisco, que junto a su inmensa labor –pese a su corta vida- y la de sus seguidores, han llevado su testimonio y forma de vivir a todos los rincones del orbe, donde se recuerda a Francisco y a sus seguidores con especial simpatía y gratitud. No en vano, el actual pontífice Bergoglio, quiso acoger su nombre para su nuevo estado de pontificado, como doble signo de cercanía a los pobres y a la vida sencilla y austera; y también, como signo de reconstrucción de la Iglesia para acercarla más a Cristo, según el encago que del mismo Cristo recibió el santo de Asís de crucifijo de la pequeña iglesia de San Damián.

 

lunes, 29 de septiembre de 2014

MANIFIESTO SOBRE EL ABORTO


Instituto Emmanuel Mounier - Asociación Civil
Las mujeres y los hombres que formamos parte del Instituto E. Mounier, frente a quienes propugnan hoy una nueva ley del aborto, afirmamos:

El valor inviolable de la vida humana
Afirmamos que toda vida humana tiene una dignidad y un valor inviolables. Ninguna consideración legal, cultural, política, científica o económica puede autorizar a disponer de esa vida y mucho menos a eliminarla. Ninguna votación puede legitimar un atentado contra la vida humana.
Porque estamos hablando de vida humana
Desde el momento de la concepción estamos en presencia de una vida humana diferente a la de la madre que la alberga y del padre que contribuyó a engendrarla. Esta realidad es indiscutible. Por la aplicación del principio de prudencia, bastaría incluso con que cupiese la menor duda al respecto para que, por precaución, se protegiera esa vida humana. Por lo tanto, es a aquellos que defienden que esa vida humana puede ser eliminada a voluntad a los que corresponde la carga de la prueba: si no pueden probar, más allá de cualquier duda razonable, que no estamos tratando con una vida humana diferente de la madre, tampoco pueden defender la legitimidad de su eliminación.
El aborto no es un derecho
Nadie tiene derecho a disponer de una vida humana. El fruto de la concepción no es una parte del cuerpo de la mujer, sino una vida humana diferente, y, por tanto, no se le puede reconocer a la mujer el derecho a abortar.
El carácter socialmente conservador-reaccionario del aborto
Para algunas mujeres, quedarse embarazadas supone enfrentarse a un drama, porque puede llevarles a perder su empleo, sufrir rechazo social, etc. En lugar de afrontar estas circunstancias objetivas de injusticia y apoyar a las mujeres para que en ningún caso vean recortados sus derechos y su bienestar por la maternidad, el aborto representa una medida conservadora que deja intactas las situaciones de opresión de la mujer y responsabiliza a ésta de “resolver su problema”. Es la solución fácil, conservadora e insolidaria. Se da la espalda a la mujer, de manera que la transformación de las condiciones sociales injustas que la llevan a abortar se hace innecesaria. ¿Para qué destinar recursos a educación sexual, a guarderías públicas gratuitas, a permisos de maternidad decentes (seguimos a la cola de Europa), a medidas laborales y sociales que protejan efectivamente a la mujer y a su familia? Para muchos, en esta sociedad, es mejor que aborte; así podemos mantener la tranquilizadora ficción de que es ella quien decide libremente y podemos mantener el orden socioeconómico establecido. Que ella se apañe con su drama. Frente a este cinismo, nosotros decimos ¡no!: todos y cada uno somos responsables.
El aborto, forma extrema de violencia contra la mujer
En la propaganda oficial se incide exclusivamente en aquellas situaciones más dramáticas en las que una mujer quiere abortar y no se le permite hacerlo. ¿Es menos dramática la situación de aquellas mujeres que no desean abortar y se sienten presionadas a ello por su pareja, su empleador o su familia? ¿Sólo las mujeres que desean abortar son dignas de apoyo? No podemos cerrar los ojos a la realidad: lo que se intenta presentar como un derecho de la mujer, como un progreso en la emancipación femenina, demasiadas veces no es más que una terrible forma de violencia contra la mujer, en aquellos casos en que el aborto se produce por la presión de la pareja, la familia, el empleador o el qué dirán. Esta realidad incómoda es especialmente patente en casos como el feminicidio prenatal masivo en la India (por la presión social: la necesidad de dar una dote a las hijas puede llevar a la miseria a una familia) o en China (por la suma de la presión gubernamental y su política del hijo único, y el machismo social que prefiere que el hijo único sea un niño). Millones de mujeres son eliminadas cada año antes de nacer sóloporque son mujeres. Presentar como derecho esta forma de violencia contra las mujeres sólo porque se ejecuta antes del parto, y no después, es sangrante y demencial.
El padre existe
En la legislación actual y en las reformas que se proponen, el papel del hombre que ha engendrado esa nueva vida humana es prácticamente inexistente. Nosotros reconocemos su plena corresponsabilidad y reclamamos que se contemple esta corresponsabilidad a todos los efectos en la legislación, tanto en los derechos como en los deberes.
No a la despenalización
Sabemos que se dan situaciones excepcionales de enorme dramatismo, y para ellas existen los atenuantes que sean necesarios. Pero también sabemos que hay empresarios matarifes, médicos y sanitarios sin escrúpulos, mujeres que emplean el aborto una y otra vez sin situación de necesidad alguna, como si fuera un método anticonceptivo. Todas estas conductas, cada una en su justa medida, merecen una reprobación social que sólo se tomará en serio si se aplica todo el peso de la ley sobre quienes la violen. La legislación penal en España no está concebida primordialmente como castigo, sino que cumple también una función pedagógica y disuasoria, al expresar de la manera más clara el rechazo social que despiertan determinadas conductas. Esto ha quedado patente, por ejemplo, con el endurecimiento de las sanciones para las infracciones del tráfico: lejos de llenarse las cárceles de conductores, como preveían los agoreros, este endurecimiento de la legislación ha reducido significativamente el número de víctimas de la carretera, salvando cientos de vidas cada año. Si queremos reducir el número de abortos, no podemos renunciar a la legislación penal.
La actual ley
El tercer supuesto de despenalización del aborto, en la ley actualmente vigente, se ha convertido en un coladero por el que se ha introducido de hecho el aborto libre. Para evitar este fraude de ley se propone liberalizar el aborto. Nosotros, que también estamos contra la ley vigente, creemos que es intolerable este fraude de ley y que, si las Administraciones hicieran cumplir la ley, se reduciría mucho el atroz número de abortos.
Experiencias de otros países
Desde los defensores del aborto libre se reclama la equiparación de nuestra legislación con la de otros países en las que el aborto se reconoce como derecho. Nosotros pensamos que el debate público sobre el tema debe examinar no sólo las legislaciones sino también las experiencias de países en los que existe este aborto hace mucho tiempo. Los ciudadanos tienen derecho a saber que en muchos de estos países no sólo no se ha reducido el número de abortos, sino que se ha comprobado a lo largo de las décadas que el aborto produce también graves secuelas individuales y sociales. Países pioneros como Rusia o el Reino Unido son hoy escenario de encendidas polémicas y movimientos contrarios que deberían darse a conocer también en España.
Es necesario un debate público no manipulado sobre el aborto
Nos enfrentamos a un juego con las cartas marcadas, pero éstas no se pueden manejar en nombre de todas las mujeres, dado que también existen otras voces discordantes sobre la referida ley, que defienden que la persona debe ser siempre la medida de todo. Los medios de comunicación y el parlamento no pueden ocultar o acallar las voces que discrepan de su línea ideológica. Todas las partes deben ser escuchadas sin prejuicios.
El drama del aborto y sus secuelas
En la discusión pública se debe tener en cuenta las secuelas que puede producir el aborto, especialmente las repercusiones psíquicas para la mujer, como el conocido y silenciado “síndrome postaborto”, vivido con frecuencia en la soledad e incomprensión y cuyas consecuencias pueden llegar a ser trágicas (depresiones y otros trastornos psiquiátricos, incremento de la tasa de suicidios, de siniestrabilidad, etc.).
Contra la eugenesia
Denunciamos el genocidio silencioso que se está produciendo al amparo de la actual ley del aborto (y que sólo puede aumentar si ésta se amplía). En la actualidad, por ejemplo, se elimina al 95% de los fetos afectados por síndrome de Down. El resultado, según estadísticas fiables, es que la proporción de personas afectadas por el síndrome de Down ha bajado a la mitad entre los años 1985 y 2002 (de 14.8 a 8.2 por cada 10.000 habitantes). Igual que hacían los nazis, decidimos quién es digno de vivir y quién no. Los nazis lo hacían por mejorar la raza y no reparaban en minucias como si el feto había nacido o no. Nosotros lo hacemos por motivos “humanitarios” pero, eso sí, sólo antes de nacer: una vez que nacen les damos todos los medios para que lleven una vida plena, organizamos juegos olímpicos especiales e incluso les dejamos hacer preguntas al presidente del gobierno en los programas de televisión. Y esto por ahora, ya que esta hipocresía social encubre un proyecto antropológico en el que sólo tienen cabida los “aptos”, los sanos, etc. No tan diferente del de los nazis, al fin y al cabo. Los siguientes pasos de este proyecto ya están a la vuelta de la esquina: eutanasia, selección (destrucción) de embriones, primero para “curar”, luego para elegir el sexo del bebé, el color de ojos… o algo peor.
Frente al ocaso de la sociedad y la humanidad

Este proyecto antropológico no sólo no está a la altura de la dignidad humana, sino que lleva también al ocaso demográfico y moral de nuestras sociedades, dejándolas inermes ante el futuro y ante otros proyectos más cohesionados. Nuestro rechazo del aborto es sólo el lado negativo que acompaña necesariamente una firme actitud de afirmación de la vida humana. Esta afirmación de la vida reclama enérgicamente la protección de la infancia en todo el mundo, especialmente en las sociedades más empobrecidas. Según los datos publicados por UNICEF, 9.7 millones de niños menores de cinco años mueren cada año, y la mayoría por causas evitables. Estas cifras inaceptables son indicativas de un desorden moral y político que hay que combatir; pero una humanidad que tolera millones de abortos nunca tendrá la sensibilidad y el coraje necesarios para erradicar tantas muertes infantiles.

lunes, 15 de septiembre de 2014

EN ITALIA TRAS LAS HUELLAS FRANCISCANAS


El que esto escribe ha participado de una peregrinación franciscana por Italia tras las huellas de San Francisco, como uno de los grandes santos de la cristiandad, exponente de la vivencia evangélica íntegra, en lo que supone un riguroso seguimiento de Jesús.
Estos días de peregrinación por tierras de Italia han sido una gran bendición para los que la hemos realizado, pues hemos tenido la ocasión de acercarnos a una de las experiencias de fe más profundas, como es la franciscana, en el legado que tanto Francisco como Clara de Asís han dejado a sus seguidores y  en general a la cristiandad.
Como en toda peregrinación, se llevó la intención de acercarnos desde nuestra experiencia de fe al testimonio y vida de los grandes santos de la familia franciscana, pudiendo vivenciar en su legado, los lugares donde vivieron y dieron testimonio de su fe, cómo se fiaron de Dios profundamente, poniéndose en sus manos, viviendo en profundidad su Evangelio, en la humildad de los últimos, con la pobreza evangélica del que todo lo pone en manos del Señor, su austeridad –que nos denuncia tanta comodidad y tanto consumismo de la vida moderna-, sus fraternidades –auténticas casas de acogida de hermanos iguales, y honda espiritualidad- en los que se conjugaba el amor a Dios y a los hombres –hermanos en el Señor-. ¡Toda una rica experiencia de fe!. ¡Qué gran ejemplo!. ¡Qué revulsivo para imitar!.

Lugares como Padua, donde está enterrado San Antonio, ese gran sabio franciscano, que asumió el estilo humilde, pobre y de servicio de Francisco, habiendo dejado de lado sus éxitos académicos y profesionales, para dedicarse a la oración y al servicio a los demás. En Padua todo rezuma recuerdos del santo franciscano, al que en Italia se le venera con gran reverencia, como queda testimoniado por los numerosos escritos, flores y fotografías de feligreses que se han dejado en su tumba, en las numerosas peregrinaciones que recibe habitualmente en la basílica de esta ciudad del norte de Italia.

También resultó sobrecogedora la visita al monte La Verna, en medio de un bosque montañoso de la región italiana de La Umbría, a unos 1.200 mts. sobre el nivel del mar, en que se alza también otra basílica franciscana que recuerda la estancia de San Francisco en las cuevas donde oraba, y en las que le aparecieron los estigmas de Cristo.
No menor impresión suscitaron el Monasterio de Greccio excavado en plena piedra de un alto monte, donde Francisco creó el primer belén; o incluso las cárceres (cuevas) de Asís en que en medio del monte Francisco y sus frailes se retiraban a orar viviendo en unas cuevas con el rigor propio de su pobreza y del medio forestal.
Siendo de resaltar, Asís ciudad natal del santo italiano, en la que se erige un complejo eclesial en el extremo elevado de la misma, con dos basílicas superpuestas que le recuerdan, donde reposan sus restos mortales, y al que peregrinan miles de personas, en recuerdo del patrón de Italia. Y ello, sin olvidar a Clara, fundadora de la orden segunda franciscana (clarisas) cuyo recuerdo aún permanece vivo en el pequeño y modestísimo convento de San Damián en la campiña de Asís, y en la basílica que se construyó posteriormente en su memoria en el mismo pueblo, donde reposan sus restos mortales.

La basílica de Ntra. Sra. de los Ángeles, al pie de la montaña de Asís, construida por orden papal para albergar la pequeña cabaña de la porciúncula donde S. Francisco y sus frailes iniciaron su andadura, y donde la devoción popular hace que se concentren habitualmente gran número de feligreses a rezar, siendo de reseñar el multitudinario y emotivo rezo del rosario con ulterior procesión con antorchas acompañando a la virgen por la amplia plaza de la basílica, al canto de himnos marianos, que ponen de manifiesto la gran devoción que se siente en Italia por la figura de María, y también de los santos franciscanos.
En definitiva una grata experiencia religiosa, recomendable para el que pueda realizarla, pues toda peregrinación supone una salida del ámbito personal y rutinario, para buscar el encuentro con el Misterio de la fe, en sus diversas manifestaciones que lo testimonian.


Para concluir, cabe mencionar la obligada visita a Roma, donde tuvimos ocasión de asistir a la habitual audiencia de los miércoles con el Papa Francisco, en la que la plaza de S. Pedro estaba a rebosar con una estimación en torno a las 20.000 personas, donde tuvimos ocasión de escuchar a este gran Pastor que nos ha propiciado el Espíritu, que nos instruyó sobre las obras de misericordia, cuestión que no es baladí para nuestra fe.

jueves, 28 de agosto de 2014

MOVIMIENTOS CLAVE EN EL EPISCOPADO ESPAÑOL


El Papa Francisco, tras poco más de un año de su pontificado, empieza a aprovechar los relevos episcopales –por las forzosas jubilaciones de algunas mitras- para hacer los nombramientos que estima más acordes con su nueva línea pastoral. Así aprovechando el retiro de Mons. Rouco Varela –precisamente en este día de S. Agustín-, ha designado para la archidiócesis de Madrid a Mons. Osoro –arzobispo de Valencia-, y en el lugar de éste en Valencia, ha nombrado a Mons. Cañizares.
            En cuanto al primer movimiento –como ya comentamos en nuestro anterior artículo-, parece que tiene su lógica por cuanto supone un estratégico puesto de la Iglesia española, para imprimirle a esta los aires de renovación eclesial que propugna el Papa Francisco, en una línea de retorno abierto al Evangelio (servicio y primacía por los pobres, austeridad, sencillez, presteza en la atención a la feligresía, fraternidad eclesial, etc.).
            Sin embargo, el nombramiento para la archidiócesis de Valencia del cardenal Antonio Cañizares, no parece que sea un movimiento en la misma línea, puesto que Cañizares –ahora más discreto en sus últimas declaraciones, en la línea del nuevo pontífice, se ha adaptado a los nuevos tiempos-, puesto que no lejos están sus diatribas desde la cátedra de primado de Toledo desde donde ejerció un magisterio y una pastoral de línea más tridentina que vaticana, sin mencionar aquellas fotos que se publicaron de él presidiendo un acto litúrgico de un grupo tradicionalista en la que aparecía vestido como un cardenal del medievo con una cola de varios metros de extensión, sobrellevada por varios oficiantes, impropias de una Iglesia postconciliar, y aún más evangélica, que dio paso al ridículo público y hasta al escándalo.

            Además, del paso de Mons. Cañizares por la curia vaticana apenas va a quedar huella de su labor y obra al frente de sus responsabilidades, y más bien parece que su presencia en la misma estaba amortizada, por lo que su nombramiento en Valencia –su tierra natal- bien pudiera interpretarse como una forma de quitarlo del círculo próximo del gobierno eclesial romano, con el señuelo de la sede arzobispal de su “patria chica”, como paso previo a la obligada jubilación.
            Pues aunque Cañizares haya captado pronto el nuevo tono pontifical y procure su reproducción por medios propios, no hace sino presentarle como un probabilista adaptativo, que se “aggiorna” con docilidad; de manera tal, que este movimiento no aparenta tanto ser de tipo renovador sino “despejador”, para que deje paso en su actual puesto de la curia a persona de mayor sintonía con el actual pontífice.
            Y es que a diferencia de un relevo gubernamental, en cualquier país del mundo, en que el nuevo presidente puede nombrar sus ministros y sus prefectos o delegados gubernamentales afines, en provincias; en la Iglesia, los cargos episcopales son vitalicios hasta la jubilación o renuncia del interesado, de manera que los cambios de sintonía en la cadena jerárquica eclesial suelen llegar con cierta demora, salvo en el caso de “conversos” que ya se saben que se muestran con extraordinario entusiasmo.
            Sin embargo, hoy día de S. Agustín, acaso sea bueno recordar el lema de la familia agustiniana (“ánima una et cor unum in Deum”) para desterrar cualquier tipo de cabildeos, desuniones y disensiones en el seno de la propia Iglesia, más allá de las sensibilidades carismáticas existente en la misma, que por el contrario la enriquecen.

            Por ello, en la esperanza de ser conducidos por el Espíritu –que sopla donde quiere y cuando quiere- en la singladura de la barca eclesial, consideremos que todo haya de ser para mayor gloria de Dios.

viernes, 22 de agosto de 2014

SE DESPEJA LA INCÓGNITA DEL ARZOBISPADO DE MADRID


             Mons. Carlos Osoro, actual arzobispo de Valencia y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española, ha sido el designado por Roma para suceder al cardenal Rouco en la sede episcopal madrileña.
            La elección de Mons. Osoro, parece haber sido una apuesta personal del Papa Francisco, para renovar la iglesia matritense, pues el Cardenal Rouco deja una archidiócesis con importantes necesidades de renovación, en formas y fondos, que plasmen el nuevo estilo de apertura eclesial que está ofreciendo el Papa Francisco.
            Mons. Rouco, con una formación eclesial tradicional –unida a la de su condición de canonista- imprimió a su labor eclesial en Madrid un perfil tradicionalista y autoritario, reproduciendo un esquema de Iglesia jerárquica y dogmática, de forma análoga a como hizo al frente de la CEE, cuyos efectos aún perviven en la línea editorial que han venido plasmando destacados medios de comunicación eclesial tales como la COPE o 13 TV, especialmente escorados hacia posiciones sociales tradicionalistas y políticas abiertamente de derechas, que en plena crisis económica han puesto de manifiesto serias carencias de sensibilidad social, que eran de esperar en un entorno eclesial y evangélico. Algo, consecuente con el clamoroso silencio de un sector notable del episcopado sobre la crisis económica y social, que debió de haberse roto para interceder por los necesitados, los nuevos pobres, damnificados de esta crisis, aprovechando para difundir la riqueza de contenidos de la Doctrina Social de la Iglesia.
            Tal hecho, generaba un extraño y paradójico contraste entre las declaraciones del Papa Francisco y la actuación de la jerarquía eclesiástica española, salvo honrosas excepciones.
            Por consiguiente, con el relevo de Rouco al frente de la CEE, a cuyo frente se incorporó Mons. Ricardo Blázquez, y ahora con el acceso de Mons. Osoro a la archidiócesis de Madrid, creemos que la Iglesia española ya tiene al frente dos importantes prelados de perfil más abierto en comunión con el nuevo Pontífice, para que la renovación eclesial que está impulsando el Papa Francisco –no sin grandes resistencias de parte de la propia jerarquía y curia vaticana- pueda llegar a la Iglesia española, y en concreto al común de la feligresía.
            De la trayectoria de Mons. Osoro se conoce que es un hombre de pastoral abierta, de cercanía a la feligresía (“pastor que huele a oveja”, en palabras del Papa Francisco), que tiene claro que es el Pastor de todos los católicos de su diócesis, sean de la procedencia que sean (opus, kikos, fieles comunes, religiosos, etc.), y sobre todo, que está al servicio de todos. ¡A ver si profundiza en ese espíritu y pronto cala en su nuevo destino, dinamizando una importante parte de la Iglesia española!.

            Por otra parte, se tienen noticia de los habituales cabildeos que suelen generarse en estos movimientos, para que cada “grupo de presión” coloque a su propio candidato, algo a lo que no se ha sustraído el propio Rouco que movió ficha a favor de uno de sus auxiliares, y alternativamente a favor del arzobispo de Toledo, buscando una continuidad de un perfil eclesial, que al parecer pretendió perpetuar, que no ha tenido el eco necesario en Roma para lograr sus propósitos. Hecho, que pone de manifiesto, el concepto peculiar que algunos eclesiásticos tienen de la Iglesia, acaso con la mejor de las intenciones, pero que no parece sea una idea de Iglesia  de los fieles, ni providencialista, ni mucho menos al servicio de la feligresía, sino más bien como una estructura de poder y dominio, conforme al cual se toman posiciones y se procura su acceso al cargo para consolidar o ampliar el poder personal o grupal. ¡Qué pena, pero qué suerte que no lo hayan logrado!. Bien le valdría –a quien así pensara- meditar sobre la libre acción del Espíritu Santo en su Iglesia.

domingo, 10 de agosto de 2014

miércoles, 16 de julio de 2014

UNA NECESARIA KENOSIS DE LA IGLESIA ESPAÑOLA


La sociedad española actual ha sufrido un profundo cambio en las últimas décadas, lo que traducido al ámbito religioso puede considerarse incluso abismal. Así de la “España católica”, tradicionalista (“del Imperio hacia Dios”), hemos llegado a una “España laica” (acaso más indiferente que no creyente), que además está inserta en una cultura secular, pese a que nominalmente el número de españoles católicos sea mayoría.
Esta sociedad que es multicultural con aportes de diversas culturas de sectores sociales en inmigración, ha planteado la generación de diversos grupos de diferente credo religioso, algunos de los cuales va teniendo significativa presencia, aún en minoría, que ha de respetarse en el conjunto general, de una sociedad democrática, libre y plural.
Por consiguiente, se hace necesario replantear la actuación del Estado (en concreto, del ámbito público institucional, en sus diversos ámbitos) en el hecho religioso; y acaso, puede que fuera necesaria la revisión de los Acuerdos con la Santa Sede, para adaptarlos a la cambiante realidad social española actual, en la que ya no cabría hablar de trato de privilegio a una determinada confesión, como habitualmente ha sido el caso de las relaciones del Estado español con la Iglesia católica.
De lo contrario, no sólo se podría estar cometiendo una injusticia social, por trato desigual –que podría ser anticonstitucional- en razón del credo religioso, sino que si, por el contrario, se pretendiera igualar el trato que se da a la Iglesia católica con respecto a la generalidad de grupos religiosos, la complicación del protocolo de actuación pública alcanzaría límites inimaginables, hasta dejar patente la práctica imposibilidad. Por tanto, parece más lógico, extender un trato igualitario de relaciones, pero concluir ante cualquier tipo de colaboración en el ámbito institucional; en cuyo caso, habría que dar por concluidas las capellanías de prisiones, de los hospitales, del ejército, etc. De manera que cada fiel creyente, actúe en público como deba de hacerlo y le dicte su conciencia, pero las manifestaciones litúrgicas religiosas, las reserve para su ámbito doméstico o grupal (su templo, mezquita, sinagoga, salón, etc.). Algo en lo que el Estado no debe entrar, una vez respetados los derechos y libertades públicos de cada grupo, en evitación de actuaciones sectarias de índole criminal.
Un caso del anacrónico desfase cultural se está dando en la Universidad Complutense de Madrid que contando con 8 capillas católicas, pretende cerrarlas para su uso docente (como aulas universitarias), dando opción a dejar alguna de ellas previo pago del uso de la misma por parte del arzobispado de Madrid. Entre tanto, algunos presbíteros junto a universitarios están celebrando misa en los pasillos de la Universidad, en señal de protesta por la pretensión del rectorado.
Este conflicto se habría ahorrado si se hubiera solventado ya esta cuestión, pues la feligresía universitaria, afortunadamente tiene templos próximos a su lugar de estudio donde poder rezar; debiendo tener claro que a la Universidad se va a estudiar e investigar. Y ambas actividades no están encontradas, pero tampoco han de estar mezcladas, más allá de una madura y coherente conciencia del fiel creyente que en su trabajo habrá de actuar según sus creencias, y rezar a Dios (como dijo Jesús, en lo oculto de tu estancia, no para que te vean). Pues también dijo que no todo el que dijera “Señor, Señor” era digno de El.
Con esto, quiero introducir una breve pero clara reflexión sobre posibles actitudes hipócritas, intransigentes y faltas de caridad, que nos imposibilitan acercarnos a la humanidad del prójimo sufriente y poder quererle –como Dios mandó-; so pretexto de diferencias de credos, ostentaciones de estado y privilegios. En definitiva, ¡dar la nota!; en vez de estar cercano al otro, ser signo de unión en la diversidad.
En este sentido, creo que la Iglesia española ha de empezar a replantearse muchas cosas en esta línea, como sería el caso del pago de los impuestos –como cualquier otra persona física o jurídica en España, en concreto el IBI-, muy necesario y conveniente siempre, pero especialmente más en momentos de crisis económica en que toda recaudación es poca para atender a tanta necesidad social; pasarle al Estado el mantenimiento junto con la exhibición de museos y demás patrimonio artístico y suntuario; dejar los “palacios episcopales”, y aplicar tantos inmuebles a recoger a las familias desalojadas por los desahucios bancarios. Y junto con ello, apartarse de toda gestión financiera (en sus diversas formas de explotación bancaria); para finalmente redefinir la línea editorial de la Cadena COPE y de 13 Tv (de titularidad eclesiástica) que no parecen ser reflejo del “sensus fideli” del pueblo cristiano español.

Todo ello, habría de suponer una “kenosis eclesial” (un vaciamiento de su propia realidad económico social) a favor de una Iglesia más evangélica según el testimonio de Cristo y los Apóstoles, algo que no le debería ser ajeno a la Iglesia, por cuanto el propio Dios se hizo hombre y descendió hasta la muerte en cruz para su gloriosa resurrección. He ahí el milagro que en la fe de Cristo cabría esperar, desde nuestra Iglesia española, más pequeña, más débil, humana, cercana y fraterna, que sea instrumento de paz y concordia, no de discordias falaces.