domingo, 22 de febrero de 2015

FRANCISCANOS SEGLARES DE LA PROVINCIA CARTAGINENSE REALIZAN UN RETIRO EN ALBACETE


              La Orden Franciscana Seglar (OFS) de la provincia franciscana cartaginense (que comprende el amplio territorio de las provincias de Murcia, Alicante, Albacete, Cuenca, Almería y de Granada hasta Guadix), se han reunido en Albacete, este último fin de semana de febrero para realizar el retiro espiritual de cuaresma.
                Así en la casa de ejercicios de la diócesis de Albacete se han reunido cerca de medio centenar de franciscanos seglares, asistidos por el P. Francisco Oliver (OFM), para llevar a cabo el habitual retiro de cuaresma, en el que han reflexionado sobre el Evangelio y en particular sobre el carisma franciscano y su especial vocación de seguir a Cristo, conforme a la espiritualidad de la familia franciscana, en lo que supone como decía el santo de Asís: “llevar la vida al Evangelio y el Evangelio a la vida”.

                Se ha tenido ocasión de reflexionar sobre la cuaresma como itinerario de preparación para vivir un especial encuentro personal en la Pascua. Se ha presentado el sentido de la penitencia como acercamiento al Señor –dejando atrás lo que nos separa de él-, la oración –encuentro personal y diálogo con Dios para iluminar la vida-, el ayuno –como modo de abstención de lo que nos separa de Dios, no sólo la comida, sino toda relación idolátrica que nos impida acercarnos a Dios, conocer y hacer su voluntad- y la limosna –como auténtica caridad cristiana, compartiendo lo que tenemos con el que no tiene, y no sólo lo que nos sobra-. De forma que podamos vivir así, en el Espíritu de Cristo, haciendo su voluntad, preparando el “camino al Señor”.

                También se trató de la importancia de avivar las virtudes morales, para no dejar hueco al mal en nosotros. Dándose paso, seguidamente, a un trabajo de reflexión por grupos y exposición general sobre la oración y el sentido de la caridad, así como sobre la forma de vida del franciscanismo seglar en nuestra sociedad conforme al momento actual.

                Finalmente, indicar que ha sido un tiempo propicio no sólo para la reflexión y convivencia entre los hermanos de la orden franciscana seglar, sino también para la oración y contemplación en un tiempo ocasional de retiro (de desierto, como hizo el Señor y los santos –entre ellos S. Francisco-, de retirada a un lugar solitario en silencio a orar, fuera de cualquier distracción, poniendo de manifiesto la importancia de la oración como diálogo con Dios, que da sentido a la vida sosteniéndola en las dificultades). Por consiguiente, ocasión idónea para preparar una cuaresma en sintonía con el mensaje de Cristo, con sus vivencias y sobre todo para disponernos a la conversión.


lunes, 16 de febrero de 2015

FRANCISCO NO QUIERE FACCIONES ECLESIALES EN LA CURIA

           
 
              Así de claro y determinado se muestra el Papa Francisco para sacar del gobierno de la Iglesia a representantes de diversas facciones eclesiales (especialmente de movimientos laicos conservadores) que se habían instalado  en diversos puestos del gobierno de la Iglesia en Roma, pues estos grupos suelen usar de sus influencias para sí mismos en vez de favorecer a la Iglesia en general.
                Por consiguiente, ante esta pasada experiencia, el Papa Francisco, dentro de la reforma que pretende imprimir a la Curia romana para adaptarla a los nuevos tiempos de su pontificado y de la Iglesia en el mundo, se ha planteado dejar al margen del gobierno de la Iglesia a determinados grupos eclesiales, entre los que cabría destacar: al Opus Dei, Comunión y Liberación, Focolares y Kikos, que durante el largo pontificado de Juan Pablo II –y aún en el corto de Benedicto XVI- se fueron incorporando en puestos de relieve e influencia de la Curia romana, con lo que ello supone de lucha de poder e influencia en el gobierno eclesial entre facciones de la Iglesia, algo que para el Papa Francisco y para el nuevo gobierno de la Iglesia se considera más pernicioso que beneficioso, en tanto que de esa forma se pierde la visión de unidad y conjunto de la misma Iglesia.
                Casualmente estos grupos eclesiales de raíz laical y conservadora son los que más han crecido y cogido fuerza en el seno de la Iglesia durante los anteriores pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI.
                En este punto, parece que el Papa Francisco está decidido a hacer una Curia más gobernable, más universal de la Iglesia y más abierta a todo el orbe católico, conforme a su nuevo estilo pastoral y eclesial que vuelve a enraizar con la eclesiología del Vaticano II. Naturalmente, en esta labor el Papa estará constatando las resistencias internas de los sectores más conservadores de la Iglesia que se resisten a entrar en comunión con el pontífice, pero sobre todo a perder privilegios e influencia que Francisco no está dispuesto a mantener, en su idea de simplificar y abrir la Iglesia al mundo en una praxis más sencilla, austera y directa.
                Todo lo cual hace presagiar que la reforma, de la Curia que el Papa Francisco está acometiendo, pueda retrasarse ante las dificultades de tal empresa y las resistencias con las que se está encontrando, pero también parece segura la determinación del Papa a llevar a cabo la misma.
                En cualquier caso, sería muy deseable que esos sectores eclesiales que se resisten acaben obedeciendo al Papa (algo que tanto han afirmado cuando se trataba de cuestiones que les satisfacían), y en humildad “se nieguen a sí mismos” (si quieren seguir a Cristo), o sea dejen sus personalismos, sus corporativismos exclusivos y exclusivistas, sus capillas y facciones, de forma que en el Espíritu de Cristo sean uno con el conjunto de la Iglesia con Pedro como Roca que la sustente. Para que con ello se cumplan las palabras de Cristo que todos seamos Uno en El, y ello favorezca la evangelización y conversión del mundo.

                Al tiempo que no estaría de más que se revisara tal multitud y dispersión de carismas, so pretexto de los cuales, se han generado grupos particulares en la Iglesia que dificultan la visión y comprensión de la unidad católica (sin que por ello se haya de confundir: unidad con uniformidad), pero tampoco la atomización sectaria de tantos grupos diversos y dispersos, en los que no siempre resulta fácil ver la comunión de los hermanos en Cristo.

martes, 10 de febrero de 2015

EL DIEZMO DE CAÑIZARES: ¿SIGNO DE CONVERSIÓN?


Asistimos con sorpresa, a la par que alegría, a la decisión tomada por el arzobispo de Valencia, Mons. Antonio Cañizares, de establecer un diezmo sobre los ingresos de su archidiócesis y destinarlo a los pobres de la misma. ¡Alabado sea Dios!.
Efectivamente, hemos de alabar a Dios que por el hecho de “conversión evangélica” que supone atender a la caridad de los hermanos más necesitados, lo que representa un gesto de autenticidad evangélica, y quita valor a aquel dicho de la experiencia popular en relación a que “una cosa es predicar, y otra dar trigo”.
En consecuencia, apreciamos en este importantísimo anuncio –que esperamos se plasme pronto en realidad-, un auténtico signo de conversión, acaso personal del propio cardenal Cañizares, al que le conocimos una acción pública más de gestor en sus respectivas diócesis (Ávila, Granada y Toledo), con sus iniciativas de apoyo a empresas docentes en el entorno eclesial (como las Universidades católicas de Ávila y Murcia), así como sus posicionamientos más doctrinarios y conservadores desde la cátedra primada de Toledo, pasando por su etapa romana de “príncipe eclesial” (que fue ilustrada por unas famosas fotos vestido como cardenal del medievo –con una cola de varios metros de extensión- y una pompa poco compatible con los nazarenos de Galilea). De forma que aparenta haberse influido vivamente por el nuevo rumbo marcado por el Papa Francisco, en lo que supone un mayor humanismo cristiano, anteponiendo la caridad a la doctrina, sin que esta haya de menoscabarse por ello.
Pero además de esta evolución del cardenal Cañizares, que por este tipo de signo parece sólida y sincera. Aparenta ser un signo de conversión eclesial, más allá de la personal, pues aunque sea jerárquicamente, también este influjo del buen ejemplo evangélico puede extenderse a la comunidad eclesial en su conjunto, empezando por la Iglesia valenciana. A partir de lo cual, sería muy deseable, que cundiera el ejemplo y el resto de las diócesis españolas siguieran la iniciativa del cardenal Cañizares, mostrando así la Iglesia española su sensibilidad evangélica, su coherencia y su comunión con el pontificado de Francisco.
Bienvenida sea la iniciativa, y Dios quiera que se extienda por el resto de la Iglesia española, al tiempo que sea el principio de una serie de iniciativas en la línea de ayudar a los más pobres, empezando por la misma Comunidad eclesial, y arraigando otras iniciativas como las ya adoptadas en alguna diócesis española de cesión de inmuebles de titularidad eclesiástica para alojamiento de familias desahuciadas de sus viviendas por los bancos, en el ámbito de la grave crisis económica que estamos padeciendo.

Finalmente, cabría hacer un último apunte, en relación con la necesidad de que la Iglesia española se decida a promover la difusión de la Doctrina Social de la Iglesia, en particular, y de la moral social, en general, como palabra profética para estos tiempos convulsos en lo económico, lo político y lo social, de forma que el fiel cristiano tenga su reflexión propia sobre esos ámbitos a la luz de los principios morales del Evangelio de Jesús.