sábado, 1 de septiembre de 2012

EL CARDENAL MARTINI: UN HOMBRE DE DIOS, ABIERTO AL MUNDO



Ha fallecido Carlo María Martini, jesuita, Cardenal, ex arzobispo de Milán, y “papable” en el último cónclave en que se eligió Papa a Benedicto XVI. Con su desaparición, la Iglesia pierde a un gran activo de la jerarquía que además de un hondo intelectual (teólogo con varios doctorados, especialista en Sagrada Escritura), que fiel a su vocación eclesial como jesuita, estuvo siempre atento a los Sagrados Misterios, pero al propio tiempo no dejó de estar con los pies en el mundo, próximo a sus prójimos –los hombres-.
Tras una meteórica carrera eclesiástica, Juan Pablo II le nombró arzobispo de Milán – la diócesis mayor de Europa-, en la que tras más de dos décadas de servicio, desempeñó un gran servicio a la Iglesia.
Pero también hay que destacar su papel  intelectual, de teólogo en busca de la Verdad, pues desde su especialidad de crítica al Nuevo Testamento, su dominio de seis lenguas modernas, además del latín, griego y hebreo, le posibilitaron un amplio trabajo de investigación que propició importantes publicaciones, entre las que podemos destacar:

§  La llamada de Jesús: orar con el evangelio de Marcos. Narcea Ediciones. 1991. 
§  Hombres de paz y de reconciliación. Sal Terrae. 1988. 
§  Abrirse. Máximas espirituales. Sal Terrae. 1997. 
§  Cambiar el corazón. Narcea Ediciones. 1996. 
§  Los Sacramentos. Editorial San Pablo. 2002. 
§  Vivir con la Biblia. Planeta. 1998. 
§  Los ejercicios de San Ignacio a la luz del Evangelio de Mateo. Editorial Desclée de Brouwer. 2009. 

Tras su jubilación, se retiró a vivir en Jerusalén, patentizando así su voluntad de seguir de cerca las huellas de Jesús, en una clara intuición de la necesidad de que nuestra fe retorne a las fuentes , experiencia que le llevó a publicar su importante y polémico libro: Conversaciones nocturnas en Jerusalén, presentando su particular visión sobre la vida y mensaje de Jesús un tanto distante del que presentó el propio Papa Benedicto XVI, que al decir del jesuita alemán que hace de entrevistador, el padre Georg Sporschill:
“El libro del pontífice es una profesión de fe en el buen Jesús. El cardenal Martini nos pone frente a Jesús desde otra perspectiva. Jesús es el amigo del publicano y del pecador. Escucha las preguntas de la juventud. Genera confusión. Lucha junto a nosotros contra la injusticia”.
Su planteamiento teológico marca cierta distancia interpretativa con la oficialidad vaticana, sin que ello suponga necesario alejamiento, sino una perspectiva interpretativa más abierta al sufrimiento del mundo, menos dogmática, de ahí sus reticencias sobre algunos aspectos de la Humane Vitae, pues llega a admitir el uso de los preservativos y anticonceptivos como mal menor –aunque reconoce que nos misión de la Iglesia aconsejarlos, ante la alternativa de la abstinencia-, apostando por la mejora de la comunicación de la enseñanza eclesial que, a su juicio, no ha logrado expresarse del todo bien. De igual modo, marcó su prioridad por una mayor colegialidad eclesiástica frente al primado, pidiendo una reflexión sobre la estructura y el ejercicio de autoridad eclesial, junto con una mayor consideración del papel de la mujer en la Iglesia.
De igual modo, también criticó el documento Dominus Iesus, como algo "teológicamente bastante denso, lleno de citas y difícil de entender”.
Por todo ello, se le tenía dentro de la jerarquía católica como uno de los mayores exponentes del sector más progresista de la Iglesia, motivo por el cual estuvo entre los barajados como candidatos a la cátedra de San Pedro en un cónclave donde tenía pocas posibilidades de ser elegido dado el predominio de la corriente conservadora de la jerarquía que, como era natural, acabaron por decantarse por el Cardenal Ratzinger, actual pontífice Benedicto XVI.
Sin embargo, y pese a los críticos más dogmáticos –que de todo hay en la “Casa del Señor”-, en rigor, creemos que no se puede hablar de planteamientos radicalmente distintos y distantes los del Cardenal Martini y el Papa, sino más bien de dos sensibilidades distintas dentro de la misma Iglesia que viven el mismo Evangelio de Cristo con sus peculiaridades personales, lo cual es también es una grandeza de la fe, el que como don de Dios, este nos permita vivirla según nuestra sensibilidad personal con mayor o menor énfasis en unos u otros aspectos, y eso también enriquece a la misma Iglesia, que más allá de diatribas sobre la ortodoxia, asume distintas perspectivas sobre un mismo mensaje, respetando la libertad de los Hijos de Dios.
Con todo, despidamos a este Pastor –que seguro habrá sido acogido por el Padre Eterno-, valoremos su ingente servicio a la Iglesia, su trayectoria de “hombre justo”, pues habrá engrosado el “coro celestial” desde el que, a todas luces, pedirá por la “Iglesia peregrina”, que ha perdido un gran evangelizador.

domingo, 8 de julio de 2012

ARZOBISPO Y TEÓLOGO ALEMÁN NOMBRADO NUEVO GUARDIÁN DE LA FE



El arzobispo de de Regensburg (Alemania y prominente teólogo), Mons. Gerhard Ludwig Müller,  ha sido nombrado por el Papa Benedicto XVI, como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, antiguo Santo Oficio, que cuidaba de la ortodoxia de la fe católica, y cargo en el que el propio Papa actual precedió a Mons. Müller.
La noticia ha sorprendido en ciertos ambientes católicos, dado que Mons. Müller como experto teólogo y docente universitario en Alemania –al igual que lo fuera Mons. Ratzinger- se ha distinguido por insertarse en una corriente teológica liberal, que resulta consecuente con su personalidad abierta y dialogante, entre la que se cita la amistad que tiene con el P. Gustavo Gutiérrez uno de los postuladores de la Teología de la Liberación, con el que compartió en Perú un Simposium sobre la misma, y de la que afirmó comprender su planteamiento, y cuyas relaciones personales e intelectuales se han mantenido hasta el punto que a Müller se le nombró doctor honoris causa por parte de la Pontificia Universidad Católica de Perú.
Ello no obstante, como ocurriera con el profesor Ratzinger del que se afirma que en su labor docente, investigadora de producción teológica, mantuvo planteamientos más abiertos que los que desde el de Prefecto de Guardián de la Fe defendió. Ya que de alguna manera, distinguió la labor docente e investigadora de la teología con sus hipótesis de alcance, y su incorporación como auténticas tesis a la praxis eclesial que habrían de tamizarse por la tradición del Magisterio eclesial.
En todo caso, bienvenido sea un pastor de la intelectualidad probada y profundos conocimientos teológicos de Mons. Müller, que con su talante dialogante, completará la figura necesaria que en tan difícil oficio requiere la Iglesia actual, pues al celo por la custodia del depósito de fe revelada, se ha de añadir la caritativa y cercana actitud a la humanidad creyente en ambientes cada vez más secularizados y descreídos, los problemas de una humanidad de contrastes entre el desarrollo del primer mundo y el subdesarrollo del tercer mundo, las injusticias y estructuras de pecado definidas por varios Pontífices, etc.; ante lo que la Iglesia no puede cerrarse en un pietismo quietista –por ella misma condenado con anterioridad-, ni tampoco en un pelagianismo activista que olvide la Trascendencia y el don divino.
Al propio tiempo, dada su amistad y relación personal con el Sumo Pontífice, seguro que resultará un decisivo apoyo a su difícil labor de gobierno de la Iglesia Universal, esperando sea también un primer y decidido paso para aquietar los cabildeos de la Curia Vaticana, últimamente revuelta.
Y sobre todo, no podemos eludir su altura teológica, como digno sucesor de una corriente de pensamiento teológico liberal que tuvo como dignos antecesores a importantes teólogos del S. XX como Hans Urs Von Baltashar, Jean Danielou, y Henri de Lubac, con importante repercusión de sus trabajos y escritos en el Concilio Vaticano II.

martes, 5 de junio de 2012

¡NO MONSEÑOR, ASÍ NO……!



Sabido es que Mons. Lorca Planes, Obispo de Murcia, es un hombre cercano, apacible, e incluso entrañable. Es lo que se podría decir un hombre prudente, acaso diplomático, al que le tenía por justo. Pero sus últimas declaraciones en las que no apoya a los clérigos y religiosos –que en número próximo a cien- firmaron un manifiesto contra los desahucios hipotecarios, so pretexto de que se trata de una cuestión compleja, no parece que sea muy atinada para serlo de un Pastor de la Iglesia.
¿Es compleja porque Mons. Lorca no la conoce en profundidad?. Creemos que por el alcance de la misma y sus consecuencias socio-económicas en muchas familias de su Diócesis, debería de haberse informado mejor, y haber llegado a hacer una estimación moral de las consecuencias de unos desahucios promovidos por una banca asistida oficialmente, ante unos trabajadores en paro abandonados a su suerte, que no pueden pagar las hipotecas pactadas en situación de estabilidad económica. Pero además, habría de considerar ¿si es justo el desahucio en esas condiciones casi famélicas?. Al tiempo de ¿si es justo que, además los pobres desahuciados sigan debiéndole al banco dinero, incluso después de haberse adjudicado su vivienda –con la que habían constituido garantía del préstamo?. Algo que no se sigue ni siquiera en los países de economías más liberales como EEUU, pues adjudicada la vivienda se considera saldada la deuda, ya que cubría el préstamo en garantía. ¡También es raro que nuestro docto Obispo no tenga opinión sobre ese extremo de la cuestión!.
Nuestro Pastor no puede desentenderse de la suerte de sus ovejas, ha de redoblar el celo apostólico y sacerdotal para acercarse a las más necesitadas, a las que sufren la injusticia. Pues de lo contrario, faltaría a su principal labor episcopal; además de ser coherente con el mensaje evangélico de estar al lado de los que sufren, y de luchar contra las injusticias. ¿O le es inconveniente?, ¿acaso por los apoyos que le han prestado algunas entidades bancarias para mantenimiento de inmuebles y obras de arte eclesiásticas?. ¡Primero es el hombre…, especialmente si está sufriendo, pues detrás de esos sufrimientos hay ancianos y niños!.
Con la crisis que padecemos, y los recortes de servicios públicos, que podan hasta acabar el “Estado del Bienestar”, apenas hemos oído voces de la jerarquía eclesiástica en defensa de los más débiles socialmente. Ya sabemos la meritoria acción que están haciendo Cáritas y demás entidades de caridad del ámbito de la Iglesia. ¡Qué gran labor…!. Pero no se escuden Vds. ahí sólo. Hay que hacer más, pues grande es la necesidad actual, y la injusticia hay que denunciarla proféticamente. En vez de rehuir un pronunciamiento a la primera de cambio, so pretexto de complejidad.
Complejos son los misterios teológicos y seguro que Vd. no por ello los rehúye. ¡Sea coherente, Monseñor!. Aunque sea por su propio bien.
¿Acaso el Magisterio de la Iglesia no tiene toda una Doctrina Social para iluminar la presente situación de injusticias económicas y sufrimiento en nuestras propias comunidades?.
¡Qué torpeza, o que falta de valentía….!. Y qué ocasión perdida para haber validado la respetabilísima y justa opinión de gran parte de su clerecía. A veces las mitras tapan los ojos… Pero aún está a tiempo de reflexionar y rectificar, si su conciencia se lo dicta.