viernes, 31 de diciembre de 2010

Medio centenar de obispos acompañará a una gran multitud el domingo en la Misa de las Familias en Madrid


El próximo domingo, 2 de enero de 2011, la Plaza de Colón acogerá la celebración de la Misa de las Familias organizada por la Archidiócesis de Madrid. Esa es la cuarta edición de la Misa de las Familias, que en esta ocasión ha sido convocada con el lema “La familia cristiana. Esperanza para Europa”.
El encuentro festivo dará comienzo a las 10,00 horas con la acogida de los diferentes grupos de familias procedentes de toda la geografía española y de distintos países europeos. Además, distintas familias ofrecerán su testimonio de cómo viven la fe y de qué cómo la transmiten a los hijos. Un coro infantil se encargará de cantar villancicos, y el Obispo coordinador del encuentro, Mons. Juan Antonio Reig PLá, saludará a los asistentes al acto.
A las 12,00 horas se conectará con el Vaticano para escuchar el mensaje que Su Santidad Benedicto XVI va a dirigir a las familias reunidas en la madrileña Plaza de Colón, rezar el Ángelus con el Santo Padre y recibir su bendición. A continuación dará comienzo la solemne celebración de la Eucaristía, que estará presidida por el Cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio Mª Rouco Varela, y que será concelebrada por más de 50 obispos españoles y europeos. Al finalizar la Misa, la Cabalgata de los Reyes Magos accederá a la Plaza de Colón y Sus Majestades de Oriente se acercarán a adorar al Niño, presente en un Belén ubicado en el altar. La celebración concluirá con la bendición impartida por el Cardenal de Madrid.
Obispos asistentes
Hasta el momento, han confirmado su asistencia procedentes de Europa el Presidente del Pontificio Consejo para la Familia, cardenal Ennio Antonelli; el Presidente emérito del Pontificio Consejo “Cor Unum”, cardenal Paul Josef Cordes; el Arzobispo de Avignon (Francia), Mons. Jean Pierre Cattenoz; el Obispo de Roermon (Holanda), Mons. Franciscus Jozef Maria Wertz; y el Obispo de Siedlce (Polonia), Mons. Zbigniervw Kiernikowski.
También asistirán a la celebración los siguientes obispos españoles: el Prefecto de la Congregación del Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos, Cardenal Antonio Cañizares Llovera; los Cardenales eméritos de Sevilla, Mons. Carlos Amigo, y de Valencia, Mons. Agustín García-Gasco; los Arzobispos Castrense, Mons. Juan del Río, de Santiago de Compostela, Mons. Julián Barrio, de Sevilla, Mons. Juan José Asenjo, de Valencia, Mons. Carlos Osoro, de Oviedo, Mons. Jesús Sanz, de Seo de Urgell, Mons. Enric Vives, de Zaragoza, Mons. Manuel Ureña. El Nuncio de Su Santidad en España, Mons. Renzo Fratini, el Nuncio de Gran Bretaña, Mons. Faustino Sainz, y el de Kazajistán, Mons. Mons. Miguel Mauri.
Los Obispos de Getafe, Mons. Joaquín María López de Andújar y Cánovas del Castillo; Alcalá de Henarez, Mons. Juan Antonio Reig Plá; de Ibiza, Mons. Vicente Juan Segura; de Jaén, Mons. Ramón del Hoyo; de Jerez, Mons. José Mazuelos; de Lugo, Mons. Alfonso Carrasco; de Málaga, Mons. Jesús Catalá; de Mallorca, Mons. Jesús Murgui; de Menorca, Mons. Salvador Giménez Valls; de Plasencia, Mons. Amadeo Rodríguez Magro; de Segovia, Mons. Ángel Rubio; de Mondoñedo Ferrol, Mons. Manuel Sánchez Monge; de Bilbao, Mons. Mario Iceta; de Zamora, Mons. Gregorio Martínez Sacristán; de Cuenca, Mons. José Mª Yanguas; de Santander, Mons. Vicente Jiménez Zamora; de Guadix, Mons. Ginés García Beltrán; de Tuy Vigo, Mons. Luis Quinteiro; de Tortosa, Mons. Javier Salinas; de Córdoba: Mons. Demetrio Fernández; de Ávila, Mons. Jesús García Burillo; de Coria-Cáceres, Mons. Francisco Cerro; de San Sebastián, Mons. José Ignacio Munilla; de Salamanca, Mons. Carlos López; de Terrasa, Mons. José Ángel Sáiz Meneses; de Astorga, Mons. Camilo Lorenzo Iglesias; de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente; de Cádiz-Ceuta, Mons. Antonio Ceballos; y de Teruel, Mons. Carlos Manuel Escribano.
Los Obispos auxiliares de Madrid, Mons. César Franco, Mons. Fidel Herráez y Mons. Juan Antonio Martínez Camino, sj.; de Valencia, Mons. Enrique Benavent; y de Getafe, Mons. Rafael Zornoza. El Consejero del Nuncio, Mons. Stefano de Paulis; y el Abad del Valle de los Caídos, P. Anselmo.
Aspectos logísticos
El altar estará ubicado en la Plaza de Colón, mirando hacia la c/ Génova. Estará presidido por una gran Cruz de 20 metros cuadrados, y en uno de los laterales del altar se colocará un Belén a tamaño natural, rodeado de niños.
Al igual que en años anteriores, se habilitará una zona especial para los sordomudos, que podrán seguir la celebración a través de una traductora del lenguaje de signos. También los minusválidos contarán con una zona delimitada para ellos, así como los ministros y umbelarios e invitados. Todos ellos se colocarán en la almendra central de la Plaza.
Este año se habilitarán cuatro capillas móviles, ubicadas en furgonetas, que estarán colocadas en los cuatro ángulos de la Plaza de Colón: Museo de Cera, Torres de Colón, Biblioteca Nacional, y Pº de la Castellana (zona Colón Norte). Un total de 300 ministros –sacerdotes y seminaristas- se encargarán de repartir la Comunión. Aquellos fieles que no hayan podido comulgar durante la celebración lo podrán hacer hasta 15 minutos después de finalizar la Eucaristía, en las Capillas móviles.
Habrá dos puntos para la Comunión de los celíacos, situados en las Capillas móviles que estarán instaladas en la Biblioteca Nacional y en las Torres Colón.
La distribución de los ministros de la Comunión será la siguiente: en la c/ Génova habrá 100 ministros, en el carril central de la Castellana -entre Colón y Emilio Cautelar- habrá 75, alrededor de la fuente de Colón habrá 30, y en la zona de Goya otros 30 ministros.
Además, se instalarán dos cabinas dedicadas especialmente a las mamás con bebés, conocidas como “salas de lactancia”. Estarán colocadas en el Pº de la Castellana esquina con la c/ Génova y en el Pº de Recoletos esquina con la c/Génova.
Para facilitar que la gente que lo desee se pueda confesar, habrá sacerdotes en la puerta de la Biblioteca Nacional desde las 10,00 horas.
Un dispositivo del Sámur y 2.000 voluntarios trabajarán para que la celebración sea un éxito.
Autobuses
El lugar donde se concentrarán todos los autocares para acceder a la zona de estacionamiento habilitado será la Glorieta de Emilio Castelar. Una vez en este lugar habrá personal que canalice el aparcamiento, que será en las cuatro zonas que se detallan a continuación:
1.- Paseo de la Castellana, entre la c/ Ayala y la Glorieta de Emilio Castelar.
2.- c/ Serrano, entre la c/ José Ortega y Gasset y la Plaza de la Independencia.
3.- c/ Sagasta.
4.- c/ Almagro.
Una vez alcanzado el lugar de estacionamiento, el autocar permitirá la bajada de los viajeros y los esperará en el mismo punto hasta la conclusión del acto. El autocar, con todos sus pasajeros a bordo, debe abandonar la vía donde está estacionado en una hora desde la finalización del evento, como máximo, momento en el que deja de tener vigencia la autorización por lo que se procedería a denunciar la ocupación de la vía pública.
SMS
Todas aquellas personas que deseen hacer aportaciones voluntarias para financiar los gastos de la Misa de las Familias que se celebrará el próximo domingo, 2 de enero de 2011, en la Plaza de Colón, pueden hacerlo enviando un SMS con la palabra clave FAMILIA al 25514. El coste del mensaje es de 1,42 euros, impuestos incluidos.

Para Mons. Reig Plá, la Fiesta de la Familia del 2 de enero es una ocasión para presentar un modelo alternativo de vida


El Obispo de Alcalá y presidente de la Subcomisión de Familia y Vida de la Conferencia Episcopal, monseñor Juan Antonio Reig Plá, ha señalado en la cadena COPE que la Misa del próximo domingo en la Plaza de Colón de Madrid, es una ocasión para presentar un modo alternativo de vida y ha animado a todas las familias católicas españolas a participar en esta solemne celebración litúrgica. “Necesitamos el protagonismo de la familia si queremos políticas familiares justas y si queremos proponer que la familia cristiana tenga constancia y seguridad en lo que está haciendo, necesitamos reunirnos, vernos, celebrar el hecho de estar juntos y trabar las relaciones entre nosotros”.
Por eso, monseñor Reig Plá ha insistido en que “es una ocasión para presentar un modo alternativo de vivir. “En España estamos habituados a escuchar noticias que pueden llevarnos a una crisis como la que sucedió en la generación del 98. Por eso, tenemos que dar buenas noticias y ésta es una de las grandes porque proponemos que hay alternativas en el modo de vivir que promueven custodiar el amor desde la familia, custodiar el don de la vida y proponer el gran bien social que es la familia”.
De ahí que el obispo de Alcalá haya puesto el acento en el trabajo que hace la Iglesia por “contribuir con otros que piensan diferente a nosotros a proporcionar el máximo bien social”.
Por último, Reig Plá ha querido restar importancia a las críticas que recibe la familia tradicional. “Cuando se habla de otros modos alternativos de unirse son minoritarios en España, y nuestro país ha sido grande por las familias. Yo creo en la Europa y en la España de las familias cristinas y, por eso, hemos de cultivar las raíces de este árbol. Porque ahora se quieren los frutos del árbol pero no se quiere cultivar sus raíces”, ha concluido.

Presentada la Biblia de la Conferencia Episcopal Española


La Sagrada Biblia. Versión Oficial de la Conferencia Episcopal Española ha sido publicada por la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC). Ha visto la luz en un formato 17 por 24 cm., que no es habitual en este tipo de obras. Hay una edición encuadernada en tela y otra en geltex. Cuenta con 2.160 páginas en papel biblia, amplias introducciones a los libros de la Sagrada Escritura, citas de textos paralelos, mapas, más de 6.000 notas y un índice litúrgico con las lecturas para la Eucaristía.
El volumen se abre con un decreto del Presidente de la CEE, una presentación del Secretario General y la Instrucción Pastoral “La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia”, aprobada por la 91ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española.
Se pretende ofrecer al lector un ejemplar que, en su aspecto exterior, se corresponda con la excelencia de su contenido –la Palabra de Dios-, sin dejar por ello de ser un volumen manual.
Es el fruto de un riguroso trabajo en el que han intervenido numerosos especialistas en Sagrada Escritura, en liturgia, en literatura, todos los obispos y sus colaboradores, los peritos de la Congregación para el Culto Divino y sus responsables. En concreto, la traducción ha corrido a cargo de veinticuatro especialistas y se ha hecho a partir de los originales en hebreo, arameo y griego. La ortografía, prosodia y estilo han sido cuidadosamente revisados, y han sido tenidas en cuenta para ello las Normas emanadas de la Real Academia de la Lengua, a la que se la han realizado consultas. Las introducciones y las notas incluyen comentarios de carácter filológico, literario, histórico y teológico, que ayudan a entender mejor los pasajes de la Sagrada Escritura.
Los criterios que se han aplicado a la traducción han sido, básicamente, tres: respeto al original, adaptación al genio de la lengua española y consideración del carácter específicamente sagrado del propio texto de la Biblia y del uso litúrgico a que está destinada una buena parte de esta traducción.
Un acontecimiento histórico
No es la primera vez que la Conferencia Episcopal encarga traducciones de la Biblia que asume como propias. De hecho, esta traducción tiene antecedentes parciales. En concreto, incorpora las traducciones que se vienen empleando en los libros litúrgicos reformados después del Concilio Vaticano II. Son traducciones que fueron hechas, desde 1963, por un pequeño grupo de especialistas, de los que el más conocido es el P. Luis Alonso Schökel (1920-1998). La idea de hacer una traducción completa de la Biblia, como texto oficial de la Conferencia Episcopal, es ya también de aquellos años sesenta del siglo pasado, pero tomó fuerza en los años 90, con motivo de la publicación de la Instrucción de la Pontificia Comisión Bíblica titulada La interpretación de la Biblia en la Iglesia (1993). En 1996, se creó a tal efecto, una Comisión coordinadora, compuesta por los presidentes y los secretarios de las Comisiones Episcopales para la Doctrina de la Fe y de Liturgia, dos biblistas, un liturgista y un teólogo. A propuesta suya se constituyó un Comité Técnico, presidido por el Dr. D. Domingo Muñoz León y cuyo secretario ha sido el Dr. D. Juan Miguel Díaz Rodelas. El trabajo se repartió entre veinticuatro especialistas, procedentes de los diversos centros de estudios superiores de España, Roma y París. En noviembre de 2008, la Comisión Permanente aprobó la Biblia completa y la Asamblea Plenaria dio su aprobación cualificada al texto solo para su posterior empleo en los libros litúrgicos oficiales. Con el mismo fin, el texto fue sometido también, en julio de 2009, a la revisión y aprobación de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
La Biblia, el gran código de la humanidad
Sin la Biblia no se puede entender en toda su amplitud la cultura española ni la occidental. En la Exhortación Apostólica postsinodal “Verbum Domini”, Benedicto XVI la ha definido como “un gran código para las culturas”, “que contiene valores antropológicos y filosóficos que han influido positivamente en toda la humanidad”.
Ahora, por primera vez, se cuenta con una Biblia en español para todas las actividades oficiales de la Iglesia. La Conferencia Episcopal Española se incorpora así a una dilatada y benemérita tradición que, en España, ha procurado a lo largo de los siglos acercar la Palabra de Dios a todos.
Congreso sobre la Sagrada Escritura, en Febrero
Con motivo de la publicación de esta Versión de la Sagrada Biblia, los días 7, 8 y 9 del próximo mes de febrero se celebrará en Madrid un Congreso sobre “La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia”.
Se ha abierto un sitio web (www.sagradabibliacee.com), donde se podrá ir consultando la información sobre el mencionado Congreso, así como diversa documentación sobre la Biblia de la CEE.

El Papa almuerza con 350 indigentes asistidos por las Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta


El Papa Benedicto XVI participó este domingo en un almuerzo que él mismo ofreció a las personas asistidas por las diversas comunidades romanas de las Misioneras de la Caridad, con ocasión del 100° aniversario del nacimiento de la beata Madre Teresa de Calcuta y como una de las iniciativas promovidas por el mismo Obispo de Roma en este tiempo navideño.
El almuerzo comenzó a la una de la tarde en el atrio del Aula Pablo VI de la Ciudad del Vaticano. Entre los comensales se encontraban 350 huéspedes de los diversos Centros de Acogida, junto a unas 180 religiosas y religiosos – entre Misioneras de la Caridad, Hermanos Contemplativos y Sacerdotes Misioneros de la gran Familia fundada por la “Madre de los pobres”.
Asimismo participaron en este almuerzo Sor Prema, Superiora general de las Misioneras, Fray Sebastián, Cofundador y Superior general de los Hermanos y Fray Brian, Superior General de los Sacerdotes y Postulador de la Causa de Canonización de la Beata Madre Teresa de Calcuta.
Sor Prema dijo al Santo Padre que este era para ellos un “momento de fiesta particularmente bello. Y en nombre de las demás hermanas, del Padre Sebastián y de los Hermanos Contemplativos; del Padre Brian y de los sacerdotes Misioneros de la Caridad le manifestó sus mejores deseos y parabienes de Navidad.
“Estar aquí hoy –dijo la Superiora general-, en el corazón de la Iglesia, con todos nuestros huéspedes y con Usted, Santidad, nos llena el corazón de tanta alegría”. Y recordó que hace dos semanas, hablando de la Beata Madre Teresa de Calcuta, el Papa dijo que ha dado tanta luz a las personas. Por esta razón, la madre Prema añadió textualmente: “Nosotras le pedimos una Bendición particular, a fin de que también podamos convertirnos en luz para todos aquellos que aún viven en la oscuridad”. Y le agradeció de todo corazón por la expresión transparente del Amor de Dios en el mundo de hoy; a la vez que le manifestó el amor que todos tienen por el Sucesor de Pedro, asegurándole sus oraciones diarias por el Papa y por todas sus intensiones.
Tras las palabras de bienvenida al Papa de la Superiora general de las Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta, uno de los huéspedes dijo al Santo Padre: “Es una gran alegría para nosotros poder compartir este momento de fiesta con Usted. En nombre de todos los amigos aquí presentes le agradezco de corazón su acogida. Nos sentimos verdaderamente acogidos por su abrazo de Padre. ¡Le aseguro nuestras oraciones y le deseo Feliz Navidad!”.
El Papa por su parte, dirigiéndose a estos “queridos amigos”, les dijo que se sentía muy contento de estar hoy con ellos. Después de agradecer el saludo de la Reverenda Madre General de las Misioneras de la Caridad, a los Sacerdotes, a las Religiosas, a los Hermanos contemplativos y a todos los presentes, Benedicto XVI afirmó textualmente:
“La luz de la Navidad del Señor llena nuestros corazones de la alegría y de la paz anunciada por los Ángeles a los pastores de Belén: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace” (Lc 2, 14). El Niño que vemos en la gruta es Dios mismo que se ha hecho hombre, para mostrarnos cuánto nos quiere, cuánto nos ama: Dios se ha hecho uno de nosotros, para estar cerca de cada uno, para vencer el mal, para liberarnos del pecado, para darnos esperanza, para decirnos que jamás estamos solos. Nosotros siempre podemos dirigirnos a Él, sin temor, llamándolo Padre, seguros de que en cada momento, en cada situación de la vida, incluso en las más difíciles, Él no se olvida de nosotros. Debemos decir con más frecuencia: Sí, Dios se ocupa precisamente de mí, me quiere, Jesús ha nacido también para mí; siempre debo tener confianza en Él”.
Además, dirigiéndose a estos “queridos hermanos y hermanas”, el Papa les pidió que dejen que la luz del Niño Jesús, del Hijo de Dios hecho hombre, ilumine nuestra vida para transformarla en luz, tal como lo vemos de modo especial en la vida de los santos. Y recordó el testimonio de la beata Teresa de Calcuta, a la que definió “un reflejo de la luz del amor de Dios”. También les dijo que celebrar 100 años de su nacimiento es motivo de gratitud y de reflexión para un renovado y gozoso empeño al servicio del Señor y de los hermanos, especialmente de los más necesitados.
Porque como dijo Benedicto XVI, el Señor quería “ser necesitado”. Mientras a las queridas religiosas, así como a los queridos Sacerdotes, Hermanos, y amigos del personal, les recordó que “la caridad es la fuerza que cambia el mundo, porque Dios es amor. También destacó que la beata Teresa de Calcuta vivió la caridad hacia todos sin distinción, pero con una preferencia por los más pobres y abandonados. Lo que representa un signo luminoso de la paternidad y de la bondad de Dios.
El Pontífice prosiguió diciendo que la madre Teresa supo reconocer en cada uno el rostro de Cristo, que ella amaba con todo su ser, dado que al Cristo que adoraba y recibía en la Eucaristía seguía encontrándolo por las calles de la ciudad, hasta llegar a ser “imagen” viva de Jesús que derrama sobre las heridas del hombre la gracia del amor misericordioso. Y añadió que a quien se pregunta por qué la Madre Teresa se hizo tan famosa, la respuesta es sencilla: porque vivió de moso humilde y escondido, por amor y en el amor de Dios. También destacó que ella misma afirmaba que su premio más grande era amar a Jesús y servirlo en los pobres. Su figura pequeña, con las manos juntas o mientras acariciaba a un enfermo, a un leproso, a un moribundo, o a un niño, es signo visible de una existencia trasformada por Dios. En la noche del dolor humano hizo resplandecer la luz del Amor divino y ayudó a tantos corazones a encontrar esa paz que sólo Dios puede dar.
Benedicto XVi invitó a los presentes a dar gracias al Señor porque en la beata Teresa de Calcuta todos hemos visto cómo nuestra existencia puede cambiar cuando se encuentra a Jesús; puede llegar a ser para los demás un reflejo de la luz de Dios. Y recordó que a tantos hombres y mujeres, en situación de miseria y de sufrimiento, ella les dio el consuelo y la certidumbre de que Dios no abandona a nadie, ¡jamás! Porque como dijo el Papa, su misión continúa a través de cuantos, aquí como en otras partes del mundo, viven su carisma de ser misioneros y misioneras de la Caridad.
“Nuestra gratitud es grande, queridas Hermanas y Hermanos, por vuestra presencia humilde, discreta, escondida a los ojos de los hombres, pero extraordinaria y preciosa para el corazón de Dios. Al hombre con frecuencia en busca de felicidades ilusorias, vuestro testimonio de vida les dice donde se encuentra la verdadera alegría: en el compartir, donar, y amar con la misma gratuidad de Dios que rompe la lógica del egoísmo humano”.
Y concluyó afirmando textualmente:
“¡Queridos amigos! Sabed que el Papa os quiere, os lleva en el corazón, os acoge a todos en un abrazo paterno y reza por vosotros ¡Felicidades! Y gracias por haber querido compartir la alegría de estos días de fiesta. Invoco la materna protección de la Santa Familia de Nazaret que hoy celebramos y os bendigo a todos y a todos vuestros seres queridos”.
Al respecto cabe destacar que en Roma, la Familia Misionera de la Caridad anima una decena de estructuras de acogida, además de desarrollar su apostolado a domicilio en las familias, hospitales y cárceles. El principal lugar de referencia es el complejo de San Gregorio en el Celio, puesto a disposición del ayuntamiento de la capital italiana en 1975. En esta “Casa Madre” romana se ofrece comida y alojamiento a unos setenta hombres sin morada fija, así como a ancianos, personas abandonadas o con graves problemas mentales. Y todo esto con un espíritu de acogida que provee a la atención de las necesidades materiales, afectivas y espirituales de cada una de estas personas, ayudándolas a reconquistar el sentido de su propia dignidad y la conciencia de ser amadas por Dios.
Con la ayuda de una serie de colaboradores, las religiosas de la Madre Teresa de Calcuta se prodigan para resolver las dificultades de sus hermanos marginados, empeñándose en diversos ámbitos, como la búsqueda de un trabajo, la resolución de los trámites necesarios para la obtención de pensiones, o la solicitud de subsidios de asistencia sanitaria. La atención de esta Comunidad no se limita a los huéspedes internos, sino que se extiende también a las familias que padecen diversas con necesidades, así como a los náyades, o a personas solas, mediante un servicio de distribución semanal de ropa y alimentos.
Otro aspecto importante de la multiforme actividad de San Gregorio es la celebración de encuentros y cursos de formación para familias procedentes de toda Italia que desean emprender los trámites para la adopción internacional, según el espíritu de la Madre Teresa y a la luz de su amor preferencial por la infancia abandonada. Precisamente en este Convento solía residir la Beata Madre cuando se encontraba de visita en Roma, razón por la cual fue surgiendo una gran afluencia de grupos parroquiales, jóvenes y estudiantes deseos de estar en el lugar de trabajo y de oración donde se conserva la memoria de la Madre que se consideraba un “lápiz de Dios”.
Recordamos asimismo que las estructuras encomendadas a la Congregación comprenden el dormitorio de Via Rattazzi, cerca de la Estación romana de trenes “Termini” -donde se hospedan cada noche unos cuarenta hombres italianos y extranjeros sin techo, emigrantes, personas alcoholizadas, o que solicitan asilo político, y ex detenidos-; la casa de Primavalle, puesta a disposición por parte de la Santa Sede en 1980 –donde se acogen a jóvenes madres, embarazas, a puérperas con sus niños en los primeros meses de vida-; y la Casa “Don de María”, que se encuentra dentro de la Ciudad del Vaticano –donde se acogen diariamente a unas 60 mujeres, jóvenes y ancianas, afectadas por patologías físicas y mentales o víctimas del alcoholismo. La actividad de la Casa “Don de María” del Vaticano prevé además, el ofrecimiento de la cena a unos 60 hombres, así como la distribución de indumentos y la entrega de alimentos a las familias necesitadas.
Por otra parte, diversas madres con sus hijos son hospedados en la Casa de Tor Bella Monaca, de propiedad de la diócesis de Roma, que por la tarde abre sus puertas a los niños de las familias pobres de la zona para permanecer después de la escuela y realizar actividades recreativas. En cambio, en la Casa “Don del amor”, puesta a disposición por la asociación ANLAIDS, se acogen y asisten cada día una docena de jóvenes afectadas por el sida; mientras quienes se encuentran en el estadio final de la enfermedad son acompañadas por las religiosas hasta el término de su existencia y al encuentro con Dios.
La obra de las Misioneras de la Caridad también está dirigida a las familias y a los lugares de sufrimiento, en particular a los hospitales y a las cárceles; mientras a la formación de las religiosas encargadas de esta forma de apostolado ha sido reservada de moso especial la Casa situada en Vía Casilina, abierta en 1980.
Por su parte, las Religiosas Contemplativas de la Comunidad de Acilia ofrecen un espacio de silencio y de oración a cuantos llaman a su puerta y prestan su ayuda a las familias necesitadas y a los ancianos de esa zona. Mientras diversos grupos de religiosas visitan diariamente numerosos barrios de la periferia de Roma para desarrollar un servicio de asistencia a unas 1.400 familias y de cercanía humana y espiritual a los ancianos y a los enfermos, a los que distribuyen el Sacramento de la Eucaristía.
Recordamos también la actividad de los Sacerdotes Misioneros de la Caridad, empeñados en la acogida de hombres sin techo en la casa de Vícolo Tor Fiscale, cuyo apostolado se extiende también a las familias, a los detenidos en la cárcel de Rebibbia y a los enfermos ingresados en diversas estructuras sanitarias de la ciudad. Mientras a los Hermanos Contemplativos Misioneros de la Caridad se les ha encomendado un dormitorio en el que se alojan cada noche unos 70 hombres sin techo. Además, estos Hermanos también desarrollan su obra de asistencia en la cárcel de Rebibbia y sostienen a las familias necesitadas y a cuantos viven en la calle en las inmediaciones de las estaciones ferroviarias.

Benedicto XVI recuerda que Dios nunca abandona al hombre, sino que lo acompaña siempre con infinita misericordia


El Papa Benedicto XVI centra su catequesis en la figura de Santa Catalina de Bolonia reiterando la actualidad de sus siete armas espirituales para derrotar el mal, según ha difundido Radio Vaticano.
Con el anhelo de que Jesús, Salvador del mundo, encuentre siempre un lugar digno en nuestros corazones y los colme de amor, de bien y de paz, en su última audiencia general de 2010, Benedicto XVI ha recordado que la octava de Navidad y el año que termina nos exhortan a la reflexión sobre el misterio del nacimiento de Cristo y sobre la salvación del hombre.
El Papa ha dedicado su catequesis a Catalina de Bolonia, subrayando que la vida de esta santa muestra que Dios no abandona nunca al hombre, que lo acompaña con su misericordia infinita en las dificultades y que, en su voluntad de salvarnos, transforma todo para bien. Recordando la espiritualidad – iluminada por la gracia divina – de esta santa, que se consagró a Dios siendo muy joven, Benedicto XVI ha reiterado que su progreso espiritual, a pesar de estar acompañado por sufrimientos interiores, crisis profundas y tentaciones del demonio, se afianzó en el amor misericordioso de Dios, roca inquebrantable sobre la cual construir nuestras vidas.
En particular, Benedicto XVI ha invitado a reflexionar sobre la obra que se conserva de Catalina de Bolonia, titulada «Las siete armas espirituales». Y ha enumerado estas ‘armas’ para derrotar el mal, que siguen siendo de gran actualidad:
«Primero, intentar diligentemente hacer el bien; segundo, creer que solos, nunca podremos hacer algo realmente bueno; tercero, confiar en Dios, y por su amor, nunca temer la batalla contra el mal, tanto fuera, como dentro de nosotros mismos; cuarto, meditar a menudo sobre los hechos y las palabras de vida de Jesús, sobre todo en su pasión y muerte; quinto, recordar que tenemos que morir; sexto, mantener vivo en nuestra mentes el recuerdo de los bienes del Paraíso; y, séptimo, tener familiaridad con la Sagrada Escritura, grabándola en nuestros corazones, para que oriente todos nuestros pensamientos y acciones»
Santa Catalina nos habla y su figura es muy moderna. Sufre tentaciones y dudas como nosotros, se siente abandonada por Dios, vive la oscuridad de la fe. Pero, en todas estas situaciones se sujeta siempre a la mano del Señor y de la mano del Señor encuentra el camino justo, el camino de la Luz. Así, ella nos dice también a nosotros: ¡ánimo, no dejéis la mano del Señor!», ha enfatizado el Santo Padre y ha destacado asimismo que toda la vida de Catalina de Bolonia ha sido un modelo de humildad y de obediencia. Ella veía en la desobediencia un signo del orgullo espiritual que destruye todas las otras virtudes, ha señalado el Papa, deseando luego que el ejemplo de esta santa pueda inspirar en todos nosotros la humilde obediencia a la voluntad de Dios en nuestros esfuerzos cotidianos para permanecer fieles a sus planes para nuestras vidas:
«Quisiera destacar otro aspecto de su gran humildad. Es una persona que no quiere ser importante. Quiere servir y, por ello era creíble, porque se podía ver que para ella la autoridad era servir a los demás»
Como siempre, el Santo Padre ha resumido su catequesis también en español, éstas eran sus palabras, que ha concluido deseando a todos un Año lleno de las bendiciones del Señor y que, a ejemplo de Santa Catalina de Bolonia, nos dejemos guiar siempre por Dios, confiando en su bondad, que nunca nos abandona:
Queridos hermanos y hermanas:
Quisiera hoy recordar con vosotros la figura de Santa Catalina de Bolonia, nacida en 1413 en el seno de una noble familia. A los diez años se trasladó a Ferrara, donde recibió una esmerada educación. Cuatro años después, decidió dejar la corte para consagrarse a Dios en una comunidad de piadosas muchachas. Dos años después, la responsable del grupo funda un monasterio de agustinas. Catalina y algunas otras, en cambio, prefieren seguir la espiritualidad franciscana, transformando la comunidad en un monasterio de Clarisas. Tuvo frecuentes visiones y éxtasis, pero también tentaciones y dudas. Por obediencia, acepta el encargo de Maestra de novicias, ejerciendo este oficio con sabiduría. Años más tarde, es trasladada a Bolonia como abadesa de un nuevo monasterio, en el que edifica a sus hermanas por su espíritu de oración y servicio. La única obra que se conserva de ella se titula Las siete armas espirituales. Murió en 1463 y fue canonizada por Clemente XI en 1712.
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular a los fieles de la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, de Valdivia, a los miembros de la Escolanía de Loyola, de Pamplona, y a los demás grupos procedentes de España, Méjico, Argentina y otros países latinoamericanos. Que, a ejemplo de Santa Catalina de Bolonia, os dejéis guiar siempre por Dios, confiando en su bondad, que nunca nos abandona. Deseo a todos un Año lleno de las bendiciones del Señor. Muchas gracias

sábado, 18 de diciembre de 2010

Mensaje del Papa Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz de 2011


LA LIBERTAD RELIGIOSA, CAMINO PARA LA PAZ
1. Al comienzo de un nuevo año deseo hacer llegar a todos mi felicitación; es un deseo de serenidad y de prosperidad, pero sobre todo de paz. El año que termina también ha estado marcado lamentablemente por persecuciones, discriminaciones, por terribles actos de violencia y de intolerancia religiosa.
Pienso de modo particular en la querida tierra de Iraq, que en su camino hacia la deseada estabilidad y reconciliación sigue siendo escenario de violencias y atentados. Vienen a la memoria los recientes sufrimientos de la comunidad cristiana, y de modo especial el vil ataque contra la catedral sirio-católica Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, de Bagdad, en la que el 31 de octubre pasado fueron asesinados dos sacerdotes y más de cincuenta fieles, mientras estaban reunidos para la celebración de la Santa Misa. En los días siguientes se han sucedido otros ataques, también a casas privadas, provocando miedo en la comunidad cristiana y el deseo en muchos de sus miembros de emigrar para encontrar mejores condiciones de vida. Deseo manifestarles mi cercanía, así como la de toda la Iglesia, y que se ha expresado de una manera concreta en la reciente Asamblea Especial para Medio Oriente del Sínodo de los Obispos. Ésta ha dirigido una palabra de aliento a las comunidades católicas en Iraq y en Medio Oriente para vivir la comunión y seguir dando en aquellas tierras un testimonio valiente de fe.
Agradezco vivamente a los Gobiernos que se esfuerzan por aliviar los sufrimientos de estos hermanos en humanidad, e invito a los Católicos a rezar por sus hermanos en la fe, que sufren violencias e intolerancias, y a ser solidarios con ellos. En este contexto, siento muy viva la necesidad de compartir con vosotros algunas reflexiones sobre la libertad religiosa, camino para la paz. En efecto, se puede constatar con dolor que en algunas regiones del mundo la profesión y expresión de la propia religión comporta un riesgo para la vida y la libertad personal. En otras regiones, se dan formas más silenciosas y sofisticadas de prejuicio y de oposición hacia los creyentes y los símbolos religiosos. Los cristianos son actualmente el grupo religioso que sufre el mayor número de persecuciones a causa de su fe. Muchos sufren cada día ofensas y viven frecuentemente con miedo por su búsqueda de la verdad, su fe en Jesucristo y por su sincero llamamiento a que se reconozca la libertad religiosa. Todo esto no se puede aceptar, porque constituye una ofensa a Dios y a la dignidad humana; además es una amenaza a la seguridad y a la paz, e impide la realización de un auténtico desarrollo humano integral.
En efecto, en la libertad religiosa se expresa la especificidad de la persona humana, por la que puede ordenar la propia vida personal y social a Dios, a cuya luz se comprende plenamente la identidad, el sentido y el fin de la persona. Negar o limitar de manera arbitraria esa libertad, significa cultivar una visión reductiva de la persona humana, oscurecer el papel público de la religión; significa generar una sociedad injusta, que no se ajusta a la verdadera naturaleza de la persona humana; significa hacer imposible la afirmación de una paz auténtica y estable para toda la familia humana.
Por tanto, exhorto a los hombres y mujeres de buena voluntad a renovar su compromiso por la construcción de un mundo en el que todos puedan profesar libremente su religión o su fe, y vivir su amor a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente (cf. Mt 22, 37). Éste es el sentimiento que inspira y guía el Mensaje para la XLIV Jornada Mundial de la Paz, dedicado al tema: La libertad religiosa, camino para la paz.
Derecho sagrado a la vida y a una vida espiritual
2. El derecho a la libertad religiosa se funda en la misma dignidad de la persona humana 2, cuya naturaleza trascendente no se puede ignorar o descuidar. Dios creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza (cf. Gn 1, 27). Por eso, toda persona es titular del derecho sagrado a una vida íntegra, también desde el punto de vista espiritual. Si no se reconoce su propio ser espiritual, sin la apertura a la trascendencia, la persona humana se repliega sobre sí misma, no logra encontrar respuestas a los interrogantes de su corazón sobre el sentido de la vida, ni conquistar valores y principios éticos duraderos, y tampoco consigue siquiera experimentar una auténtica libertad y desarrollar una sociedad justa.
La Sagrada Escritura, en sintonía con nuestra propia experiencia, revela el valor profundo de la dignidad humana: «Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies» (Sal 8, 4-7).
Ante la sublime realidad de la naturaleza humana, podemos experimentar el mismo asombro del salmista. Ella se manifiesta como apertura al Misterio, como capacidad de interrogarse en profundidad sobre sí mismo y sobre el origen del universo, como íntima resonancia del Amor supremo de Dios, principio y fin de todas las cosas, de cada persona y de los pueblos4 . La dignidad trascendente de la persona es un valor esencial de la sabiduría judeo-cristiana, pero, gracias a la razón, puede ser reconocida por todos. Esta dignidad, entendida como capacidad de trascender la propia materialidad y buscar la verdad, ha de ser reconocida como un bien universal, indispensable para la construcción de una sociedad orientada a la realización y plenitud del hombre. El respeto de los elementos esenciales de la dignidad del hombre, como el derecho a la vida y a la libertad religiosa, es una condición para la legitimidad moral de toda norma social y jurídica.
Libertad religiosa y respeto recíproco
3. La libertad religiosa está en el origen de la libertad moral. En efecto, la apertura a la verdad y al bien, la apertura a Dios, enraizada en la naturaleza humana, confiere a cada hombre plena dignidad, y es garantía del respeto pleno y recíproco entre las personas. Por tanto, la libertad religiosa se ha de entender no sólo como ausencia de coacción, sino antes aún como capacidad de ordenar las propias opciones según la verdad.
Entre libertad y respeto hay un vínculo inseparable; en efecto, «al ejercer sus derechos, los individuos y grupos sociales están obligados por la ley moral a tener en cuenta los derechos de los demás y sus deberes con relación a los otros y al bien común de todos».
Una libertad enemiga o indiferente con respecto a Dios termina por negarse a sí misma y no garantiza el pleno respeto del otro. Una voluntad que se cree radicalmente incapaz de buscar la verdad y el bien no tiene razones objetivas y motivos para obrar, sino aquellos que provienen de sus intereses momentáneos y pasajeros; no tiene una “identidad” que custodiar y construir a través de las opciones verdaderamente libres y conscientes. No puede, pues, reclamar el respeto por parte de otras “voluntades”, que también están desconectadas de su ser más profundo, y que pueden hacer prevalecer otras “razones” o incluso ninguna “razón”. La ilusión de encontrar en el relativismo moral la clave para una pacífica convivencia, es en realidad el origen de la división y negación de la dignidad de los seres humanos. Se comprende entonces la necesidad de reconocer una doble dimensión en la unidad de la persona humana: la religiosa y la social. A este respecto, es inconcebible que los creyentes «tengan que suprimir una parte de sí mismos –su fe- para ser ciudadanos activos. Nunca debería ser necesario renegar de Dios para poder gozar de los propios derechos».
La familia, escuela de libertad y de paz
4. Si la libertad religiosa es camino para la paz, la educación religiosa es una vía privilegiada que capacita a las nuevas generaciones para reconocer en el otro a su propio hermano o hermana, con quienes camina y colabora para que todos se sientan miembros vivos de la misma familia humana, de la que ninguno debe ser excluido.
La familia fundada sobre el matrimonio, expresión de la unión íntima y de la complementariedad entre un hombre y una mujer, se inserta en este contexto como la primera escuela de formación y crecimiento social, cultural, moral y espiritual de los hijos, que deberían ver siempre en el padre y la madre el primer testimonio de una vida orientada a la búsqueda de la verdad y al amor de Dios. Los mismos padres deberían tener la libertad de poder transmitir a los hijos, sin constricciones y con responsabilidad, su propio patrimonio de fe, valores y cultura. La familia, primera célula de la sociedad humana, sigue siendo el ámbito primordial de formación para unas relaciones armoniosas en todos los ámbitos de la convivencia humana, nacional e internacional. Éste es el camino que se ha de recorrer con sabiduría para construir un tejido social sólido y solidario, y preparar a los jóvenes para que, con un espíritu de comprensión y de paz, asuman su propia responsabilidad en la vida, en una sociedad libre.
Un patrimonio común
5. Se puede decir que, entre los derechos y libertades fundamentales enraizados en la dignidad de la persona, la libertad religiosa goza de un estatuto especial. Cuando se reconoce la libertad religiosa, la dignidad de la persona humana se respeta en su raíz, y se refuerzan el ethos y las instituciones de los pueblos. Y viceversa, cuando se niega la libertad religiosa, cuando se intenta impedir la profesión de la propia religión o fe y vivir conforme a ellas, se ofende la dignidad humana, a la vez que se amenaza la justicia y la paz, que se fundan en el recto orden social construido a la luz de la Suma Verdad y Sumo Bien.
La libertad religiosa significa también, en este sentido, una conquista de progreso político y jurídico. Es un bien esencial: toda persona ha de poder ejercer libremente el derecho a profesar y manifestar, individualmente o comunitariamente, la propia religión o fe, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, las publicaciones, el culto o la observancia de los ritos. No debería haber obstáculos si quisiera adherirse eventualmente a otra religión, o no profesar ninguna7 . En este ámbito, el ordenamiento internacional resulta emblemático y es una referencia esencial para los Estados, ya que no consiente ninguna derogación de la libertad religiosa, salvo la legítima exigencia del justo orden público. El ordenamiento internacional, por tanto, reconoce a los derechos de naturaleza religiosa el mismo statusque el derecho a la vida y a la libertad personal, como prueba de su pertenencia al núcleo esencial de los derechos del hombre, de los derechos universales y naturales que la ley humana jamás puede negar.
La libertad religiosa no es patrimonio exclusivo de los creyentes, sino de toda la familia de los pueblos de la tierra. Es un elemento imprescindible de un Estado de derecho; no se puede negar sin dañar al mismo tiempo los demás derechos y libertades fundamentales, pues es su síntesis y su cumbre. Es un «indicador para verificar el respeto de todos los demás derechos humanos»8 . Al mismo tiempo que favorece el ejercicio de las facultades humanas más específicas, crea las condiciones necesarias para la realización de un desarrollo integral, que concierne de manera unitaria a la totalidad de la persona en todas sus dimensiones.
La dimensión pública de la religión
6. La libertad religiosa, como toda libertad, aunque proviene de la esfera personal, se realiza en la relación con los demás. Una libertad sin relación no es una libertad completa. La libertad religiosa no se agota en la simple dimensión individual, sino que se realiza en la propia comunidad y en la sociedad, en coherencia con el ser relacional de la persona y la naturaleza pública de la religión.
La relacionalidad es un componente decisivo de la libertad religiosa, que impulsa a las comunidades de los creyentes a practicar la solidaridad con vistas al bien común. En esta dimensión comunitaria cada persona sigue siendo única e irrepetible y, al mismo tiempo, se completa y realiza plenamente.
Es innegable la aportación que las comunidades religiosas dan a la sociedad. Son muchas las instituciones caritativas y culturales que dan testimonio del papel constructivo de los creyentes en la vida social. Más importante aún es la contribución ética de la religión en el ámbito político. No se la debería marginar o prohibir, sino considerarla como una aportación válida para la promoción del bien común. En esta perspectiva, hay que mencionar la dimensión religiosa de la cultura, que a lo largo de los siglos se ha forjado gracias a la contribución social y, sobre todo, ética de la religión. Esa dimensión no constituye de ninguna manera una discriminación para los que no participan de la creencia, sino que más bien refuerza la cohesión social, la integración y la solidaridad.
La libertad religiosa, fuerza de libertad y de civilización:
los peligros de su instrumentalización
7. La instrumentalización de la libertad religiosa para enmascarar intereses ocultos, como por ejemplo la subversión del orden constituido, la acumulación de recursos o la retención del poder por parte de un grupo, puede provocar daños enormes a la sociedad. El fanatismo, el fundamentalismo, las prácticas contrarias a la dignidad humana, nunca se pueden justificar y mucho menos si se realizan en nombre de la religión. La profesión de una religión no se puede instrumentalizar ni imponer por la fuerza. Es necesario, entonces, que los Estados y las diferentes comunidades humanas no olviden nunca que la libertad religiosa es condición para la búsqueda de la verdad y que la verdad no se impone con la violencia sino por «la fuerza de la misma verdad» . En este sentido, la religión es una fuerza positiva y promotora de la construcción de la sociedad civil y política.
¿Cómo negar la aportación de las grandes religiones del mundo al desarrollo de la civilización? La búsqueda sincera de Dios ha llevado a un mayor respeto de la dignidad del hombre. Las comunidades cristianas, con su patrimonio de valores y principios, han contribuido mucho a que las personas y los pueblos hayan tomado conciencia de su propia identidad y dignidad, así como a la conquista de instituciones democráticas y a la afirmación de los derechos del hombre con sus respectivas obligaciones.
También hoy, en una sociedad cada vez más globalizada, los cristianos están llamados a dar su aportación preciosa al fatigoso y apasionante compromiso por la justicia, al desarrollo humano integral y a la recta ordenación de las realidades humanas, no sólo con un compromiso civil, económico y político responsable, sino también con el testimonio de su propia fe y caridad. La exclusión de la religión de la vida pública, priva a ésta de un espacio vital que abre a la trascendencia. Sin esta experiencia primaria resulta difícil orientar la sociedad hacia principios éticos universales, así como al establecimiento de ordenamientos nacionales e internacionales en que los derechos y libertades fundamentales puedan ser reconocidos y realizados plenamente, conforme a lo propuesto en los objetivos de la Declaración Universal de los derechos del hombre de 1948, aún hoy por desgracia incumplidos o negados.
Una cuestión de justicia y de civilización:
el fundamentalismo y la hostilidad contra los creyentes comprometen la laicidad positiva de los Estados
8. La misma determinación con la que se condenan todas las formas de fanatismo y fundamentalismo religioso ha de animar la oposición a todas las formas de hostilidad contra la religión, que limitan el papel público de los creyentes en la vida civil y política.
No se ha de olvidar que el fundamentalismo religioso y el laicismo son formas especulares y extremas de rechazo del legítimo pluralismo y del principio de laicidad. En efecto, ambos absolutizan una visión reductiva y parcial de la persona humana, favoreciendo, en el primer caso, formas de integrismo religioso y, en el segundo, de racionalismo. La sociedad que quiere imponer o, al contrario, negar la religión con la violencia, es injusta con la persona y con Dios, pero también consigo misma. Dios llama a sí a la humanidad con un designio de amor que, implicando a toda la persona en su dimensión natural y espiritual, reclama una correspondencia en términos de libertad y responsabilidad, con todo el corazón y el propio ser, individual y comunitario. Por tanto, también la sociedad, en cuanto expresión de la persona y del conjunto de sus dimensiones constitutivas, debe vivir y organizarse de tal manera que favorezca la apertura a la trascendencia. Por eso, las leyes y las instituciones de una sociedad no se pueden configurar ignorando la dimensión religiosa de los ciudadanos, o de manera que prescinda totalmente de ella. A través de la acción democrática de ciudadanos conscientes de su alta vocación, se han de conmensurar con el ser de la persona, para poder secundarlo en su dimensión religiosa. Al no ser ésta una creación del Estado, no puede ser manipulada, sino que más bien debe reconocerla y respetarla.
El ordenamiento jurídico en todos los niveles, nacional e internacional, cuando consiente o tolera el fanatismo religioso o antirreligioso, no cumple con su misión, que consiste en la tutela y promoción de la justicia y el derecho de cada uno. Éstas últimas no pueden quedar al arbitrio del legislador o de la mayoría porque, como ya enseñaba Cicerón, la justicia consiste en algo más que un mero acto productor de la ley y su aplicación. Implica el reconocimiento de la dignidad de cada uno11 , la cual, sin libertad religiosa garantizada y vivida en su esencia, resulta mutilada y vejada, expuesta al peligro de caer en el predominio de los ídolos, de bienes relativos transformados en absolutos. Todo esto expone a la sociedad al riesgo de totalitarismos políticos e ideológicos, que enfatizan el poder público, mientras se menoscaba y coarta la libertad de conciencia, de pensamiento y de religión, como si fueran rivales.
Diálogo entre instituciones civiles y religiosas
9. El patrimonio de principios y valores expresados en una religiosidad auténtica es una riqueza para los pueblos y su ethos. Se dirige directamente a la conciencia y a la razón de los hombres y mujeres, recuerda el imperativo de la conversión moral, motiva el cultivo y la práctica de las virtudes y la cercanía hacia los demás con amor, bajo el signo de la fraternidad, como miembros de la gran familia humana.
La dimensión pública de la religión ha de ser siempre reconocida, respetando la laicidad positiva de las instituciones estatales. Para dicho fin, es fundamental un sano diálogo entre las instituciones civiles y las religiosas para el desarrollo integral de la persona humana y la armonía de la sociedad.
Vivir en el amor y en la verdad
10. En un mundo globalizado, caracterizado por sociedades cada vez más multiétnicas y multiconfesionales, las grandes religiones pueden constituir un importante factor de unidad y de paz para la familia humana. Sobre la base de las respectivas convicciones religiosas y de la búsqueda racional del bien común, sus seguidores están llamados a vivir con responsabilidad su propio compromiso en un contexto de libertad religiosa. En las diversas culturas religiosas, a la vez que se debe rechazar todo aquello que va contra la dignidad del hombre y la mujer, se ha de tener en cuenta lo que resulta positivo para la convivencia civil.
El espacio público, que la comunidad internacional pone a disposición de las religiones y su propuesta de “vida buena”, favorece el surgir de un criterio compartido de verdad y de bien, y de un consenso moral, fundamentales para una convivencia justa y pacífica. Los líderes de las grandes religiones, por su papel, su influencia y su autoridad en las propias comunidades, son los primeros en ser llamados a vivir en el respeto recíproco y en el diálogo.
Los cristianos, por su parte, están llamados por la misma fe en Dios, Padre del Señor Jesucristo, a vivir como hermanos que se encuentran en la Iglesia y colaboran en la edificación de un mundo en el que las personas y los pueblos «no harán daño ni estrago […], porque está lleno el país de la ciencia del Señor, como las aguas colman el mar» (Is 11, 9).
El diálogo como búsqueda en común
11. El diálogo entre los seguidores de las diferentes religiones constituye para la Iglesia un instrumento importante para colaborar con todas las comunidades religiosas al bien común. La Iglesia no rechaza nada de lo que en las diversas religiones es verdadero y santo. «Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir, los preceptos y doctrinas que, aunque discrepen mucho de los que ella mantiene y propone, no pocas veces reflejan, sin embargo, un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres».
Con eso no se quiere señalar el camino del relativismo o del sincretismo religioso. La Iglesia, en efecto, «anuncia y tiene la obligación de anunciar sin cesar a Cristo, que es “camino, verdad y vida” (Jn14, 6), en quien los hombres encuentran la plenitud de la vida religiosa, en quien Dios reconcilió consigo todas las cosas»14. Sin embargo, esto no excluye el diálogo y la búsqueda común de la verdad en los diferentes ámbitos vitales, pues, como afirma a menudo santo Tomás, «toda verdad, independientemente de quien la diga, viene del Espíritu Santo».
En el año 2011 se cumplirá el 25 aniversario de la Jornada mundial de oración por la paz, que fue convocada en Asís por el Venerable Juan Pablo II, en 1986. En dicha ocasión, los líderes de las grandes religiones del mundo testimoniaron que las religiones son un factor de unión y de paz, no de división y de conflicto. El recuerdo de aquella experiencia es un motivo de esperanza en un futuro en el que todos los creyentes se sientan y sean auténticos trabajadores por la justicia y la paz.
Verdad moral en la política y en la diplomacia
12. La política y la diplomacia deberían contemplar el patrimonio moral y espiritual que ofrecen las grandes religiones del mundo, para reconocer y afirmar aquellas verdades, principios y valores universales que no pueden negarse sin negar la dignidad de la persona humana. Pero, ¿qué significa, de manera práctica, promover la verdad moral en el mundo de la política y de la diplomacia? Significa actuar de manera responsable sobre la base del conocimiento objetivo e íntegro de los hechos; quiere decir desarticular aquellas ideologías políticas que terminan por suplantar la verdad y la dignidad humana, y promueven falsos valores con el pretexto de la paz, el desarrollo y los derechos humanos; significa favorecer un compromiso constante para fundar la ley positiva sobre los principios de la ley natural16 . Todo esto es necesario y coherente con el respeto de la dignidad y el valor de la persona humana, ratificado por los Pueblos de la tierra en la Carta de la Organización de las Naciones Unidas de 1945, que presenta valores y principios morales universales como referencia para las normas, instituciones y sistemas de convivencia en el ámbito nacional e internacional.
Más allá del odio y el prejuicio
13. A pesar de las enseñanzas de la historia y el esfuerzo de los Estados, las Organizaciones internacionales a nivel mundial y local, de las Organizaciones no gubernamentales y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, que cada día se esfuerzan por tutelar los derechos y libertades fundamentales, se siguen constatando en el mundo persecuciones, discriminaciones, actos de violencia y de intolerancia por motivos religiosos. Particularmente en Asia y África, las víctimas son principalmente miembros de las minorías religiosas, a los que se les impide profesar libremente o cambiar la propia religión a través de la intimidación y la violación de los derechos, de las libertades fundamentales y de los bienes esenciales, llegando incluso a la privación de la libertad personal o de la misma vida.
Como ya he afirmado, se dan también formas más sofisticadas de hostilidad contra la religión, que en los Países occidentales se expresan a veces renegando de la historia y de los símbolos religiosos, en los que se reflejan la identidad y la cultura de la mayoría de los ciudadanos. Son formas que fomentan a menudo el odio y el prejuicio, y no coinciden con una visión serena y equilibrada del pluralismo y la laicidad de las instituciones, además del riesgo para las nuevas generaciones de perder el contacto con el precioso patrimonio espiritual de sus Países.
La defensa de la religión pasa a través de la defensa de los derechos y de las libertades de las comunidades religiosas. Que los líderes de las grandes religiones del mundo y los responsables de las naciones, renueven el compromiso por la promoción y tutela de la libertad religiosa, en particular, por la defensa de las minorías religiosas, que no constituyen una amenaza contra la identidad de la mayoría, sino que, por el contrario, son una oportunidad para el diálogo y el recíproco enriquecimiento cultural. Su defensa representa la manera ideal para consolidar el espíritu de benevolencia, de apertura y de reciprocidad con el que se tutelan los derechos y libertades fundamentales en todas las áreas y regiones del mundo.
La libertad religiosa en el mundo
14. Por último, me dirijo a las comunidades cristianas que sufren persecuciones, discriminaciones, actos de violencia e intolerancia, en particular en Asia, en África, en Oriente Medio y especialmente en Tierra Santa, lugar elegido y bendecido por Dios. A la vez que les renuevo mi afecto paterno y les aseguro mi oración, pido a todos los responsables que actúen prontamente para poner fin a todo atropello contra los cristianos que viven en esas regiones. Que los discípulos de Cristo no se desanimen ante las adversidades actuales, porque el testimonio del Evangelio es y será siempre un signo de contradicción.
Meditemos en nuestro corazón las palabras del Señor Jesús: «Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados […]. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo» (Mt 5, 5-12). Renovemos, pues, «el compromiso de indulgencia y de perdón que hemos adquirido, y que invocamos en el Pater Noster, al poner nosotros mismos la condición y la medida de la misericordia que deseamos obtener: “Y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mt 6, 12)17». La violencia no se vence con la violencia. Que nuestro grito de dolor vaya siempre acompañado por la fe, la esperanza y el testimonio del amor de Dios. Expreso también mi deseo de que en Occidente, especialmente en Europa, cesen la hostilidad y los prejuicios contra los cristianos, por el simple hecho de que intentan orientar su vida en coherencia con los valores y principios contenidos en el Evangelio. Que Europa sepa más bien reconciliarse con sus propias raíces cristianas, que son fundamentales para comprender el papel que ha tenido, que tiene y que quiere tener en la historia; de esta manera, sabrá experimentar la justicia, la concordia y la paz, cultivando un sincero diálogo con todos los pueblos.
La libertad religiosa, camino para la paz
15. El mundo tiene necesidad de Dios. Tiene necesidad de valores éticos y espirituales, universales y compartidos, y la religión puede contribuir de manera preciosa a su búsqueda, para la construcción de un orden social justo y pacífico, a nivel nacional e internacional.
La paz es un don de Dios y al mismo tiempo un proyecto que realizar, pero que nunca se cumplirá totalmente. Una sociedad reconciliada con Dios está más cerca de la paz, que no es la simple ausencia de la guerra, ni el mero fruto del predominio militar o económico, ni mucho menos de astucias engañosas o de hábiles manipulaciones. La paz, por el contrario, es el resultado de un proceso de purificación y elevación cultural, moral y espiritual de cada persona y cada pueblo, en el que la dignidad humana es respetada plenamente. Invito a todos los que desean ser constructores de paz, y sobre todo a los jóvenes, a escuchar la propia voz interior, para encontrar en Dios referencia segura para la conquista de una auténtica libertad, la fuerza inagotable para orientar el mundo con un espíritu nuevo, capaz de no repetir los errores del pasado. Como enseña el Siervo de Dios Pablo VI, a cuya sabiduría y clarividencia se debe la institución de la Jornada Mundial de la Paz: «Ante todo, hay que dar a la Paz otras armas que no sean las destinadas a matar y a exterminar a la humanidad. Son necesarias, sobre todo, las armas morales, que den fuerza y prestigio al derecho internacional; primeramente, la de observar los pactos»18 . La libertad religiosa es un arma auténtica de la paz, con una misión histórica y profética. En efecto, ella valoriza y hace fructificar las más profundas cualidades y potencialidades de la persona humana, capaces de cambiar y mejorar el mundo. Ella permite alimentar la esperanza en un futuro de justicia y paz, también ante las graves injusticias y miserias materiales y morales. Que todos los hombres y las sociedades, en todos los ámbitos y ángulos de la Tierra, puedan experimentar pronto la libertad religiosa, camino para la paz.

Benedicto XVI: se necesitan intelectuales nuevos


Construir nuestra existencia, construir la sociedad – dijo el Pontífice en la homilía de las Vísperas celebradas ayer en la tarde en la Basílica Vaticana para los universitarios romanos – no es una obra que pueda ser realizada por mentes y corazones distraídos y superficiales. Es necesaria una profunda acción educativa y un continuo discernimiento, que deben involucrar a toda la comunidad académica. En nuestros tiempos, subrayó Benedicto XVI, se advierte la necesidad de una nueva clase de intelectuales capaces de interpretar las dinámicas sociales y culturales ofreciendo soluciones no abstractas, sino concretas y realistas. La universidad está llamada a desarrollar este papel insustituible y la Iglesia la sostiene convencida. La Iglesia de Roma, en particular, está comprometida en apoyar la vocación de la universidad con la contribución de muchos sacerdotes que trabajan en las capellanías. El Papa expresó su agradecimiento por el programa de pastoral universitaria.

Benedicto XVI: sana laicidad en Italia


Benedicto XVI recordó la importancia de una correcta distinción entre Estado e Iglesia en Italia y la necesidad de justas formas de colaboración entre la comunidad civil y la religiosa. Al recibir al nuevo embajador de Italia ante la Santa Sede, el Papa reafirmó la actualidad del Acuerdo en vigor que puede garantizar una serena convivencia, observando que le Iglesia tiene el pleno derecho de pedir libertad religiosa; cuando ésta es negada o limitada se producen desviaciones a nivel civil y político. Frente a los intentos de marginación de las minorías religiosas en muchas partes del mundo, el Papa alabó la actitud positiva y de tutela asumida por el gobierno italiano y también sobre la cuestión de la exposición de los símbolos religiosos, primero que nada el crucifijo, el Papa alabó también la correcta visión de la laicidad de las instituciones italianas. Subrayó que el crucifijo es un símbolo que invita a todos los hombres de buena voluntad a no discriminar.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

El arzobispo de Madrid clausura la fase diocesana del proceso de canonización del cardenal Herrera Oria


El cardenal Antonio Mª Rouco Varela, arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, presidió este martes la clausura del proceso diocesano de canonización del Siervo de Dios cardenal Ángel Herrera Oria, en el Aula Magna de la Universidad CEU San Pablo. Se trata del impulso definitivo a la causa del proceso, que se inició en 1996.
Después de proceder a la clausura formal de la Causa de canonización del primer presidente de la Asociación Católica de Propagandistas y alma máter de la ACdP, el cardenal Rouco dirigió unas palabras a los asistentes, en las que destacó que ha concluido así un “proceso sencillo y fácil” por la persona del Cardenal Herrera Oria.
Para el cardenal Rouco, le tocó vivir una “fase de la historia de la vida de la Iglesia y de la vida de España complejísima”, donde uno estaba “tentado en muchas ocasiones, pero también en otras, uno demuestra que sigue fielmente a Jesús”. “Ocasiones para ser santos las hay”, añadió.
Destacó asimismo que, pese a la época, por un lado, dramática y, por otro, esperanzada, que se atravesaba, vivió en un principio “como un seglar, que concebía su presencia en la vida pública como un apostolado implícito y explícito” y después durante el sacerdocio –fue obispo de Málaga y cardenal-.
Según el cardenal Rouco, “el método de trabajo de la ACdP está íntimamente nacido en la caridad de sus miembros, que son apóstoles en el conjunto de la sociedad”. “Esto marca, añadió, la vida y obra del cardenal Herrera Oria”, de quien dijo: “Fue un pastor celoso por llevar el Evangelio a los sectores de la sociedad más necesitados”.
Durante el acto, el sacerdote delegado episcopal de la causas de beatificación, Ricardo Quintana, explicó que éstas se inician cuando consta una “práctica de las virtudes cardinales y teologales”, un seguimiento de los “consejos evangélicos” y una “extendida fama de santidad”. Este proceso se inició en 1996 y, desde entonces, se ha entrevistado a 56 testigos en Madrid, 17 en Santander, doce en Málaga, dos en Barcelona y uno en Vic. Asimismo, dos censores teólogos han analizado los escritos del cardenal Herrera y han elaborado un informe sobre la espiritualidad de éste.
El portavoz Julián Vara Bayón llevará toda la información de la fase instructora diocesana a Roma y la presentará ante la Congregación para las Causas de los Santos, que debe iniciar la segunda fase del proceso de canonización. Así, se enviarán copias en papel de toda la documentación del proceso en cajas lacradas para garantizar el “secreto de conciencia y la autenticidad” y evitar “interpolaciones”.
Ángel Herrera Oria, primer presidente de la ACdP, nació en Santander en 1886 y falleció en Madrid en 1968. A lo largo de su vida fue obispo de Málaga, cardenal, abogado del Estado y periodista -dirigió ‘El Debate’, fundó la Editorial Católica y estableció la primera escuela de periodismo de España-.

El Papa: “Confianza y paciencia en la espera del bien”


Antes de la oración mariana del Ángelus, recitada desde la ventana de su estudio que da a la Plaza de San Pedro, Benedicto XVI ha subrayado hoy, como san Juan en su carta, el valor de la constancia y de la paciencia, virtudes de nuestros padres que hoy son menos populares “en un mundo que exhalta más bien el cambio y la capacidad de adaptarse siempre a nuevas situaciones”. El Adviento nos llama, en cambio, a potenciar “el esfuerzo interior, la resistencia de ánimo que permiten el no desesperarse en la espera de un bien que tarda en llegar, sino esperarlo, es más, preparar su venida con confianza activa”. Santiago pone el ejemplo del agricultor, añadió el Papa, modelo de una mentalidad que une en un modo equilibrado la fe y la razón, porque, por una parte conoce las leyes de la naturaleza y hace bien su trabajo, y por la otra, confía en la Providencia. Si las vicisitudes de la vida nos hacen sentir como perdidos, concluyó Benedicto XVI, tenemos la brújula para encontrar la orientación: y es la Palabra del Señor, que anuncia la verdadera esperanza, aquella que no defrauda porque está fundada en la fidelidad de Dios. Después de la oración, el Papa saludó a los más de dos mil niños y jóvenes de los oratorios romanos que vinieron con las imágenes del Niño Jesús de sus pesebres para la tradicional bendición de los “Niños”. Benedicto XVI también les pidió orar por el Papa y sus intenciones “cuando coloquen el Niño Jesús en las grutas o las cabañas”.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Nota final de la XCVI Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española


Los obispos españoles han celebrado en Madrid, del lunes 22 al viernes 26 de noviembre, la 96º reunión de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE).
Han participado por primera vez el Obispo de Teruel y Albarracín, Mons. D. Carlos Manuel Escribano Subías, tras su toma de posesión el 26 de septiembre, y el Auxiliar de Terrassa, Mons. D. Salvador Cristau Coll, quien recibió la ordenación episcopal el pasado 26 de junio. Mons. Escribano ha quedado adscrito a la Comisión Episcopal de Pastoral Social y a la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida, y Mons. Cristau a la Comisión Episcopal de Seminarios y Universidades.
Los obispos han tenido un recuerdo especial para el Cardenal español Urbano Navarret, fallecido en Roma el mismo día que comenzaba la Plenaria, y para Mons. D. Rafael Sanus Abad, Obispo auxiliar de Valencia, fallecido el 13 de mayo de 2010.
El jueves día 25 tuvo lugar la habitual Eucaristía que los obispos concelebran en el transcurso de la Asamblea Plenaria. Fue presidida por el Arzobispo Emérito Castrense, Cardenal José Manuel Estepa Llaurens, a quien felicitó, en la sesión inaugural, el Cardenal Rouco Varela, en nombre de todos los prelados, al haber sido creado Cardenal por el Papa Benedicto XVI en el Consistorio del pasado sábado 20 de noviembre.
Los días previos a la Asamblea Plenaria, quedó instalado en el hall de acceso al aula, en la galería de retratos de Presidentes de la CEE, el retrato de Mons. D. Ricardo Blázquez Pérez, actual Arzobispo de Valladolid y Vicepresidente de la CEE. Mons. Blázquez presidió la CEE de marzo de 2005 a 2008. La religiosa cisterciente Sor Isabel Guerra es la autora del cuadro, como lo es también del resto de los retratos.
Discurso inaugural del Cardenal Rouco
El Presidente de la CEE agradeció la Visita del Papa Benedicto XVI a Santiago y Barcelona, apuntando algunas reflexiones sobre las enseñanzas del Papa en esos días. “El Papa ha venido a hablarnos de Dios” –destacó el Cardenal Rouco- y recordó las palabras del Santo Padre en las que invitaba a “que Dios vuelva a resonar gozosamente bajo los cielos de Europa”.
El Cardenal Rouco agradeció también que el Papa subrayara la aportación de España a la evangelización del mundo: “España siempre ha sido un país originario de la fe. Es un país lleno de dinamismo, lleno de la fuerza de la fe y la fe responde a los desafíos que están igualmente presentes en España”. El Presidente de la CEE se refirió a la tensión entre la fe y la modernidad, y señaló que “las tensiones, que la Iglesia no busca, pero históricamente presentes en España y en Europa, han de estimularnos en el trabajo de la nueva evangelización, cuyo objetivo es el encuentro, nunca el desencuentro”.
Saludo del Nuncio
El Nuncio de su Santidad en España, Mons. D. Renzo Fratini, también recordó el viaje del Papa Benedicto XVI. Mons. Fratini afirmó que “el Papa del diálogo entre fe y razón; entre fe y arte, ha visto positivamente en la cultura española un punto central también para el encuentro entre fe y laicidad” y que “la sociedad no puede prescindir pues de la fe, si quiere construir este mundo en la verdad, la bondad, la belleza, y el amor”.
Nombramiento del Vicesecretario para Asuntos Económicos
Fernando Giménez Barriocanal ha sido nombrado Vicesecretario para Asuntos Económicos por otros cinco años (2010-2015), al aceptar la Asamblea Plenaria la propuesta realizada por la Comisión Permanente. Giménez Barriocanal está casado, es padre de cinco hijos y lleva vinculado a la CEE desde 1992. Era ya Vicesecretario para Asuntos Económicos de la CEE en el quinquenio anterior (2005-2010). Es Profesor Titular de Economía Financiera y Contabilidad de la Facultad de Económicas de la Universidad Autónoma de Madrid y, entre otros cargos, es Presidente y Consejero Delegado de la Cadena COPE y Popular TV.
La CEE aumenta su colaboración económica con Cáritas
Los presupuestos del Fondo Común Interdiocesano para 2011 se nutren del pago a cuenta de la Asignación Tributaria de 2011 y de la liquidación de la Asignación Tributaria de 2009. Como, a día de hoy, no se han publicado datos de la cuota íntegra total del IRPF correspondiente al 2009, la Asamblea Plenaria ha decidido dejar pendiente la cantidad a consignar en los presupuestos del próximo año, manteniendo, de manera provisional, la misma cantidad que en 2010. Cuando se disponga de datos fiables sobre el resultado de la Asignación Tributaria, se corregirá dicha cantidad al alza o a la baja, dependiendo de su resultado. (Se adjunta Nota explicativa).
Mientras tanto, la CEE ha decidido aumentar la colaboración económica que ha prestado en los últimos años a las Cáritas diocesanas. El donativo será ahora de 4 millones de euros, en lugar de los 2,9 millones entregados el pasado año.
Documentos
La Plenaria ha aprobado la Declaración de reconocimiento recíproco del bautismo “Confesamos un solo Bautismo para el perdón de los pecados”, cuyo texto ha sido presentado a la Asamblea por Mons. D. Adolfo González Montes, Obispo de Almería y Presidente de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales. La Declaración podrá ser firmada por la “Iglesia Española Reformada Episcopal”, miembro de la Comunión Anglicana.
Los obispos han analizado los documentos “Criterios sobre la Cooperación Misionera”, presentado por la Comisión de Misiones y Cooperación entre las Iglesias, y “Proyecto de Coordinación de la Parroquia, la Familia y la Escuela en la transimisión de la fe”, presentado por la Comisión de Enseñanza y Catequesis. Se seguirá trabajando sobre ellos.
Por otra parte, la Asamblea Plenaria ha dado el visto bueno al envío a Roma de la traducción al castellano del “Ceremoniale Episcoporum” para la obtención de la correspondiente conformidad.
La Copa del Mundo, en la CEE
El miércoles día 24, el Presidente de la Federación Española de Fútbol, D. Ángel María Villar, y el entrenador de la Selección española, D. Vicente del Bosque, visitaron la sede de la Conferencia Episcopal con la Copa del Mundo de Fútbol que la Selección ganó el pasado mes de julio en Sudáfrica. El Cardenal Rouco destacó el “espíritu de equipo” y el “ejemplo de cooperación de la Selección española” y destacó las “virtudes humanas y cristianas” que se han dado en sus componentes para lograr el éxito conseguido.
Otras informaciones
Por último, como es habitual, en la Asamblea Plenaria se ha informado sobre diversos temas de seguimiento y sobre las actividades de las distintas Comisiones Episcopales. Entre otros asuntos destacados, los obispos han recibido información de los preparativos de la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011 y de un encuentro entre obispos europeos y africanos, que ha tenido lugar en Abidjan (Costa de Marfil), del 10 al 14 de noviembre, y al que ha asistido, en representación de la CEE, el obispo de Tenerife, Mons. Álvarez Afonso. Pueden consultarse los detalles del encuentro en www.ccee.ch
Aprobación de Asociaciones Nacionales
La Asamblea Plenaria ha concedido la prórroga por un año de los actuales Estatutos de Manos Unidas, para dar tiempo así a realizar las modificaciones sobre las que se está trabajando.
Por último, se ha aprobado la modificación de los Estatutos de “Centros católicos de cultura popular y desarrollo de adultos”, en cuestiones que facilitan la comprensión de la estructura de la Asocación y que no afectan a nada fundamental de los Centros.

Discurso del nuncio Mons. Fratini a los obispos españoles


Eminentísimo Señor Cardenal Presidente,
Eminentísimos Señores Cardenales,
Excelentísimos Señores Arzobispos y Obispos,
Señoras y Señores:
Al comenzar los trabajos de la XCVI Asamblea Plenaria, agradezco vivamente la oportunidad de saludarles, como representante del Santo Padre en España.
En estos momentos deseo hacerme eco del acontecimiento que, para España, ha representado la reciente Visita del Santo Padre realizada los días 6 y 7 de noviembre. El Papa ha venido como peregrino a Santiago de Compostela y ha tenido el gozo de consagrar la Basílica de la Sagrada Familia de Barcelona.
Este Viaje de Su Santidad Benedicto XVI es, sin duda alguna, tanto para el Santo Padre como para la Iglesia que peregrina en España, no sólo un acontecimiento histórico, sino un verdadero hito providencial.
Se adivina, por su trascendental mensaje, que el evento forma parte de la palabra que, en el ejercicio de su misión petrina, el Pontífice quiere dar al mundo.
El Papa del diálogo entre fe y razón; entre fe y arte, ha visto positivamente en la cultura española un punto central también para el encuentro entre fe y laicidad.
El Santo Padre espera una contribución positiva de parte de esta Iglesia particular a tan delicado tema, en base a las posibilidades reales que están en las raíces que hicieron ser a esta noble nación. Se trata, como ha subrayado el mismo Pontífice del “encuentro – no desencuentro, sino encuentro” entre fe y laicidad.
España cuenta con un glorioso patrimonio religioso en el que destacan figuras señeras que “han renovado el catolicismo y formado la fisonomía del catolicismo moderno”. Grandes maestros, muchos conocidos y otros aún por estudiar, cuyos textos, redactados desde la prestigiosa preparación de los centros universitarios humanistas de Alcalá o Salamanca, con frecuencia unida a la práctica de una vida santa, pueden servir para recoger la savia de un pensamiento presidido por el amor.
Con tan rico patrimonio, que ofreció sabiamente respuestas prácticas a los problemas del momento, se podría dialogar con el pensamiento contemporáneo preservándolo de una tentación utilitarista y alentando un avance enriquecedor.
Con esta esperanza, vertebrada sobre sólidas raíces, el Papa también llama a un compromiso que es propio de la misión. Se trata, como ha señalado en la Audiencia General que siguió a su Viaje, el pasado 10 de noviembre, de “conservar y reforzar la apertura a lo trascendente”, todo en aras de “construir una Europa que, fiel a sus imprescindibles raíces cristianas, responda plenamente a su vocación y misión en el mundo”.
Ha llamado mucho mi atención el titulo con que L’Osservatore Romano del pasado 11 de noviembre recogía la Audiencia General del día anterior. Reza así: “Dalla Spagna una speranza per l’Europa”. Considero que este rótulo sintetiza muy bien la tarea confiada por el Santo Padre a todos los católicos de este País.
España ha sido presentada al mundo en esta visita como lugar de encuentro, como esperanza para toda Europa. Se trata del encuentro de los caminos hacia Santiago, del encuentro que radica en la fe; también el encuentro modélico entre la verdad y la belleza, entre la tradición y la modernidad en continuidad, que se hace visible en la asombrosa Basílica de la Sagrada Familia en Barcelona.
Por otra parte, ese encuentro es también una tarea por realizar; la tarea de no cerrar a Dios nunca el corazón. Él es el bien de todos los hombres, y de todo el hombre. La sociedad no puede prescindir pues de la fe, si quiere construir este mundo en la verdad, la bondad, la belleza, y el amor.
Por último, Vuestras Excelencias, y yo mismo, hemos sentido el gozo de despedir al Santo Padre, no con un simple “adiós”, sino con un “hasta pronto”. Efectivamente, pronto volveremos a tenerlo entre nosotros con ocasión de la XXVI Jornada Mundial de la Juventud que tendrá lugar en Madrid en agosto del próximo año. Como el Papa anuncia en su Mensaje para esta ocasión, su cometido entre los jóvenes es invitarles a intensificar el camino de su fe, para construir una sociedad fundada en los valores cristianos.
Termino agradeciendo muy sentidamente desde aquí, a Vuestras Excelencias y a todos los fieles encomendados a su ministerio pastoral, por las oraciones que han ofrecido por este “inolvidable” viaje. Son muchas también las cartas de agradecimiento que el Santo Padre ha recibido por esta Visita. Gracias por la acogida dispensada y que el Santo Padre ha reconocido como de verdadero “entusiasmo y fervor”, signo del afecto que las gentes de España albergan hacia el Sucesor de Pedro.
Muchas gracias.

El predicador pontificio P. Cantalamessa señala que la Navidad es la respuesta a la visión cientificista que niega la existencia de Dios


La respuesta cristiana al cientificismo ateo: ha sido el tema del primer sermón de Adviento, que ha pronunciado este viernes el padre Raniero Cantalamessa en la capilla «Redemptoris Mater» en presencia del Papa y la Curia Romana, según ha informado Radio Vaticano. El predicador de la Casa Pontificia ha puesto de relieve los límites de las afirmaciones científicas cuando quieren demostrar la inexistencia de Dios. “La Navidad, -ha dicho el predicador- con el Misterio de la Encarnación, “es la antítesis más radical de la visión cientificista”.
El padre Cantalamessa ha recordado en su sermón los argumentos que, como el ateo militante Dawkins, llegaron a definir “analfabetos” a los científicos que dicen ser creyentes. Tesis, ha señalado, que se revelan falsas, no en base a los argumentos de fe, “sino del mismo análisis de los resultados de la ciencia y de la opinión de muchos” ilustres científicos. Con una metáfora, el padre Cantalamessa ha comparado los científicos ateos a los pájaros nocturnos que no saben nada del mundo diurno.
“Para ver a Dios -ha afirmado- es necesario abrir una nueva perspectiva, es necesario aventurase a salir fuera de la noche”. Sin embargo, ha añadido el predicador, el rechazo del cientificismo, no debe dar lugar a desconfiar o a negar a la ciencia: “sería un flaco servicio a la fe, antes incluso que a la ciencia”.
“Una actitud abierta y constructiva -ha afirmado el padre capuchino- nos la dio el beato John Henry Newman, del que ha citado un pasaje de una carta del gran teólogo Inglés, hablando sobre la teoría de la evolución de Darwin. “La teoría de Darwin, sea cierta o no, no necesariamente debe ser atea; simplemente, puede sugerir una idea más amplia de la Divina Pre-ciencia…. A primera vista, no veo cómo “la evolución casual de los seres orgánicos” es incompatible con el plan de Dios. Puede ser casual para nosotros, no para Dios.”
El debate sobre el cientificismo, ha explicado el padre Cantalamessa, nos lleva a un tema decisivo para la evangelización: la posición que ocupa el hombre en el universo. La visión cientificista reduce al hombre a un accidente histórico, un intruso “en la aplastante y hostil inmensidad del universo”. El cristianismo, en cambio, nos muestra que “el universo es para el hombre y no el hombre para el cosmos.” Justo lo contrario.
“En definitiva, -ha finalizado el predicador capuchino-, el cientificismo lleva a un atea visión del humanismo. El cristianismo sabe en cambio que la expresión más alta de la dignidad y de la vocación del hombre está en la divinización de la persona”. Y en este sentido “la Navidad, es la ocasión ideal para revivir este patrimonio común de la cristiandad: “El Verbo se hizo hombre para que nosotros pudiéramos ser deificados.

Madrid acogerá el próximo 2 de enero la Fiesta de la Familia


La fiesta de la familia, que desde hace tres años se celebra en el corazón de Madrid, se ha convertido ya en la gran cita anual de reafirmación del matrimonio y sus valores así como de acción de gracias a Dios por la existencia misma de esta institución de orden natural que tanto bien hace a la sociedad. En esta ocasión, al coincidir la solemnidad de la Sagrada Familia en el domingo siguiente a la Navidad, la celebración a la que convoca el Arzobispado de Madrid se ha desplazado hasta el día 2 de enero y tendrá como escenario, igual que en anteriores ediciones, en la Plaza de Colón, donde se levantará un gran altar rematado por una cruz de 25 metros.
La fiesta de la familia, que desde hace tres años se celebra en el corazón de Madrid, se ha convertido ya en la gran cita anual de reafirmación del matrimonio y sus valores así como de acción de gracias a Dios por la existencia misma de esta institución de orden natural que tanto bien hace a la sociedad. En esta ocasión, al coincidir la solemnidad de la Sagrada Familia en el domingo siguiente a la Navidad, la celebración a la que convoca el Arzobispado de Madrid se ha desplazado hasta el día 2 de enero y tendrá como escenario, igual que en anteriores ediciones, en la Plaza de Colón, donde se levantará un gran altar rematado por una cruz de 25 metros.
El lema escogido para la cuarta edición es el de “La familia, esperanza de Europa” y con él se quiere subrayar dos aspectos muy significativos. Por un lado, el paulatino descenso de la natalidad en el continente –especialmente en España- en el que muchos economistas y sociólogos han visto la causa primera de la crisis económica y moral que afecta a los países más desarrollados. Y, por otro, hacer presente en un acto público de esta magnitud, donde se espera la presencia de unas cien mil familias, la fortaleza de la familia natural cuando se vive la fe. De ahí que el centro del acto sea una Misa solemne, que presidirá el cardenal-arzobispo de Madrid, monseñor Rouco Varela pocos minutos después de las doce del mediodía.
El cardenal estará asistido como concelebrantes por los obispos auxiliares de Madrid así como por numerosos prelados llegados de distintas diócesis e, incluso, algunos procedentes de países europeos. Por cierto que los organizadores tienen pensado para este año un sistema más fluido de distribución de la Comunión para que puedan acceder a ella el mayor número de personas, pues sabido es que la gran concentración de público hace muy difícil la movilidad a pesar de la participación de numerosos sacerdotes.
La Santa Misa estará precedida por las palabras que dirigirá el Papa a los asistentes desde la Santa Sede, al rezar el Ángelus a las doce en punto, tal y como ya sucedió en anteriores ocasiones. Por cierto que Su Santidad sigue muy de cerca la organización del acto al que concede una importancia primordial dada su inquietud por las agresiones que está sufriendo la institución familiar en toda Europa.
La celebración de la fiesta empezará, sin embargo, mucho antes. Las familias están convocadas a partir de las diez de la mañana ya que se han previsto diversas secuencias de gran atractivo, con la participación de destacadas personalidades que hablarán de sus propias circunstancias familiares. Entre ellas figura el seleccionador nacional de futbol, Vicente del Bosque y la presidenta de la ONG de la Iglesia Manos Unidas, Myrian García Abrisqueta, reciente Premio Príncipe de Asturias a los Valores Humanos.
Habrá, por supuesto, cantos de villancicos con actuación de varias corales y, como final de los actos, una auténtica fiesta infantil: una cabalgata de Reyes que nada tendrá que ver con la que organiza el Ayuntamiento con un perfil netamente pagano. Habrá regalos para los asistentes y, sobre todo, se repartirán juguetes en diversos centros asistenciales de Madrid a donde se desplazarán los Magos.
En suma, todo está ya casi a punto para esta gran celebración de la familia que cada vez tiene mayor eco en toda Europa. Los actos serán transmitidos por diversas cadenas de televisión y radio y se espera la acreditación de numerosos periodistas atraídos por el interés informativo de esta festiva exaltación de los valores familiares en plena decadencia de la civilización europea. “Los cristianos quieren hacerse presentes en la vida pública cada vez con más fuerza y, sobre todo, expresar la alegría y belleza de su fe”, nos comentaba monseñor Juan Antonio Reig Plá, obispo coordinador de los actos.

Nota del arzobispado de Madrid ante el aplazamiento de la conferencia del cardenal Rouco en la Universidad Autónoma


Ante el aplazamiento de una conferencia que iba a pronunciar el Sr. Cardenal Arzobispo de Madrid, Don Antonio Mª Rouco Varela, en la Universidad Autónoma, desde este Arzobispado nos parece oportuno aclarar lo siguiente:
1.- La Delegación Episcopal de Pastoral Universitaria del Arzobispado de Madrid había organizado esa conferencia, con el consentimiento de las autoridades académicas correspondientes.
2.- En fechas inmediatas a la misma se tuvo conocimiento de que diversos grupos antisistema habían preparado actuaciones para dificultar su normal desarrollo.
3.- La Delegación del Gobierno en Madrid ofreció desde el primer momento la protección habitual en este tipo de situaciones.
4.- El conjunto de circunstancias ha aconsejado que el acto previsto se posponga para otro momento en el que pueda realizarse con normalidad.