viernes, 5 de noviembre de 2010

La Santa Sede demanda en la ONU el fin de la discriminación hacia los cristianos en muchos países del mundo

Tras el brutal atentado contra la catedral en Bagdad, el arzobispo Francis Chullikatt, observador permanente de la Santa Sede ante la Naciones Unidas se ha dirigido a la Asamblea General denunciando la discriminación racial y la intolerancia religiosa.
Mons. Chullikatt, que conocía personalmente a algunas de las víctimas en su época de nuncio apostólico en Irak y Jordania desde 2006 hasta hace poco tiempo, expresó su honda tristeza por esta tragedia. En su intervención como representante de la Santa Sede ante la ONU, que ya había sido programada con antelación para el 1 de noviembre, el arzobispo lamentó que “demasiadas personas en el mundo carecen de libertad para rezar en comunidad. Se trata de hombres, mujeres y niños cuya búsqueda de Dios constituye una actividad prohibida, que comporta graves repercusiones físicas y legales en el ejercicio de necesidades humanas fundamentales”.
Teniendo en cuenta que ninguna cultura ni nación está exenta de la xenofobia y el odio religioso a pesar de los esfuerzos en el sentido contrario, la delegación de la Santa Sede expresó su consternación ante el informe del Relator Especial de la ONU, cuya conclusión subraya el destino de cristianos de todo el mundo que han tenido que huir de sus hogares, ha sido torturados, encarcelados, asesinados o forzados para renegar de su fe.
El arzobispo Chullikatt hizo un llamamiento a la comunidad internacional para que no ignore esta situación que “requiere la atención urgente de lideres nacionales e internacionales para proteger el derecho a la libertad religiosa de individuos y comunidades. La esperanza del progreso de la humanidad, aspiración troncal de esta organización internacional –concretó el prelado- no podrá alcanzarse nunca hasta que estos abusos acaben.
El arzobispo advirtió contra la búsqueda de una solución bajo el pretexto de prohibir la “difamación de la religión”, e instó, en este sentido, a buscar un enfoque diferente al problema. El observador permanente reafirmó el apoyo de la delegación de la Santa Sede a los esfuerzos para proteger a los creyentes de la incitación al odio irracional y a la violencia, pero manifestó su preocupación por el uso que se da al concepto de difamación religiosa para alcanzar estos objetivos. De hecho, en muchos casos ha resultado contraproducente y en lugar de proteger a los creyentes se ha utilizado como medio de opresión patrocinado por algunos Estados.
Mons. Cullikatt también comunicó el apoyo de la Santa Sede a las iniciativas tendentes a frenar las manifestaciones de discriminación y violencia sin infringir la libertad de expresión religiosa. El arzobispo advirtió también sobre el peligro de la tendencia creciente a identificar raza con religión y describió con detalle las injustas discriminaciones que padecen los migrantes.

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