martes, 24 de septiembre de 2013

EL OBISPO DE LÉRIDA ADAPTA EL ANTIGUO SEMINARIO PARA ALOJAR DESAHUCIADOS


Mons. Joan Piris, Obispo de Lérida, ha sido uno de los primeros prelados en salir al paso de las necesidades sociales de acogida a las familias víctimas de los desahucios bancarios generados por la crisis económica, al disponer la adaptación del edificio del antiguo seminario para poder recibir a estas familias.
Así de esta manera, no sólo teórica sino práctica, ha entendido la caridad y el amor fraterno del Evangelio este obispo catalán, que adelantándose al llamamiento del Papa en Lampedusa –referido a la apertura de conventos y lugares eclesiales para acoger a los inmigrantes-, acometió tan importante como significativa acción.
Así Mons. Piris testimonió una auténtica coherencia eclesial con el Evangelio de Cristo, ante tanto silencio cómplice de otros sectores eclesiásticos, y aún jerárquicos, este prelado catalán, no sólo adaptó este inmueble de su diócesis para estos nuevos pobres, acogiendo de verdad a los necesitados, mostrando la cara maternal de la Iglesia que es madre, y por tanto acoge a sus hijos que sufren, en este caso la pobreza de la injusticia, sino que también firmó la petición de iniciativa legislativa popular en favor de la dación en pago, promovida por las plataformas sociales que se movilizaron por este motivo.
Para este pastor de la Iglesia no hubo dudas de la pertinencia de testimoniar su protesta contra la ley injusta, promoviendo su cambio, sino que también más allá de etéreas teorías sobre la fraternidad humana, y el amor fraterno, lo puso en práctica en la medida de sus posibilidades, poniéndose al frente de su comunidad eclesial leridana, en un entrañable ejemplo que ha salvado torpes silencios de otros hermanos suyos del episcopado en España.

Esperemos que la nueva sensibilidad evangélica que está imprimiendo el Papa Francisco llegue pronto al corazón de toda la cristiandad, y el Espíritu de Dios guíe realmente su Iglesia en este mundo, lejos de las tentaciones humanas al poder, al dinero, al beneficio, al privilegio, y lleve a toda la comunidad cristiana por ese difícil pero venturoso camino difícil, que concluya en la puerta estrecha de la que hablaba Jesús, compartiendo una fe existencial, no milagrera, auténticamente existencial de conversión hacia una mayor fraternidad humana, buscando la implantación del Reino de Dios en este mundo, procurando la lucha por la justicia, la igualdad y la paz de forma real y eficaz y no meramente nominal. Tal deriva nos llevaría a seguir a Cristo realmente por el camino del Evangelio que él instauró, nos haría más humildes y coherentes para poder hablar a los hombres de Dios, y a Dios de los hombres, nuestros hermanos en Cristo, y ello facilitaría la anunciada por necesaria “nueva Evangelización”.

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