domingo, 3 de julio de 2011

EMOCIONADO ADIOS A UN MAESTRO



He conocido la triste noticia de la marcha del P. Pedro Fátima Martínez Sastre, canonista franciscano, que impartió durante muchos años docencia en el Instituto Teológico de Murcia (OFM), compaginándolo con el oficio de juez eclesiástico en el Tribunal Diocesano de Cartagena, y naturalmente con su vocación sacerdotal franciscana.
                Los que tuvimos la suerte de ser sus discípulos siempre recordaremos su profundo conocimiento del Derecho Canónico, su gran dedicación a la enseñanza y al alumnado, su peculiar sentido del humor con que siempre envolvía y amenizaba la dificultad de la  enseñanza de los cánones de la Iglesia, y en consecuencia lo que pudimos aprender del P. Pedro.
                Además, como franciscano hacía gala de una gran sencillez de trato, y humildad de vida, lo que no era óbice para que fuera un particular sabio, y un gran orador, siendo digno de admirar las predicaciones con las que se dirigía a la feligresía de la Iglesia murciana de la Merced, los domingos por la tarde, a la que concurría gran cantidad de fieles, siendo de estimar el gran número de jóvenes que le seguían regularmente con atención.
                Era destacable su profundidad en la impartición de charlas y ejercicios espirituales, dentro de su inmensa labor pastoral, fruto de toda una vida de dedicación a Cristo y a su Iglesia, dentro del carisma franciscano, que le llevó a asistir a grupos cristianos de diversa procedencia, y a su participación en medios de comunicación divulgando la palabra de Dios allá donde iba, con su natural prudencia y respeto al prójimo.
                Con el discurrir de los años, el deterioro y la enfermedad fueron socavando sus fuerzas físicas, que no su ánimo espiritual, hasta que el Padre Eterno lo ha llamado a su presencia, en el día del “Sagrado Corazón”, estando seguro que ha acogido en su seno al P. Pedro Fátima; por lo que a la tristeza de perderlo de nuestro entorno, está la esperanza de que está en el Cielo,  que nos precede,  y en la Comunión de los Santos pedirá a Dios por todos nosotros.
                ¡Dale Señor el descanso eterno. Y brille para él la Luz perpetua!.

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