sábado, 4 de diciembre de 2010

Discurso del nuncio Mons. Fratini a los obispos españoles


Eminentísimo Señor Cardenal Presidente,
Eminentísimos Señores Cardenales,
Excelentísimos Señores Arzobispos y Obispos,
Señoras y Señores:
Al comenzar los trabajos de la XCVI Asamblea Plenaria, agradezco vivamente la oportunidad de saludarles, como representante del Santo Padre en España.
En estos momentos deseo hacerme eco del acontecimiento que, para España, ha representado la reciente Visita del Santo Padre realizada los días 6 y 7 de noviembre. El Papa ha venido como peregrino a Santiago de Compostela y ha tenido el gozo de consagrar la Basílica de la Sagrada Familia de Barcelona.
Este Viaje de Su Santidad Benedicto XVI es, sin duda alguna, tanto para el Santo Padre como para la Iglesia que peregrina en España, no sólo un acontecimiento histórico, sino un verdadero hito providencial.
Se adivina, por su trascendental mensaje, que el evento forma parte de la palabra que, en el ejercicio de su misión petrina, el Pontífice quiere dar al mundo.
El Papa del diálogo entre fe y razón; entre fe y arte, ha visto positivamente en la cultura española un punto central también para el encuentro entre fe y laicidad.
El Santo Padre espera una contribución positiva de parte de esta Iglesia particular a tan delicado tema, en base a las posibilidades reales que están en las raíces que hicieron ser a esta noble nación. Se trata, como ha subrayado el mismo Pontífice del “encuentro – no desencuentro, sino encuentro” entre fe y laicidad.
España cuenta con un glorioso patrimonio religioso en el que destacan figuras señeras que “han renovado el catolicismo y formado la fisonomía del catolicismo moderno”. Grandes maestros, muchos conocidos y otros aún por estudiar, cuyos textos, redactados desde la prestigiosa preparación de los centros universitarios humanistas de Alcalá o Salamanca, con frecuencia unida a la práctica de una vida santa, pueden servir para recoger la savia de un pensamiento presidido por el amor.
Con tan rico patrimonio, que ofreció sabiamente respuestas prácticas a los problemas del momento, se podría dialogar con el pensamiento contemporáneo preservándolo de una tentación utilitarista y alentando un avance enriquecedor.
Con esta esperanza, vertebrada sobre sólidas raíces, el Papa también llama a un compromiso que es propio de la misión. Se trata, como ha señalado en la Audiencia General que siguió a su Viaje, el pasado 10 de noviembre, de “conservar y reforzar la apertura a lo trascendente”, todo en aras de “construir una Europa que, fiel a sus imprescindibles raíces cristianas, responda plenamente a su vocación y misión en el mundo”.
Ha llamado mucho mi atención el titulo con que L’Osservatore Romano del pasado 11 de noviembre recogía la Audiencia General del día anterior. Reza así: “Dalla Spagna una speranza per l’Europa”. Considero que este rótulo sintetiza muy bien la tarea confiada por el Santo Padre a todos los católicos de este País.
España ha sido presentada al mundo en esta visita como lugar de encuentro, como esperanza para toda Europa. Se trata del encuentro de los caminos hacia Santiago, del encuentro que radica en la fe; también el encuentro modélico entre la verdad y la belleza, entre la tradición y la modernidad en continuidad, que se hace visible en la asombrosa Basílica de la Sagrada Familia en Barcelona.
Por otra parte, ese encuentro es también una tarea por realizar; la tarea de no cerrar a Dios nunca el corazón. Él es el bien de todos los hombres, y de todo el hombre. La sociedad no puede prescindir pues de la fe, si quiere construir este mundo en la verdad, la bondad, la belleza, y el amor.
Por último, Vuestras Excelencias, y yo mismo, hemos sentido el gozo de despedir al Santo Padre, no con un simple “adiós”, sino con un “hasta pronto”. Efectivamente, pronto volveremos a tenerlo entre nosotros con ocasión de la XXVI Jornada Mundial de la Juventud que tendrá lugar en Madrid en agosto del próximo año. Como el Papa anuncia en su Mensaje para esta ocasión, su cometido entre los jóvenes es invitarles a intensificar el camino de su fe, para construir una sociedad fundada en los valores cristianos.
Termino agradeciendo muy sentidamente desde aquí, a Vuestras Excelencias y a todos los fieles encomendados a su ministerio pastoral, por las oraciones que han ofrecido por este “inolvidable” viaje. Son muchas también las cartas de agradecimiento que el Santo Padre ha recibido por esta Visita. Gracias por la acogida dispensada y que el Santo Padre ha reconocido como de verdadero “entusiasmo y fervor”, signo del afecto que las gentes de España albergan hacia el Sucesor de Pedro.
Muchas gracias.

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