sábado, 26 de septiembre de 2015

EXITOSO PERIPLO MISIONERO Y DIPLOMÁTICO DEL PAPA FRANCISCO


      El Papa Francisco ha realizado durante estos días un importante y complicado periplo por tierras del Cuba y EEUU, dos vecinos enfrentados, políticamente antagonistas, a los que la labor de la diplomacia vaticana, encabezada por el Papa Francisco ha reencontrado para el diálogo y la normalización pacífica de sus relaciones de vecindad.
        Ambos países son paradigmas de los dos grandes modelos político, sociales y económicos en que el mundo se polarizó a mitad del pasado siglo, donde el capitalismo y el socialcomunismo se enfrentaban por el dominio del mundo, generando no pocos conflictos armados, la denominada “guerra fría” y muchas víctimas en su confrontación de bloques (Este versus Oeste).
        Ambos modelos reflejaban, tratando de ganarse aliados para su respectiva causa, dos cosmovisiones distintas del mundo, de la sociedad y del hombre, al tiempo que prometían una “arcadia feliz”, que ninguno propició. Pues si el comunismo era liberticida y totalitario, el capitalismo era explotador y germen de la injusta codicia humana.

        La caída del muro de Berlín, el desmoronamiento del bloque comunista de la URSS y sus satélites (entre ellos Cuba), dejaron camino libre al avance del capitalismo, cada vez más indisimulado y voraz, que sin freno ni contrapeso se ha lanzado a la batalla global (a la globalización) para conquistar para sí y el gran capital todos los mercados mundiales, convirtiendo al ser humano en mero actor productor y consumidor, al que se le rebajan los logros sociales que creía haber consolidado.
        Así en este mundo de fracaso de ambos sistemas económico-políticos (el comunista de forma patente, en tanto que el capitalismo aún mantiene latente el fracaso), concurre la visita papal a ese lugar del mundo donde el enfrentamiento vecinal en la sima de estos caducos modelos se hace patente, más allá de un mero conflicto local. Siendo la valentía y audacia de Francisco el de facilitar el entendimiento, pero al propio tiempo poner de manifiesto en uno y otro Estado la necesidad de atender a la persona humana, de los Estados al servicio del hombre, de humanizar la política y la economía, en definitiva las relaciones sociales, que tanto se han deshumanizado con el transcurso del tiempo y con tanto error histórico y enfrentamiento.
        Cierto es que a los dirigentes de la Habana y de Washington le interesaba de Francisco su mediación para remediar el malestar de mala vecindad, pero el Papa facilitando el acercamiento ha aprovechado el escenario público y el momento histórico para abordar la necesidad de confraternizar, de ayudar al pobre, de atender a los necesitados, en definitiva de proclamar los mensajes evangélicos, que han resonado como si de nuevo fuera en países socialmente cristianos, aunque vencidos a una laicidad formal, en un caso y forzada en el otro.
        Naturalmente, esa labor ha tenido que hacerla constreñido al margen limitado de maniobra de las autoridades políticas castristas, que le han impedido al Papa el encuentro con la disidencia del país, pero conocido es el pragmatismo de Mons. Bergoglio para aún en esas circunstancias hacer provechosa su intervención.
        Como provechosa ha sido su presencia en EEUU donde los escándalos de un clero reprobable habían infligido mucho daño a la Iglesia y a su imagen, pues el Papa no ha andado con rodeos en la condena de tan abyectos comportamientos, para a renglón seguido hablar de los valores evangélicos del socorro a la pobreza, del servicio y de la mutua ayuda, que han retornado a valores evangélicos una sociedad que se debate entre el fundamentalismo religioso de diverso tipo y el agnosticismo materialista más indiferente.

        Memorable ha sido el encuentro del Papa con el presidente Obama, como también lo ha sido su intervención en el Parlamento estadounidense y como resultó ser, finalmente su alocución ante el Pleno de la Asamblea General de la ONU, donde de nuevo el Papa dispuso de una privilegiada tribuna para dirigirse a los poderosos de la Tierra para pedirles solidaridad con los pobres, justicia social, el cese de los conflictos armados, la ayuda a los refugiados y respeto a la naturaleza creada por Dios, todo ello de una candente actualidad, ante lo cual, el Papa Francisco ha revalidado e incrementado el liderazgo moral que viene ejerciendo mucho más allá del ámbito de la cristiandad, pues no sólo habla con radical claridad en el ámbito eclesial, sino también en los ámbitos social, político y económico internacional.

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