lunes, 24 de marzo de 2014

ALMIBARADO PREGÓN PASIONAL ENTRE TÓPICOS ESTÉTICOS


Este año le ha correspondido al conocido político murciano Adrián Viudes pregonar la Semana Santa en Murcia, habiendo llevado a cabo una excelente disertación estética, costumbrista, con ribetes emocionales de ensalzamiento de la tradición cultural y religiosa murciana, con tintes casi líricos.
En el inigualable escenario del Teatro Romea, ante las autoridades civiles y eclesiásticas murcianas y lo más granado de la sociedad pasional local, Viudes que ostenta el cargo de presidente de la Autoridad Portuaria de Cartagena, y es a la vez cofrade y aurora, se ha deshecho en halagos a la Semana Santa de Murcia, con referencias a coplas, a recuerdos de infancia, anécdotas y al relato de sendas salves de la Pasión, seguido de la referencia estética barroca de nuestras procesiones, de los escultores, cofradías y múltiples sentimientos que le embargaban; hasta dedicó palabras a los tambores y trompetas, e incluso a los típicos caramelos. ¡Un gran discurso estético costumbrista!. Acaso era lo que se esperaba del pregonero, como siempre, la referencia estética, costumbrista, emocional, a la tradición procesional, a las cofradías de Semana Santa.
Sin embargo, se nos antoja un perfil de discurso meramente tradicional, estético, sentimental y hasta lírico, pero acaso no evangélico.
Quizá desde el punto de vista cultural, hayamos de felicitar a Adrián Viudes, pero desde el punto de vista evangélico, de la fe de Cristo, de lo que supuso su mensaje, misión y redención no. Sin embargo, esto último creemos que es el núcleo de fe en Cristo, su manera de vivir, de conducirse, su predicación, su elevado código moral que corregía a la ley mosaica más allá de su mero cumplimiento, que humanizaba la religión, la fe, la confianza del hombre en Dios, en un Dios que se encarnaba, que se acercaba al hombre, lo comprendía, lo acogía, sufría con sus sufrimientos, trataba de aliviárselos, y apelaba al amor fraterno incluso al enemigo. Elevando exponencialmente el dintel moral hasta entonces conocido.
Tal es así, que en esta situación histórica que estamos viviendo, con un profundo malestar que invade a nuestras sociedades, entre el paro, la inseguridad, la desigualdad, la injusticia, y también la constatación de la caducidad de la vida misma, resulta que es Jesús de Nazaret el que nos dio las claves de la existencia humana, nos reveló el misterio de la vida y de la muerte a través de su gloriosa resurrección, y nos acercó a la figura de paternal de Dios creador, marcándonos unas pautas de comportamiento para vivir justamente de la fe, en la esperanza del cielo, pero trabajando ya aquí por el Reino de Dios (de paz, de justicia, de igualdad), algo tan importante para Cristo que realmente fue sacrificado por ello. Toda esa vida, toda esa predicación, en definitiva el Evangelio de Jesús es una Palabra profética de Dios para el hombre de hoy y de siempre. ¡Son Palabras de Vida Eterna..! ¡Y salvan al hombre!. Acaso hubiera sido de desear una reflexión sobre este marco evangélico, esencia del legado de Cristo (Camino, Verdad y Vida), más allá del tipismo tradicional, de la mera religiosidad, y de la estética procesional. Pues tal es la novedosa aportación del Papa Francisco que habla en términos actuales sobre mensajes evangélicos que iluminan la vida del hombre, y que con la sencillez propia se graban a fuego en el corazón del mismo.

Quizá hubiera que alertar de esta perspectiva para que los organizadores y futuros pregoneros de la Semana Santa saltaran de la tradicional y cómoda disertación estética y sentimentalona de recuerdos infanto-juveniles, a una auténtica reflexión evangélica sobre los problemas del hombre de hoy, en el marco del Misterio de Dios y de la propia vida.

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