domingo, 19 de enero de 2014

¿TIENE ACTUALMENTE SENTIDO LA “LEGIÓN DE CRISTO?

           

           El caso de la Legión de Cristo, tras los escándalos del fundador de este Instituto Religioso, representa una inaudita situación en la Iglesia, según la cual, una congregación religiosa hay que desvincularla de su fundador. Y en esa difícil operación, habría que plantearse sinceramente si tiene sentido mantener tal congregación.
            Así es que en la actualidad los miembros de la Legión de Cristo que creara el sacerdote mejicano Maciel, del que se descubrió la realidad de una vida inconsecuente –no sólo con su estado religioso, sino con la pátina carismática de santidad y hombre de Dios-, que puso en una gravísima crisis a su propia congregación, en la que aún está sumida, y reflexionando sobre sus raíces, su presente y su futuro en la Iglesia.
            No pocas voces –incluso de dentro de la Iglesia- se han posicionado por la disolución de esta institución religiosa católica, dado que descubierto el fraude personal de su fundador, no parece lógico ni consecuente que este pudiera inspirar realmente ningún carisma religioso especial. Hecho, que por otra parte, está por descubrir, pues no parece que se explicitara ningún carisma propio distintivo y distinto de otros grupos religiosos ya existentes, y en términos mundanos, se podría concluir que no parece aportar ningún valor añadido al hecho religioso bajo la perspectiva de fe católica.
            Además, el grave daño moral que ha podido infligir Maciel a otras personas (desde sus posibles víctimas, a sus seguidores que confiaron en él y se han visto profundamente defraudados –lo que muestra que la fe sólo debe ponerse en Dios, nunca en los hombres-), quizá haga más que aconsejable hacer desaparecer su obra de la faz de la tierra, para evitar cualquier recuerdo que atormente a las víctimas o escandalice a personas de buena voluntad. Naturalmente, previa aplicación del perdón evangélico, y de la remisión del juicio de vida a Dios, que sin embargo, no impide remediar una obra humana.
            También hay que tener en consideración, que los seguidores de Maciel no son él propio Maciel, sino que igualmente han sido personas de buena voluntad que le han seguido creídos en su palabra y en su aparente obra pía. Considerando que estos se encuentran entre sus víctimas, por lo que la Iglesia –actuando como Madre, y con la sabiduría evangélica- deba aplicar la misericordia predicada y siguiendo el evangelio, no apague el “pábilo vacilante”, acoja a los conturbados seguidores, y los aquiete a la luz de la fe auténtica.
            Al tiempo, es muy conveniente que los Legionarios de Cristo reflexionen sobre sus orígenes carismáticos, sus problemas, su misión en la Iglesia, y atendiendo al Espíritu eclesial se dejen guiar por la decisión que el Papa adopte sobre ellos. Pues en la Iglesia, probablemente haga falta –más allá de carismas muy claros y significados con su particular aportación a la riqueza evangélica de vida y seguimiento de Jesús-, reunificar la grey, pues la misión es grande y la dispersión no ayuda a la misión eclesial, pues propicia cabildeos, personalismos e indeseables confusiones.
            Así quizá lo más aconsejable fuera la disolución de la Legión de Cristo y la libertad de incorporación de sus miembros ordenados a unirse a órdenes afines, o al clero secular de cada diócesis. Dado que la gravedad de los hechos así parece aconsejarlo, y remendar una orden distanciándose de su fundador no parece que sea muy razonable tampoco.

            Aparte que no olvidemos que la misión esencial es el servicio a Cristo en su Iglesia.

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