domingo, 18 de enero de 2015

LA POPULARIDAD Y TRADICIONES EN TORNO A SAN ANTÓN



                  San Antonio Abad, o San Antón –como también se le conoce-, es un personaje cristiano del S. III después de Cristo, que nació en Herácleopolis (Egipto), y desde joven hizo una fuerte apuesta personal por su fe cristiana, vendiendo todos sus bienes y entregando el dinero a los pobres, para retirarse a una vida ascética de oración, meditación y espiritualidad, en la que se dice que dormía en un sepulcro vacío, pasando muchos años como ermitaño en el desierto, desde donde ayudó a otras personas que acogieron tal forma de vida, dando lugar a la generación de sendos grupos de ermitaños (uno junto a Pispir, y otro en Arsione), considerándosele el fundador de la tradición monacal cristiana, aunque personalmente nunca optó por la vida en comunidad, retirándose al monte Colzin –junto al Mar Rojo-, si bien también visitó Alejandría para predicar contra el arrianismo.
                De él se sabe también que le gustaban mucho los animales, contándose alguna que otra leyenda en relación a supuestos milagros en su trato con los animales, de donde se gestó una antiquísima tradición histórica de tenerle por patrón de los animales.
                Consecuente con este detalle, ha pasado a ser recordado anualmente en el día de su festividad canónica, porque la tradición popular, ha venido aprovechando la celebración de este día ante los eremitorios e iglesias en honor a San Antón, para presentar a sus animales, y actualmente a sus mascotas para recibir la bendición del santo, lo que ha venido a ser acogido por la tradición de la Iglesia bendiciéndose a cuantos animales y portadores de los mismos se acercan en tan significado día, cumpliendo así con esta inveterada y curiosa tradición popular.
                Tradición popular, que también viene a confirmar, en lo religioso, que los animales son criaturas de Dios, en tanto que fueron creados por Dios en el misterioso acto creador que nos narra el libro bíblico del Génesis, y del que se confirma con cada acto creador divino, que lo creado era bueno. Siendo así bendecidos por Dios, y en este entrañable gesto litúrgico de bendición eclesial a los animales presentes en recuerdo del santo egipcio, se refrenda tal bendición divina sobre los mismos, ratificando que todo lo creó Dios y era bueno.
                En ese sentido también nos toca reconocerlo a los hombres, dando gracias a Dios, diciendo bien de Dios, por su creación, por la vida, y por el plan de salvación que nos ha revelado, a través de su Hijo Jesucristo, haciéndonos conscientes de nuestra filiación divina y de la fraternidad humana, con las que hemos ser consecuentes en nuestra forma de vivir.

                Por consiguiente, no estaría de más, que el creyente cristiano reflexione ante esta festividad (como ante cualquier otra), pero específicamente en esta sobre el misterio de la creación, nuestra relación con Dios –Creador y con el mundo – creado (evitando sea una relación egoísta de aprovechamiento, tratando sea una relación de servicio, reconocimiento y entrega), trascendiendo sobre el detalle más o menos pintoresco de la bendición de los animales hacia el verdadero sentido de la creación divina y su destino, conforme al plan de Dios revelado, que espera nuestra adhesión y cooperación proactiva en la preparación del Reino de Dios (reino de justicia, de paz y de fraternidad), tal como lo anunció Jesucristo a quien hemos de seguir los cristianos, como a su manera le trató de seguir en su día San Antón –aunque fuera una manera radical, entre otras muchas posibles, por las que Dios llama a cada uno-.

No hay comentarios:

Publicar un comentario