martes, 18 de febrero de 2014

PENITENCIA PARA UN OBISPO DILAPIDADOR

             
            El Papa Francisco no ha tardado en apartar temporalmente al derrochador obispo de Limburgo en Alemania, Mons. Franz-Peter Tebartz-van Elst, tras conocer el escandaloso sobrecoste de su palacio episcopal (31 millones de euros), sobre lo que se ha constituido una comisión de investigación y auditoria de tan atípicas cuentas episcopales.
            Lo moralmente grave de tan escandalosa como pródiga administración de este Obispo alemán, además de la ingente cantidad dedicada a su palacio episcopal, para vivir como un “príncipe de la Iglesia” –que tal ha de ser su propia visión de su misión episcopal-, alejada de la pobreza evangélica y de lo que debe ser un estilo de vida sencillo de un pastor de la Iglesia de Cristo, no sólo es ese detalle no menor, sino el que el obispo de Limburg desvió 40 millones de euros de los pobres para su residencia.
            En efecto, según el diario alemán Suddeutsche Zeitung tanto el Obispo como su Vicario general idearon un sistema para utilizar dinero de la fundación “Obra de San Jorge”, fundación creada en 1949, sobre la que procuraron eludir los controles administrativos y las lógicas críticas por tan inmoral como pecaminosa actuación de la cúpula diocesana de Limburgo.
            Por tal motivo, el Papa Francisco fiel a sus convicciones morales y pastorales decidió retirar del cargo en octubre a este prelado aleman, si bien de forma temporal, mientras la comisión de auditores investigaba y aclarara la situación, que según parece está próxima a ser conocida.
            Junto con el cese temporal del cargo episcopal, el prelado dilapidador ha entrado en un monasterio de Baviera para iniciar lo que se ha dado en denominar, en ambientes eclesiásticos, como “un periodo de recuperación espiritual” de indeterminada duración, que esperemos le sirva de reflexión y penitencia de lo apartado que ha estado como servidor del Señor y de su Iglesia, en la que ha sido grave “piedra de escándalo”, y por la que Dios le juzgará, como nos habrá de juzgar a todos por nuestras obras.
            Ello no obstante, de confirmarse las sospechas iniciales, el Papa habría de cesar a este Obispo y apartarlo de la Comunidad eclesial, como está haciendo con otros eclesiásticos autores de graves escándalos para dar fin a actitudes erróneas y abiertamente separadas de la comunión eclesial de fe.
            Por otra parte, ejemplos poco dignos como el comentado, no han de escandalizar, más allá de su propio alcance y naturaleza, al pueblo creyente y no creyente, pues la condición humana es pecaminosa e imperfecta. Pero la Iglesia aparta a los pastores que no desempeñan su misión con espíritu evangélico, y sigue mostrando la “Buena Nueva” de Cristo, auténtico camino, verdad y vida que nos lleva al Padre. Que no debe empañarse por la acción de personas pecadoras, codiciosas, que se apartan de Cristo, sino todo lo contrario, la Iglesia como Madre vuelve a mostrar a Cristo y el camino hacia él, despejando dudas, conductas pecaminosas y errores humanos.

            Al tiempo que aunque en la Iglesia vaya mezclado el grano con la cizaña, es más lo positivo en su acción en el mundo, que los pecados que en su seno también cometen los hombres, pues la dignidad humana del hombre fue manifestada e iluminada por el Evangelio, la Caridad – Solidaridad de un verdadero sentimiento de fraternidad ha sido señalado y practicado continuamente desde la Iglesia a lo largo de la historia, con luces y sombras, aciertos y errores, pero lo importante es que el progreso hacia Dios es la constante de una Iglesia que camina en el destierro hacia la “tierra prometida” por Dios, en cuyo caminar nunca faltará la duda, la tentación, el pecado, pero también la virtud, la esperanza y la fe en el Dios que se ha revelado.

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