viernes, 10 de julio de 2015

SIGNIFICATIVO VIAJE PASTORAL DEL PAPA FRANCISCO


            El Papa Francisco ha emprendido un viaje pastoral a Sudamérica, especialmente a la parte más pobre del subcontinente sudamericano, de donde él mismo procede y cuya realidad conoce bien, en un significativo acercamiento a la Iglesia latinoamericana cuyas posiciones pastorales y teológicas especialmente referidas a la “teología de la liberación” fueron reprobadas por anteriores pontífices, desde una cosmovisión romana, eurocéntrica y más tradicional.
            En ese tiempo, la activa Iglesia sudamericana se sintió un tanto desnortada, aunque hitos de recomposición no faltaron en forma de encuentros y cumbres como los de Puebla o Medellín, pero se sentía una incomprensión del poder romano por los avances teológicos liberadores que según, muchos de sus mentores alcanzaban a tesis políticas, sociales y económicas, que a la derecha política y religiosa tanto escandalizaban.
            Por consiguiente, es muy positivo –desde el punto de vista pastoral- esta visita del Papa programada en perspectiva de reencuentro precisamente con los núcleos sociales sudamericanos más pobres (en Ecuador, Bolivia y Paraguay), en donde además de la Iglesia, estas naciones han girado a gobiernos políticos de diverso perfil, pero con el común denominador social (desde las posiciones socialcristianas de Correa en Ecuador a las filocomunistas barnizadas de indigienismo de Morales en Bolivia), en lo que se habría de interpretar como un encuentro del Pontífice con la realidad de sufrimiento económico y social de esas sociedades, de esas comunidades eclesiales, que necesitan el encuentro con su pastor,  su comprensión y aliento esperanzado, que les acompaña, los entiende, se hace eco de sus necesidades y clama con ellos por la justicia y la fraternidad en un mundo más justo, exhortando a la construcción del Reino de Dios anunciado por Jesús, que sin justicia y paz no puede construirse.
            Además llega Francisco en unos momentos críticos de la Iglesia sudamericana, que requería la atención y el abrazo fraternal de la Iglesia universal para el desempeño de su misión evangélica en medio de tanta pobreza, de tanta desigualdad, de tanto abandono social, en definitiva, de tanta injusticia social, donde el “amor fraterno” cede en perjuicio del Evangelio, pues la Buena Nueva se apaga en esa realidad temporal. Unos momentos, de desorientación eclesial y social que ha sido aprovechado por el desarrollo de sectas que han ido invadiendo el territorio sudamericano para alienar a las personas en ritualismos o espiritismos alejados de su realidad existencial, pero que también les hace más dóciles a los poderes fácticos del lugar.
            Consecuentemente, una visita pastoral muy oportuna y muy bien desarrollada por el Papa Francisco que conoce a la perfección tal realidad y conecta rápidamente con el pueblo que le esperaba y le aclamaba, al que realmente ha esperanzado en el difícil camino del seguimiento de Jesús desde su propia existencia. Visita que se ha desarrollado como ya es tradicional en Francisco con su habitual sencillez, cercanía y austeridad sinceramente vivida hasta el detalle, ejemplo claro y determinante para la jerarquía eclesiástica y resto del clero no siempre atentos a estos significativos detalles.
            Ello no obstante, no han faltado las habituales críticas de sectores eclesiales tradicionales y políticos conservadores, precisamente por la visita de Francisco a estas naciones tachadas de “parias” por el orden económico neoliberal, y en el que han criticado de forma desvergonzada los más mínimos detalles del Papa, ubicándolo como un jesuita sudamericano de izquierdas favorable a la “teología de la liberación” que identifican como un sincretismo político religioso entre el comunismo y el cristianismo, sostén de la guerrilla sudamericana. Quedándose lamentablemente en esos detalles, más simbólicos que reales, en vez de profundizar en la dura realidad de injusticia social de la zona, en la que la Iglesia ha de tener para ellos una “palabra profética” basada en el Evangelio de Jesús, que no se remite meramente a prácticas piadosas, espirituales y ritualistas vacías de contenido, sino a la vivencia de la fe en Jesús que anunció la venida del Reino de Dios (reino de verdad, de fraternidad, de justicia y de paz), una realidad que se ve interpelada por el Evangelio, por la “teología del Reino de Dios” recogida como núcleo central de la predicación de Jesús en los tres Evangelios sipnóticos (Marcos, Mateo y Lucas). Algo que la Iglesia puede y debe manifestar, predicar y defender.

            Así pues, como en otras ocasiones, un gran acierto pastoral y evangélico del Papa Francisco, a quien Dios guarde muchos años e inspire en el gobierno de su Iglesia.

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