martes, 10 de febrero de 2015

EL DIEZMO DE CAÑIZARES: ¿SIGNO DE CONVERSIÓN?


Asistimos con sorpresa, a la par que alegría, a la decisión tomada por el arzobispo de Valencia, Mons. Antonio Cañizares, de establecer un diezmo sobre los ingresos de su archidiócesis y destinarlo a los pobres de la misma. ¡Alabado sea Dios!.
Efectivamente, hemos de alabar a Dios que por el hecho de “conversión evangélica” que supone atender a la caridad de los hermanos más necesitados, lo que representa un gesto de autenticidad evangélica, y quita valor a aquel dicho de la experiencia popular en relación a que “una cosa es predicar, y otra dar trigo”.
En consecuencia, apreciamos en este importantísimo anuncio –que esperamos se plasme pronto en realidad-, un auténtico signo de conversión, acaso personal del propio cardenal Cañizares, al que le conocimos una acción pública más de gestor en sus respectivas diócesis (Ávila, Granada y Toledo), con sus iniciativas de apoyo a empresas docentes en el entorno eclesial (como las Universidades católicas de Ávila y Murcia), así como sus posicionamientos más doctrinarios y conservadores desde la cátedra primada de Toledo, pasando por su etapa romana de “príncipe eclesial” (que fue ilustrada por unas famosas fotos vestido como cardenal del medievo –con una cola de varios metros de extensión- y una pompa poco compatible con los nazarenos de Galilea). De forma que aparenta haberse influido vivamente por el nuevo rumbo marcado por el Papa Francisco, en lo que supone un mayor humanismo cristiano, anteponiendo la caridad a la doctrina, sin que esta haya de menoscabarse por ello.
Pero además de esta evolución del cardenal Cañizares, que por este tipo de signo parece sólida y sincera. Aparenta ser un signo de conversión eclesial, más allá de la personal, pues aunque sea jerárquicamente, también este influjo del buen ejemplo evangélico puede extenderse a la comunidad eclesial en su conjunto, empezando por la Iglesia valenciana. A partir de lo cual, sería muy deseable, que cundiera el ejemplo y el resto de las diócesis españolas siguieran la iniciativa del cardenal Cañizares, mostrando así la Iglesia española su sensibilidad evangélica, su coherencia y su comunión con el pontificado de Francisco.
Bienvenida sea la iniciativa, y Dios quiera que se extienda por el resto de la Iglesia española, al tiempo que sea el principio de una serie de iniciativas en la línea de ayudar a los más pobres, empezando por la misma Comunidad eclesial, y arraigando otras iniciativas como las ya adoptadas en alguna diócesis española de cesión de inmuebles de titularidad eclesiástica para alojamiento de familias desahuciadas de sus viviendas por los bancos, en el ámbito de la grave crisis económica que estamos padeciendo.

Finalmente, cabría hacer un último apunte, en relación con la necesidad de que la Iglesia española se decida a promover la difusión de la Doctrina Social de la Iglesia, en particular, y de la moral social, en general, como palabra profética para estos tiempos convulsos en lo económico, lo político y lo social, de forma que el fiel cristiano tenga su reflexión propia sobre esos ámbitos a la luz de los principios morales del Evangelio de Jesús.

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