El Secretario
de la Conferencia Episcopal Española, el jesuita Mons. Martínez Camino, ha
presentado una edición de la Biblia subvencionada –para reducir su coste de
venta al público- por parte de una conocida Entidad Bancaria española,
vinculada a sectores conservadores de la Iglesia, lo que ha suscitado el
subsiguiente revuelo entre no pocos católicos, que consideran una paradoja,
cuando no una contradicción que un banco subvencione parcialmente una edición bíblica,
cuando ese mismo banco –como en general la banca española- en plena crisis económica
está desahuciando a familias pobres, en paro, que no pueden pagar la cuota del
préstamo hipotecario.
Y es que
nuevamente tenemos planteada la colisión que ya advirtió Cristo, en el sentido
de la imposibilidad de servir a dos Señores: Dios y al dinero.
La banca, como
negocio entregado a la generación de dinero, no siempre productivo y originador
de empleo y bienestar colectivo, sino las más de las veces, un dinero producto
de la especulación financiera y de la cicataría del cobro de servicios e
intereses casi usurarios, no parece que sea el negocio más ejemplarizante para
apoyar a la Iglesia en su misión evangélica, y particularmente en los tiempos
que corren.
Ya sabemos
también aquel pasaje evangélico del administrador que obraba la caridad con el
dinero injusto, pero era un contexto distinto, en que el mismo se encontraba en
un proceso de conversión y pretendía así ganarse el cielo haciendo caridad con
ese dinero injustamente ganado. Y no pensamos que el banco, como ningún banco
emprenda ningún proceso de conversión, ni mucho menos hacer caridad con el
dinero injusto, sino que en el mundo capitalista en que vivimos estas empresas
procuran el máximo beneficio al menor coste, como orientación de supervivencia
en un ámbito extremadamente competitivo e inhumano, lo cual en sí mismo es
antievangélico.
Más allá de
cualquier otra intención piadosa, nos aparenta apreciar la intención comercial
bancaria, en el sentido que si no pocas diócesis tienen sus depósitos de
capital y gestionan sus cuentas en esa Entidad Bancaria, desde el punto de
vista comercial el banco habrá considerado la petición de ayuda o donación para
el pago de la nueva edición bíblica como un interesante regalo comercial, para
seguir trabajando en el ámbito mercantil con un cliente que les interesa, que
es apetecido por el propio banco, lo cual desvela también que la actual
estructura eclesial se mueve en unos niveles económicos que distan de los que
movían los doce de Galilea, y desde luego, lejos de los apercibimientos evangélicos
de Jesús a vivir en el desprendimiento de bienes materiales para poder seguirlo
mejor.
Pero por otra
parte, la propia Conferencia Episcopal, o más bien su secretario, Mons. Martínez
Camino, parecen estar un poco “fuera de juego” en los consejos de Jesús, y
hasta torpes con esta astuta gestión humana, pero inadecuada gestión desde la
perspectiva evangélica. Ya que no pocos cristianos, comprometidos con su fe,
han acompañado a los que han sufrido desahucios bancarios, y en particular del
propio banco que se ha mostrado generoso con la jerarquía eclesiástica, en
tanto no lo ha sido con los pobres deudores a los que ha promovido desahuciar
de sus viviendas por impago de cuotas de créditos hipotecarios, y esos mismos
cristianos –que siguiendo a Cristo, con su fe, con su buena intención, y su
generosidad para con sus hermanos sufrientes- se encuentran hoy confundidos y
dolidos por la torpeza de algunos de sus pastores, que no aciertan a pastorear
bien la grey que Dios les ha encomendado.
Hace falta
mucha más oración, más amplitud de espíritu y más solidaridad en nuestra
jerarquía eclesial española, enrocada aún en sus privilegios de casta clerical,
no siempre ni plenamente atenta al clamor y sufrimiento de su pueblo, y algo
despistada en lo que a inspiración divina concierne.
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