Los fundadores del Camino Neocatecumenal han
tenido una concurrida reunión con jóvenes de dicho movimiento eclesial en la
parroquia de San Pedro, del municipio murciano de San Pedro del Pinatar a
orillas del Mar Menor.
El acto convocado, como viene siendo habitualmente
en los últimos años, por los responsables de los neocatecumenales, suele
convocar en esta localidad costera del Mar Menor a una multitudinaria reunión
con Kiko y Carmen, que suelen pasar unos días de vacaciones en la costa
murciana; acto al que estuvo invitado el Obispo de la Diócesis –que finalmente
no asistió-, y al que asistieron numerosos sacerdotes y seminaristas de este
movimiento.
Así, como es habitual en estos encuentros,
tras la predicación de la Palabra y la consiguiente oración de los asistentes,
se pidió a los jóvenes que creyeran tener vocación, que se levantaran y
accedieran al presbiterio, haciéndolo un numeroso grupo, que a decir de Kiko se
prepararían para ser enviados en misión evangélica a Asia, donde hay una gran
necesidad de dar a conocer el Evangelio.
Por tanto, de esta manera, el movimiento
neocatecumenal sigue en la brecha de su acción pastoral en las diferentes
diócesis del mundo donde se encuentra implantado, y mantiene su decidida acción
misionera.
Aunque, como es natural, estos actos multitudinarios
que provocan un alto grado de emotividad entre los concurrentes, y
especialmente en muchos jóvenes, que los mueve a levantarse en la creencia de
tener vocación religiosa y misionera, dicha impronta ha de ser comprobada
posteriormente por el trato de estos jóvenes con formadores que les ayudarán a
discernir serena y seriamente, si ese sentimiento expresado con la respuesta
pública a la petición de vocaciones, tiene autenticidad y profundidad, o se
trata de un reflejo espontáneo movido sólo por la emotividad del momento y el
entorno.
En cualquier caso, siendo el movimiento
neocatecumenal de base laical y catequético, no nos parece del todo adecuado
que hayan de tener sus propios y particulares seminarios –como si de una orden
religiosa se tratase-, pues de esa manera se genera una diferente formación
teológica y pastoral, que aunque análoga no es idéntica, y ello marca un sesgo
en la pastoral y el presbiterio diocesano, entre el que habrían de incorporarse
de forma más homogénea y fraternal sin mayores diferencias. Por ello, lo propio
es que las vocaciones surgidas no fueran para engrosar los seminarios propios,
sino para encaminar a las nuevas vocaciones –según su peculiar carisma- a los
seminarios diocesanos, o a las diferentes órdenes religiosas que hayan podido
inspirar esa llamada vocacional.
Además que estos actos multitudinarios, que
suelen convocar los responsables del Camino Neocatecumenal, también aparentan
ser una muestra externa del “músculo propio” que el movimiento aparenta tener
en el ámbito eclesiástico, algo que sin embargo, en los últimos años está
reflejando cierto retroceso por el abandono de muchos de sus miembros, y el
escaso nivel de convocatoria que actualmente suelen tener las catequesis de
entrada en el movimiento eclesial. Lo que debería hacer reflexionar a sus
responsables sobre tales hechos, y su motivación, impulsándoles a una
reorientación del propio movimiento, que no acaba ni de definirse eclesialmente
en sus objetivos y fines, ni de encontrar realmente su hueco entre los laicos
católicos.
El hecho de que de un proceso catecumenal
(que fue el gran hallazgo de sus fundadores) se exceda en su contenido y
duración a casi toda una vida en un larguísimo proceso de iniciación que lleva
a enrocar a la feligresía laica en las sacristías emulando la vida religiosa,
no parece que sea la finalidad vocacional de los laicos en la Iglesia de estar
en medio de las realidades temporales del mundo, así como el hecho de la
generación de comunidades parroquiales (que tienen su beneficio potencial), sin
embargo cuando se instalan de forma permanente generan sesgos entre los
miembros de la comunidad parroquial que no siempre son deseables ni ejemplares,
desde el punto de vista evangélico, al tiempo que a veces son susceptibles de
manipulación por el clero parroquial, o por el propio núcleo de responsables
del movimiento.
Por consiguiente, ya que está planteada una
reforma eclesial, no estaría demás que se reformularan propuestas pastorales
como la neocatecumenal que es necesaria y válida en su planteamiento original,
pero que se ha ido desviando del mismo con el transcurso de los años, de ahí la
gran desafección que ha venido teniendo en las última década, aunque ha sido
aprovechado por no pocos clérigos, e incluso jerarquía eclesial de talante
conservador y autoritario para apoyarse en el mismo.
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