La ocurrencia del cura vasco Esteban Munilla
–casualmente hermano del Obispo de San Sebastián del mismo apellido- en la que
aparece en un vídeo vestido con sotanas, boína y bastón simulando a gritos a un
pastor cateto, parece haber ido demasiado lejos, amén de ser irrespetuosa con
el Pontífice, refiriéndose al Papa con insolencia provocativa, respecto de una
denuncia papal que señaló un pecado de cierta clerecía (la falta de atención
pastoral a las ovejas), que el Papa Francisco con su proverbial sencillez
describió como “pastores que no huelen a oveja”, en el sentido que ni se
acercan al rebaño. ¡Que no desempeñan su misión!.
Como mínimo revela que a Munilla no le ha
llamado el Señor por la vis cómica. Y acaso habría que preguntarle, ¿si le ha
llamado para pastorear su Iglesia, para apaciguar el rebaño?. Lo cual implica
interesarse por las personas que tiene a su cargo, acompañarlas humana y
religiosamente en el camino vital de las alegrías y las penas, para contribuir
a la instauración del Reino de Dios que Cristo predicó con tanta insistencia en
su Evangelio. Reino de justicia, de paz y de fraternidad. ¡Algo de lo que el
mundo tanto carece a día de hoy!. Y por lo que se ve, ¡también la Iglesia!, o
al menos significativos sectores de la misma.
Probablemente haría bien Esteban Munilla de
pedir perdón por tan surrealista ocurrencia, tan poco edificante, desde el
punto de vista de la comunión eclesial –que tanto se predica desde sectores
ortodoxos de la propia Iglesia-. Esos sectores, a los que el nombramiento del
Papa Francisco no ha sentado bien, porque les incomoda, les altera su cómoda
“siesta espiritual” de quietismo ritualista en mérito a tradiciones superadas,
en vez de emprender el auténtico camino del evangelio de Jesús, al lado de los
pobres y los que sufren, trabajando por el Reino de Dios en el mundo.
Esos sectores tradicionalistas que priorizan
el dogma, la doctrina, antes que la vivencia de la gratuidad de la fe, que
necesariamente ha de conllevar la experiencia de la misericordia de Dios. Esos
mismos fueron los que se han ido escandalizando con algunas de las afirmaciones
del Papa Francisco (como la de que los pastores han de oler a oveja, o la que
los obispos han de dejar de ser “obispos de aeropuerto” y trabajar más en sus
diócesis, o que la Curia vaticana es como una lepra, o incluso que él no ha
sido nunca de derechas, etc, etc.).
Ante estas “perlas papales” el sector
conservador de la Iglesia –que es considerable después de tres décadas de
pontificados conservadores, que han atrincherado a la Iglesia, después de las
modernas conclusiones del Concilio Vaticano II- emprendió un “ruido de sotanas”
interno para hacerse notar, y reivindicar presencia, peso y privilegios.
¿Acaso Munilla está en esa dirección
intraeclesial?.
A esta pregunta sólo podemos responder por la
trayectoria biográfica del personaje, y esta nos lleva a verle posicionado en
esa Iglesia tradicionalista, a la defensiva.
Su ejecutoria al frente de Radio María en España lo avala, pues esta es
una emisora católica cuya programación está básicamente dedicada al rito, a la
oración, y a la doctrina católica, desde perspectivas más piadosas, más
tradicionalistas. De forma que se podría decir que es una radio religiosa para
los católicos tradicionalistas (una radio conventual de puertas para adentro,
más que una radio de evangelización o misional: de puertas para fuera).
El hermano de Esteban Munilla, casualmente ha
sido designado Obispo en el “periodo pontifical de trinchera”, en el que se
proveyeron las diócesis de gran parte de la Iglesia de curas tradicionalistas
que accedieron al episcopado, precisamente por tal condición, en detrimento de
otro sector eclesial postconciliar más progresista y abierto. De hecho, el
Obispo Munilla ha protagonizado algunas desafortunadas polémicas, en su
doctrinaria defensa de la vida, que le llevaron a una inadecuada comparación
con las víctimas del terremoto de Haití. Amén de haber tenido serios
desencuentros con el clero donostiarra que rige sin liderazgo moral claro. El
mismo, que ha procurado para su hermano Esteban un cómodo destino en su
diócesis vasca (como párroco y responsable de enseñanza, desde donde controlar
los nombramientos de los profesores de religión).
Por consiguiente, juzguen Vds. mismos, cuál
es el posicionamiento ideológico de los hermanos Munilla, y el equívoco sentido
de la broma del “cura gracioso”, que hoy por hoy no sólo no ha conseguido hacer
gracia, sino que se ha revelado tal cual es.
Así que lo propio sería que este “gracioso
cura” fuera reconvenido por su episcopal hermano, y se retirara a la práctica
de una recomendable penintencia que le haga entrar en obediencia, y sobre todo
que le muestre el auténtico sentido de la vocación sacerdotal como pastor (en
vez de funcionario eclesiástico).
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