El arzobispo de Tánger, Mons. Santiago Agrelo
(OFM) ha dado una interesante conferencia sobre las migraciones, reflexionando
con el Evangelio desde la frontera, poniendo de manifiesto la injusticias del
mundo actual, la pobreza como causa de las migraciones y las humillaciones que
suponen las fronteras a los miles de seres humanos que se acercan a ellas
tratando de huir de la pobreza, la violencia y la injusticia.
En
una conferencia, que abre las actividades de la Comisión Diocesana de Justicia
y Paz de Murcia, el invitado de excepción ha sido Mons. Agrelo, obispo
franciscano de Marruecos, que es conocido por la defensa de los pobres que
abandonan su tierra en busca de la legítima prosperidad y que padecen un
extraordinario sufrimiento por las penurias físicas y psíquicas que sufren en
un trayecto lleno de inconvenientes, trampas y peligros, en el que no pocos
pierden la vida.
Así
en esta época en que los procesos migratorios son masivos huyendo de conflictos
bélicos, de violencia social y profundas injusticias sociales que llevan a
muchas personas a abandonar su tierra y parentela para buscarse la vida en
otros horizontes lejanos, que ha venido presentando frecuentes episodios
trágicos de muerte en el cruce del Mediterráneo del flujo migratorio habitual
africano, y ante lo que algunas voces se
han alzado previniendo sobre estos flujos migratorios y sus potenciales
peligros, Mons. Agrelo alza su profética voz para recordar a los cristianos el
deber del amor al prójimo como ley evangélica de primer nivel, ante lo que
caben pocas vueltas.
Por
consiguiente, en su exposición el prelado de Tánger –testigo de primera línea
en ese drama humano- ha contrastado su decidida defensa del amor fraterno por
encima de fronteras con abundantes referencias bíblicas, y particularmente
evangélicas, para sostener como válida ante Dios toda actitud de ayuda, de
confraternización a colectivos vulnerables a los que –a su juicio no es legítimo
reprobar bajo ningún punto de vista-. Denunciando algunas actitudes renuentes
con esa posición de defensa del débil, del pobre, que en su opinión está en el
centro del Evangelio y en las preferencias divinas.
Junto
con comentarios apelativos a dramáticas experiencias humanas –que ha tenido
ocasión de vivir en su archidiócesis de Tánger- de verse en la obligación de
embarcarse en la aventura del cruce del Estrecho de Gibraltar, contabilizando
diversas desapariciones en tal intento, que helaban el alma; o la de aquellos
que tras viajar largo tiempo por centro África permanecen meses viviendo de
forma inhumana al ver su marcha frenada por la valla y las concertinas de las
alambradas fronterizas, que para nuestro conferenciante suponen además de un
peligro físico, una flagrante humillación humana impropia de la filiación
divina de la persona humana.
Junto
con todo ello, Mons. Agrelo tomó referencia en el libro que acaba de publicar titulado:
“Emigrante: el color de la esperanza”; que en palabras de nuestro autor, sea una esperanza
en que un día las fronteras se vuelvan umbrales que los pobres atraviesen hacia
el interior de una casa de todos, y que, en el emigrante, quienes lo reciban
vean a Dios, vulnerable en sus hijos, vean a un hermano que llega de lejos,
vean la belleza de un futuro más hermoso para todos.
Concluyendo
la conferencia con un pronunciado aplauso de los asistentes, que correspondían
así a dar su conformidad con lo expuesto por el prelado norteafricano, que
acabó firmando ejemplares de su libro entre los asistentes, que reconocían
haberse identificado con el discurso del prelado franciscano que había logrado
un clima de profunda reflexión y emotividad humana con sus palabras.
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