Así
de esta forma se han encontrado personas, con un común denominador en la fe en
el Evangelio de Jesús, que han tomado opciones políticas diferentes, en la
creencia de que su fe les impulsaba a tomar posiciones activas de servicio y
compromiso social por los valores evangélicos.
Por
tanto, moderados por el teólogo Bernardo Pérez Andreo, miembro de la Comisión
de Justicia y Paz de Murcia además de secretario del Instituto Teológico de
Murcia, han participado Miguel Ángel Herrero, Javier Real, Ignacio Tornel, César
Nebot, Manzanares, Juan Antonio Megías y Enma Contreras.
El
acto comenzó con una exposición personal, con referencias biográficas, de cada
uno de los participantes, sobre su experiencia de fe y su decisión de asumir
compromisos políticos militando en un determinado partido político, como opción
pública de un compromiso socio-político de sus convicciones religiosas para la
mejora de las condiciones sociales, políticas y económicas de nuestra sociedad.
Evidenciándose cómo a cada uno de ellos una situación personal análoga de cuestionamiento
desde sus convicciones cristianas les ha llevado a dar el paso de un
posicionamiento político como encargo de servicio público a los demás. Aunque
en la opción asumida por cada uno de los participantes se pudo constatar las
diferentes sensibilidades políticas que finalmente asumieron pese a haber
partido desde una base de fe análoga. De donde se confirma que el Evangelio no
se identifica con ninguna opción política, sino que en la creencia y defensa de
la justicia y la misericordia para con el prójimo se llega a una toma de
posición pública para poner en práctica esos valores y ese concreto compromiso
evangélico.
Tal
es así que entre los presentes se daba una militancia política que cubría
prácticamente todo el arco ideológico de las diversas opciones políticas, desde
las más conservadoras y tradicionalistas, pasando por formulaciones
demoliberales para concluir en posiciones netamente sociales y comunitarias.
Tras
la inicial exposición de su respectiva experiencia, por parte de cada uno de
los participantes, se abrió un interesante debate sobre la compatibilidad de
los valores evangélicos y las opciones políticas actuales, así como se
reconoció por algunos de los presentes de las dificultades y sufrimientos que
en su experiencia de fe les ha reportado la participación política en la vida
interna de los partidos, en la que la “politiquería” (la lucha del poder por el
poder y las ambiciones de algunas personas que se desenvuelven en el ámbito de
la política) con sus consiguientes traiciones, intrigas y mentiras, cuestionan
moralmente al militante cristiano además de suponerle serias tentaciones, bien
de sumarse a ellas, bien de abandono de tal compromiso político. Pero
convenían, que superadas esas situaciones, también se tenía la satisfacción de
haber colaborado en la solución de problemas públicos y de no pocos
sufrimientos personales.
Tal
planteamiento supuso que muchos de ellos, reconocieran que los partidos
políticos son instrumentos al servicio de la sociedad, debiendo ser así
considerados, no como un fin en sí mismo, dado que el fin de la política ha de
ser el servicio a la comunidad (especialmente a los más desvalidos), en modo
alguno un instrumento de ascenso social o económico. Si bien, se reconocía la
dificultad de poder verificar esta situación, ante numerosos ejemplos poco
edificantes de lo contrario, en los que el egoísmo y la codicia de algunos ha
llevado a tomar a los demás como medios de su propio encumbramiento y no como
fines de su servicio.
Pero
más allá de estas profundas consideraciones, compartidas por la mayoría de los
participantes, empezaron a evidenciarse notorias diferencias de perspectiva y
posición, desde quien consideró su participación política como una forma de
restablecer las tradiciones sociales, culturales y religiosas, que cree se
están perdiendo en una sociedad que pierde su identidad europea y sus raíces
cristianas. Posición que fue mayoritariamente rechazada por los participantes a
la mesa e incluso contestada por el público interviniente. Hasta posiciones más
sociales de servicio y reparto solidario, no sólo en nuestra sociedad sino
también a nivel internacional para tratar de vencer el hambre, el subdesarrollo
y la injusticia en el mundo.
Incluso
alguno de los invitados llegó a apelar a la autenticidad de la política, a
infundirla de mayor margen de verdad, de menor ámbito de manipulación
interesada, para poder lograr una acción más justa, una sociedad más equilibrada
en el reparto justo de la riqueza, etc. Reprochando aquellas actitudes de no
pocos políticos que prometen y ofrecen unas soluciones para alcanzar el poder y
cuanto están en él olvidan sus compromisos, lo que conlleva, junto a casos de
corrupción, el actual descrédito y deslegitimación de la vida política por
parte de amplios sectores de nuestra sociedad.
En
ese punto, algunos de los presentes reconocieron esta situación y su lucha
interna en sus respectivos partidos para evitarlo, llegándose a decir que su fe
era en Dios, pero no en el partido en el que militaban, que tomaban como
herramienta y no como fin.
En
ese ambiente se creó una buena dinámica de participación con la intervención
del público asistente que hicieron preguntas a los participantes en la mesa
redonda, e incluso alguno de ellos hizo sus propios análisis personales sobre
el objeto del debate.
Todo
ello se fue desarrollando en un animado debate que hizo que el acto se
prolongara respecto del horario previsto, siendo un enriquecedor encuentro para
los asistentes el poder contar con los testimonios personales de políticos
murcianos que se reconocen cristianos.
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