Sabido es que Mons. Lorca Planes, Obispo de Murcia, es un hombre cercano, apacible, e incluso entrañable. Es lo que se podría decir un hombre prudente, acaso diplomático, al que le tenía por justo. Pero sus últimas declaraciones en las que no apoya a los clérigos y religiosos –que en número próximo a cien- firmaron un manifiesto contra los desahucios hipotecarios, so pretexto de que se trata de una cuestión compleja, no parece que sea muy atinada para serlo de un Pastor de la Iglesia.
¿Es compleja porque Mons. Lorca
no la conoce en profundidad?. Creemos que por el alcance de la misma y sus
consecuencias socio-económicas en muchas familias de su Diócesis, debería de
haberse informado mejor, y haber llegado a hacer una estimación moral de las
consecuencias de unos desahucios promovidos por una banca asistida
oficialmente, ante unos trabajadores en paro abandonados a su suerte, que no
pueden pagar las hipotecas pactadas en situación de estabilidad económica. Pero
además, habría de considerar ¿si es justo el desahucio en esas condiciones casi
famélicas?. Al tiempo de ¿si es justo que, además los pobres desahuciados sigan
debiéndole al banco dinero, incluso después de haberse adjudicado su vivienda
–con la que habían constituido garantía del préstamo?. Algo que no se sigue ni
siquiera en los países de economías más liberales como EEUU, pues adjudicada la
vivienda se considera saldada la deuda, ya que cubría el préstamo en garantía.
¡También es raro que nuestro docto Obispo no tenga opinión sobre ese extremo de
la cuestión!.
Nuestro Pastor no puede
desentenderse de la suerte de sus ovejas, ha de redoblar el celo apostólico y
sacerdotal para acercarse a las más necesitadas, a las que sufren la
injusticia. Pues de lo contrario, faltaría a su principal labor episcopal; además
de ser coherente con el mensaje evangélico de estar al lado de los que sufren,
y de luchar contra las injusticias. ¿O le es inconveniente?, ¿acaso por los
apoyos que le han prestado algunas entidades bancarias para mantenimiento de
inmuebles y obras de arte eclesiásticas?. ¡Primero es el hombre…, especialmente
si está sufriendo, pues detrás de esos sufrimientos hay ancianos y niños!.
Con la crisis que padecemos, y
los recortes de servicios públicos, que podan hasta acabar el “Estado del
Bienestar”, apenas hemos oído voces de la jerarquía eclesiástica en defensa de
los más débiles socialmente. Ya sabemos la meritoria acción que están haciendo
Cáritas y demás entidades de caridad del ámbito de la Iglesia. ¡Qué gran
labor…!. Pero no se escuden Vds. ahí sólo. Hay que hacer más, pues grande es la
necesidad actual, y la injusticia hay que denunciarla proféticamente. En vez de
rehuir un pronunciamiento a la primera de cambio, so pretexto de complejidad.
Complejos son los misterios teológicos
y seguro que Vd. no por ello los rehúye. ¡Sea coherente, Monseñor!. Aunque sea
por su propio bien.
¿Acaso el Magisterio de la
Iglesia no tiene toda una Doctrina Social para iluminar la presente situación
de injusticias económicas y sufrimiento en nuestras propias comunidades?.
¡Qué torpeza, o que falta de
valentía….!. Y qué ocasión perdida para haber validado la respetabilísima y
justa opinión de gran parte de su clerecía. A veces las mitras tapan los ojos…
Pero aún está a tiempo de reflexionar y rectificar, si su conciencia se lo
dicta.
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