domingo, 15 de mayo de 2016

EL DIACONADO EN LA IGLESIA: UN SERVICIO A LA COMUNIDAD CADA VEZ MÁS NECESARIO


              La figura del diaconado ya estaba conformada en la primitiva Iglesia, si bien su recuperación tras el Concilio Vaticano II ha tenido un desarrollo desigual, en según que diócesis, según los distintos pareceres de los obispos, especialmente en lo referente al “diaconado permanente”, que permite el acceso de hombres casados para la celebración de determinado tipo de actos litúrgicos y religiosos. Pero que cada vez se hace más necesario ante el descenso de las vocaciones sacerdotales y la consiguiente disminución presbiterial, para de esa forma, poder ayudar mejor al Pueblo de Dios congregado en la Iglesia.
        Un diácono (del griego διακονος, diakonos, y luego del latín diaconus, «servidor») es considerado un servidor, un clérigo o un ministro eclesiástico, cuyas calificaciones y funciones muestran variaciones según las distintas ramas del cristianismo. En las Iglesias católica, copta y ortodoxa se refiere así a aquel que ha recibido el grado inferior del sacramento del Orden Sagrado por la imposición de las manos del obispo, y por lo tanto se le considera la imagen sacramental de Cristo servidor, en virtud de la Sagrada Escritura que especifica: «Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos» (Evangelio de Marcos 10, 45).
                En el grado inferior de la jerarquía están los diáconos, que reciben la imposición de las manos «no en orden al sacerdocio, sino en orden al ministerio». Así, confortados con la gracia sacramental, en comunión con el obispo y su presbítero, sirven al pueblo de Dios en el ministerio de la liturgia, de la palabra y de la caridad. Es oficio propio del diácono, según le fuere asignado por la autoridad competente, administrar solemnemente el bautismo, reservar y distribuir la Eucaristía, asistir al matrimonio y bendecirlo en nombre de la Iglesia, llevar el viático a los moribundos, leer la Sagrada Escritura a los fieles, instruir y exhortar al pueblo, presidir el culto y oración de los fieles, administrar los sacramentales, presidir el rito de los funerales y sepultura. (Lumen gentium 29, Concilio Vaticano II).
Dentro de la Iglesia católica existen, pues, dos clases de diáconos:
a)      Diácono transitorio
Se califica como transitorios a aquellos diáconos a los cuales se les confiere este ministerio por un período limitado de tiempo, que usualmente se inicia luego de culminar sus estudios y se extiende hasta que el ordinario del lugar considera al candidato suficientemente maduro para ser ordenado presbítero por el obispo. En general, durante este tiempo los candidatos ejercen como diáconos en parroquias. Por lo tanto, es condición para ser presbítero haber sido ordenado con anterioridad en calidad de diácono transitorio (es decir, en tránsitohacia el presbiterado).
b)      Diácono permanente
En el Concilio Vaticano II, se restableció nuevamente el diaconado permanente. Este tipo de diaconado puede ser conferido a hombres casados. El diácono permanente debe ser considerado hombre «probo» por la comunidad, caritativo, respetuoso, misericordioso y servicial. Es determinación del obispo exigir que sea casado, y en este caso, la esposa deberá autorizar por medio escrito al obispo la aceptación para la ordenación del esposo (requisito indispensable). Un diácono casado que pierde a su esposa no puede volver a contraer matrimonio, pero sí puede optar a ser presbítero. Quien es ordenado diácono siendo soltero se compromete al celibato permanente.
Solo el varón («vir») bautizado recibe válidamente esta sagrada ordenación. El sacramento del Orden confiere un carácter espiritual indeleble y no puede ser reiterado ni ser conferido para un tiempo determinado. Se le puede liberar de obligaciones y de las funciones vinculadas a la ordenación y hasta se le puede impedir ejercerlas, pero no vuelve a ser laico nuevamente puesto que, desde la ordenación, se considera que el diácono queda marcado espiritualmente de forma permanente (de allí el término marca o carácter).
Las funciones del diácono en la Iglesia católica son:
·         Proclamar el Evangelio, predicar y asistir en el Altar;
·         Administrar el sacramento del bautismo;
·         Presidir la celebración del sacramento del matrimonio;
·         Conferir los sacramentales (tales como la bendición, el agua bendita, etc.);
·         Llevar el Viático (sacramento de la eucaristía así llamado cuando se administra particularmente a los enfermos que están en peligro de muerte) pero no puede administrar el sacramento de la unción de los enfermos, ni el sacramento de la reconciliación.
Además, y siempre de acuerdo con lo que determine la jerarquía, puede:
·         Dirigir la administración de alguna parroquia;
·         Ser designado a cargo de una Diaconía;
·         Presidir la celebración dominical, aunque no consagrar la Eucaristía (lo cual corresponde a presbíteros y obispos).
Puede además efectuar otros servicios, según las necesidades específicas de la Diócesis, particularmente todo aquello relacionado con la realización de obras de misericordia, y la animación de las comunidades en que se desempeñan.
                Así las cosas, en un contexto histórico-cultural de igualdad del hombre y de la mujer, se le plantea a la Iglesia –no sólo el desarrollo del diaconado permanente, que resulta a todas luces oportuno y necesario-, sino también la incorporación al mismo de la mujer, lo que supondría un primer paso hacia la igualdad de ambos géneros en el ámbito eclesial. Lo cual, ha llevado al Papa Francisco al ser cuestionado sobre dicha posibilidad, a afirmar que se estudiaría, lo que aún queda lejos de que se vaya a hacer realidad a corto plazo, pues la Iglesia tiene sus tiempos.


domingo, 1 de mayo de 2016

LA COFRADÍA DEL ROSARIO SE RENUEVA Y PROCESIONA EN MURCIA


        La Orden Dominica de Murcia ha celebrado este 1º de mayo (día de la madre) la “festividad de la rosa” con una misa solemne en la Iglesia de las Anas de Murcia –sede de los dominicos murcianos- ofrecida en honor de Ntra. Sra. del Rosario este primer domingo de mayo.

        El acto concelebrado por los PP. Dominicos,  en el que ha predicado fray Antonio Bueno, con la participación de las Madres Dominicas de Sta. Ana y miembros de la Cofradía de Ntra. Sra. del Rosario ha concitado bastantes fieles en el templo que han seguido y participado en dicha ceremonia religiosa.

        Al propio tiempo, se ha dado formalmente el relevo de la Directiva de la Cofradía, asumiendo la presidencia de la misma D. Antonio Marín que ha jurado públicamente su cargo, junto a su Junta de Gobierno.


        Por último, al término de la Eucaristía, ha tenido lugar una pequeña procesión de los miembros de la Cofradía, portando la imagen de Ntra. Sra. del Rosario, llevando a cabo un público rezo del rosario por el centro de Murcia (Sto. Domingo, Trapería, Platería, Jabonerías, Romea y vuelta a Sta. Clara), llevando así la devoción mariana a las calles de la capital en este primer domingo de mayo (mes tradicionalmente dedicado a María).