jueves, 23 de julio de 2015
jueves, 16 de julio de 2015
EN RECUERDO DE SANTIAGO FERNÁNDEZ ARDANÁZ, PRIMER RECTOR DE LA UCAM
Hoy he recibido la triste noticia del
fallecimiento de Santiago Fernández Ardanáz, tras una larga y penosa
enfermedad, por lo que quiero transmitir por este medio, a los suyos mi sincero
y sentido pésame.
Santiago fue un amigo entrañable,
maestro inigualable por sus abundantes conocimientos, su extraordinaria
pedagogía que facilitaba el aprendizaje de materias tan complejas como la
filosofía, la teología y la antropología social, de la que era experto
profesor, pero si en algo destacaba Santiago era por su gran talla humana,
propia del sabio humanista cristiano, que le daba un porte de “sabio
renacentista”, especialmente por el aporte cultural italiano, debido a su
extensa vivencia en tierras italianas, y especialmente en Roma, donde ejerció
la docencia y también el periodismo, habiendo sido corresponsal del grupo
correo, y contrayendo nupcias con una italiana que fue el apoyo de su vida.
Así este
alavés, o como le gustaba decir a él mismo: de la “Rioja alavesa”, fue así
forjando su trayectoria biográfica hasta llegar a Murcia, a donde vino con el
encargo del Obispo Javier Azagra para poner en marcha la UCAM, en su condición
de Rector del nuevo centro universitario de la diócesis, pero pronto las
disensiones entre Mendoza –presidente de la Fundación San Antonio y finalmente
de la UCAM-, le llevó a dimitir del rectorado, abandonar la UCAM, aunque no la
docencia universitaria en nuestra Región ya que fue profesor del Instituto
Teológico de Murcia (Centro franciscano de la Universidad Antonianum de Roma),
así como en el CETEP y Seminario Diocesano, dependientes de la Diócesis de
Cartagena. Seguidamente logró incorporarse como profesor a la Universidad
Miguel Hernández de Elche, donde dirigió el Departamento de Antropología Social,
desde el que participó en diversas actividades docentes en diversas
Universidades como la de Murcia en la que colaboró como profesor en el Máster
de Antropología Social de la misma, hasta su reciente jubilación.
Santiago fue
un hombre culto, un cristiano ilustrado, humanista, dialogante, abierto al
conocimiento y al encuentro personal, cercano, sencillo, colaborador y atento
con sus alumnos a los que se dedicaba con gran cercanía y amplia cortesía.
Incluso en el ámbito personal era un hombre de fe firme anclada en su extensa y
profunda experiencia vital, con amplia sensibilidad social, sin encajar en
moldes de clericalismo con los que poco simpatizaba, preocupado por la
cooperación del reino de Dios aquí en la tierra, sin perder las profundas
raíces bíblicas. Acaso este extremo lo pueda ilustrar un pequeño detalle,
cuando comentaba entre amigos que en su casa de campo –a las afueras de San
Vicente del Raspeig en Alicante- le puso a los distintos árboles nombres de
apóstoles. O cuando comentaba –respecto a su cercanía a los animales
domésticos- que él apreciaba cuando su perro se reía, se alegraba como un si
fuese un ser humano. Acaso fuera también en una cosmología franciscana de la
cercanía vital con el ámbito ecológico.
Ha vivido
honradamente, haciendo el bien, dedicado a enseñar y a vivir según sus
convicciones evangélicas firmes, crítico pero respetuoso con una jerarquía
clerical con la que no coincidía en su visión eclesial, expresándose con la
libertad de conciencia propia de los “hijos de Dios”, por lo que no siempre fue
bien comprendido en determinados ámbitos eclesiales tradicionalistas, al punto
que probablemente no se le hayan agradecido debidamente los servicios prestados
a la Iglesia de Cartagena en la puesta en marcha de la UCAM, y acaso con esa
pena se haya ido. Aunque en el fondo de su corazón su gran generosidad y
amplitud de miras le hacía condescender, y de hecho encontró su dicha en
tierras alicantinas donde fijó su domicilio familiar y donde pudo desarrollar
parte del proyecto universitario en la Universidad Miguel Hernández donde hizo
escuela y muchos amigos, que hoy entristecidos le despedimos, en la esperanza
de un próximo encuentro en la vida eterna, que esperamos sea más justa,
fraternal y auténtica que la que tenemos.
En todo
caso, siempre quedará su entrañable recuerdo de un “hombre bueno”, un “justo”. ¡Descanse
en paz, y brille para él la luz perpetua!.
Etiquetas:
Cristianismo,
diócesis de Cartagena,
humanismo cristiano,
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viernes, 10 de julio de 2015
SIGNIFICATIVO VIAJE PASTORAL DEL PAPA FRANCISCO
El Papa
Francisco ha emprendido un viaje pastoral a Sudamérica, especialmente a la
parte más pobre del subcontinente sudamericano, de donde él mismo procede y
cuya realidad conoce bien, en un significativo acercamiento a la Iglesia
latinoamericana cuyas posiciones pastorales y teológicas especialmente
referidas a la “teología de la liberación” fueron reprobadas por anteriores
pontífices, desde una cosmovisión romana, eurocéntrica y más tradicional.
En ese tiempo, la activa Iglesia
sudamericana se sintió un tanto desnortada, aunque hitos de recomposición no
faltaron en forma de encuentros y cumbres como los de Puebla o Medellín, pero
se sentía una incomprensión del poder romano por los avances teológicos
liberadores que según, muchos de sus mentores alcanzaban a tesis políticas,
sociales y económicas, que a la derecha política y religiosa tanto
escandalizaban.
Por consiguiente, es muy positivo –desde
el punto de vista pastoral- esta visita del Papa programada en perspectiva de
reencuentro precisamente con los núcleos sociales sudamericanos más pobres (en
Ecuador, Bolivia y Paraguay), en donde además de la Iglesia, estas naciones han
girado a gobiernos políticos de diverso perfil, pero con el común denominador
social (desde las posiciones socialcristianas de Correa en Ecuador a las
filocomunistas barnizadas de indigienismo de Morales en Bolivia), en lo que se
habría de interpretar como un encuentro del Pontífice con la realidad de
sufrimiento económico y social de esas sociedades, de esas comunidades
eclesiales, que necesitan el encuentro con su pastor, su comprensión y aliento esperanzado, que les
acompaña, los entiende, se hace eco de sus necesidades y clama con ellos por la
justicia y la fraternidad en un mundo más justo, exhortando a la construcción
del Reino de Dios anunciado por Jesús, que sin justicia y paz no puede
construirse.
Además llega Francisco en unos
momentos críticos de la Iglesia sudamericana, que requería la atención y el
abrazo fraternal de la Iglesia universal para el desempeño de su misión
evangélica en medio de tanta pobreza, de tanta desigualdad, de tanto abandono
social, en definitiva, de tanta injusticia social, donde el “amor fraterno”
cede en perjuicio del Evangelio, pues la Buena Nueva se apaga en esa realidad
temporal. Unos momentos, de desorientación eclesial y social que ha sido
aprovechado por el desarrollo de sectas que han ido invadiendo el territorio
sudamericano para alienar a las personas en ritualismos o espiritismos alejados
de su realidad existencial, pero que también les hace más dóciles a los poderes
fácticos del lugar.
Consecuentemente, una visita
pastoral muy oportuna y muy bien desarrollada por el Papa Francisco que conoce
a la perfección tal realidad y conecta rápidamente con el pueblo que le esperaba
y le aclamaba, al que realmente ha esperanzado en el difícil camino del
seguimiento de Jesús desde su propia existencia. Visita que se ha desarrollado
como ya es tradicional en Francisco con su habitual sencillez, cercanía y
austeridad sinceramente vivida hasta el detalle, ejemplo claro y determinante
para la jerarquía eclesiástica y resto del clero no siempre atentos a estos
significativos detalles.
Ello no obstante, no han faltado las
habituales críticas de sectores eclesiales tradicionales y políticos
conservadores, precisamente por la visita de Francisco a estas naciones
tachadas de “parias” por el orden económico neoliberal, y en el que han
criticado de forma desvergonzada los más mínimos detalles del Papa, ubicándolo
como un jesuita sudamericano de izquierdas favorable a la “teología de la
liberación” que identifican como un sincretismo político religioso entre el
comunismo y el cristianismo, sostén de la guerrilla sudamericana. Quedándose
lamentablemente en esos detalles, más simbólicos que reales, en vez de
profundizar en la dura realidad de injusticia social de la zona, en la que la
Iglesia ha de tener para ellos una “palabra profética” basada en el Evangelio
de Jesús, que no se remite meramente a prácticas piadosas, espirituales y
ritualistas vacías de contenido, sino a la vivencia de la fe en Jesús que
anunció la venida del Reino de Dios (reino de verdad, de fraternidad, de
justicia y de paz), una realidad que se ve interpelada por el Evangelio, por la
“teología del Reino de Dios” recogida como núcleo central de la predicación de
Jesús en los tres Evangelios sipnóticos (Marcos, Mateo y Lucas). Algo que la
Iglesia puede y debe manifestar, predicar y defender.
Así pues, como en otras ocasiones,
un gran acierto pastoral y evangélico del Papa Francisco, a quien Dios guarde
muchos años e inspire en el gobierno de su Iglesia.
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jueves, 9 de julio de 2015
miércoles, 1 de julio de 2015
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